EL DÍA DESPUÉS

No fue un domingo cualquiera

La pelicula del River campeón tiene algunas semejanzas con el film de cabecera de Diego Simeone, "Un domingo cualquiera". Para el Millonario, un día que quedará marcado.

¡Luz, cámara, acción! El grito del director da inicio al rodaje de la película de River, el campeón del Clausura 2008. Ahí está, en el centro de la escena, Diego Simeone. Como si fuera Tony D'Amato, el personaje que encarnó el gran Al Pacino en Un domingo cualquiera –un film de cabecera para el Cholo– el DT del River campeón fue apuntado por todas las cámaras para un final feliz. Sí, como pasa en el mundo Hollywood. Pero el largometraje de River, sin dudas, fue un drama con una vuelta de tuerca para arrancarle una sonrisa al hincha.
En la película dirigida por Oliver Stone en 1999, D'Amato debía reverdecer los laureles de los Tiburones de Miami. Con problemas dentro del equipo –un mariscal de campo (el que mueve los hilos en el football americano) de 39 años en las últimas y mucha desmotivación–, poco apoyo del público y varios factores personales que complican su vida, una racha de tres derrotas pone en jaque a su carrera. Muchas coincidencias con la vida de Simeone unos 40 días atrás. Porque en la película del River campeón, el nudo tuvo mucho dramatismo. Pero apriete el play para comenzar a disfrutar de la peli que tiene 18 escenas.
Todo arrancó en febrero, cuando derrotó como local al Gimnasia jujeño con alguna ayuda del árbitro y la pegada notable que empezaba a mostrar Matías Abelairas. Pero como es costumbre en River, todo tuvo una precuela. Fue la pretemporada, el momento de puesta a punto (la preproducción), cuando todo comenzó. La derrota en el primer superclásico del verano ante Boca, sembró las primeras críticas contra un equipo que sabía que estaba lejos de su potencial. Lo demostró en el segundo duelo frente a Boca y terminó ganando el Pentagonal de Verano. Después viajó al Coloso del Parque, donde empató sin goles ante Newell's. Después comenzó a encadenar triunfos sobre la base de la solidez defensiva y la practicidad de su ataque. Pasaron tres triunfos sobrios ante Vélez, Arsenal, Lanús y Tigre, y Juan Pablo Carrizo llevaba su valla invicta por 597 minutos. Durante las primeras jornadas, el equipo mostraba equilibrio, pero no lucía. Es decir, el guión era correcto, pero el director de fotografía no tenía imágenes que impactaran. Mientras, avanzaba en la Copa Libertadores, el objetivo de máxima. La versión copera mostraba otra cosa en la gran pantalla. Un equipo más desprotegido que cambiaba golpe por golpe.
River estaba pleno, con vida en los dos frentes: clasificó como líder en la Libertadores y estaba en la vanguardia del Clausura. Y llegó una de las escenas clave de la película. Llegaban dos semanas que definían para qué estaba. Una eliminatoria copera ante San Lorenzo que traía el morbo que le podía aportar un ex, como Ramón Díaz. Y en el medio de la brochette, estaba el clásico contra Boca. Empezó con el pie izquierdo con la derrota en el Gasómetro, pero al menos, tenía el gol de visitante. En el sándwich, fue a la Bombonera y se volvió con la segunda derrota por el cabezazo de Sebastián Battaglia y provocaba un duro golpe para la revancha frente al Ciclón. Y llegó la escena imborrable. Donde pasó de la alegría al suspenso y terminó en el terror. Pasó del 2-0 y el partido controlado con dos hombres más a sufrir al villano de turno, Gonzalo Bergessio, que respondió a los mandos del Pelado Díaz. Después de terrible mazazo, Simeone apeló a la unidad de su equipo para salir adelante e ir en busca del otro objetivo. Pero el guionista echó leña al fuego y puso en boca de Oscar Ahumada desafortunadas declaraciones que sacaron a los extras (hinchas) y se vino un conflicto que pudo terminar con la peli. Pero la magia de este escritor, puso al volante formado en las inferiores e hincha del club, como una de las figuras en el empate ante Independiente, en un partido en el que cambió silbidos por indiferencia.
En este largometraje cambiante, con alguna se descubrían nuevos valores. Actores de reparto como Abelairas, Cristian Villagra o Paulo Ferrari, se lucieron ante las cámaras. Ni hablar de los protagónicos de J.P. Carrizo y el atrevido Diego Buonanotte. No faltó Ariel Ortega, el actor con cartel para hacer sus apariciones en los momentos más calientes del film. En las escenas de acción, apareció el escuadrón ofensivo, con Radamel Falcao García, Sebastián Abreu y el irregular Alexis Sánchez. También los que ponen cara de malo, como Ahumada, Leonardo Ponzio y las pruebas del fondo. Todos para un casting amplio que supo manejar Simeone. No abusó de la rotación, pero dio minutos de pantalla al gran material que contó. Es cierto que no fue el equipo que más jugó lindo, pero hizo todo lo que tuvo que hacer para ser un éxito de taquilla. En el momento del desenlace la película, contra Colón y Olimpo, exhibió su chapa, conformó a los críticos y a los fanáticos para darle un final feliz a la historia.
Ahora falta saber si los productores (dirigentes) podrán mantener al elenco para que el director (técnico) pueda seguir filmando la saga que incluya un especial internacional.