Alfredo Casella repasó su trayectoria con Democracia.
EXJUGADOR Y COMERCIANTE

Alfredo Mario Casella: “En Newbery fue donde viví la mayor felicidad”

Hizo las inferiores en Belgrano de Morse, Boca Juniors y River Plate, donde compartió planteles con Trobiani, Tarantini, Sabella y López. Fue parte de la década dorada de Newbery y también atajó en Villa, Baigorrita y Sarmiento. Tuvo el “plan B” del comercio que le permitió desarrollarse y hoy disfruta de su amor más preciado: sus nietos.

Oriundo de la localidad de Baigorrita y partícipe de la historia grande de uno de los clubes con mayor trascendencia a nivel local, como supo ser Jorge Newbery en su época de oro, Alfredo Casella dejó su huella y, desde el silencio, construyó una gran carrera.

En diálogo con Democracia, Casella recordó su paso por Boca Juniors y River Plate; valoró su vínculo con Newbery; abordó la instancia del plan B en la vida de un futbolista; y resaltó el lugar ocupado por su esposa, hijos y nietos.

 

Infancia

Acerca de sus orígenes, Casella, compartió: “Una familia de inmigrantes que vinieron a hacer patria. Mi padre había nacido en Italia y llegaron a esta zona y empezaron con las cosas de campo: siembra y cosecha. También tuvieron una panadería”. 

“Mi madre era de España. Mi abuelo inmigrante vino de Navarra de España con ella”, agregó y, respecto a la relación entre ambos, comentó que “se conocieron acá en la zona”. 

Sobre la infancia que vivenció en Baigorrita recordó: “Mientras íbamos al colegio, íbamos aprendiendo otras cosas. Antes uno se iniciaba de chico con lo vinculado al campo, pero igual yo seguí el secundario”. 

“La escuela la hice allá. Mi infancia fue una pelota de fútbol y, en ese momento, Deportivo Baigorrita no tenía inferiores. Entonces empecé en Belgrano de Morse cuando tenía 12”.
Precisamente, cuando llegó el momento de concluir sus estudios escolares y decidir cómo continuar su vida, ya sea con una carrera universitaria o abocarse de lleno al trabajo en el campo, Casella señaló que todo “dependió del fútbol”. 

Fútbol

Si bien estuvo presente a lo largo de toda su vida, propio del correr de los años y la necesidad de tener un modelo de vida, Casella reconoció como una oportunidad apostar el fútbol y desarrollarse allí.

Por eso, según contó, se fue de su pueblo natal “sin escalas a jugar a Boca. Un allegado a mi familia me anotó para ir a una práctica donde eran como tres mil chicos y fui pasando las pruebas. Era la época de los telegramas porque casi no había teléfono ni la tecnología de hoy”.

En tal sentido, comparó entre su infancia y el desarrollo porteño y señaló que “en Baigorrita no había inferiores, era fútbol en la calle, mientras que en Buenos Aires estaba todo. De haber tenido otras posibilidades quizás era otra cosa”. 

Su experiencia en el Xeneize le dejó recuerdos ligados a notables figuras del fútbol nacional. Al respecto, compartió: “Jugué con Trobiani, Tarantini, Ferrero y toda esa camada. Teníamos trece años y vivíamos en La Candela. Jugué un año y me volví”.

Al regreso, Casella se vinculó a Villa Belgrano y con tan solo 14 años debutó en la Primera del club. “Jugué con Pezoa, Massari, Bello, Amaya, los Catena, entre otros”. Sin embargo, una nueva oportunidad lo pondría en el radar del otro grande de la Argentina. “Otra vez un conocido de la familia me anotó para probarme en Buenos Aires y fui a River Plate”.

“De alguna forma, repetí la misma novela que en Boca. Fui en junio, agosto y diciembre hasta que terminé seleccionado y jugué en las inferiores. Estuve un año jugando ahí y viviendo en la pensión en Belgrano R. Compartí con muchos jugadores, como Alejandro Sabella y Carlos López”, siguió.

Al igual que sucedió anteriormente, tales experiencias lo nutrieron pero, por contexto y desenlace de experiencias, volvió a la región para continuar con su carrera, primero en Sarmiento, con 15 años, y luego llegar a Jorge Newbery con 17.

“Estaba Gironacci como arquero y fue un buen consejero. Estaban Tomino, Pondal, Cabaña, y Juan Carlos Vilches y me sumaron al grupo como si hubiese estado toda la vida ahí”, narró sobre el comienzo en el club.

Respecto a ese plantel que marcó una época, Casella, señaló que “se logró una química especial, comparable con el básquet de Argentino que es un club de barrio y los jugadores entrenaban todos por igual. El que no se adaptaba al grupo se iba solo, nadie lo echaba”.

“Nadie le regaló nada a Newbery en esa época. Fue todo mérito del grupo y algunos dirigentes que fueron visionarios y ayudaron al grupo a que llegara donde llegó”, remató.

Fiel a sus raíces, Casella decidió regresar al pueblo y rendirle un homenaje a través de la pelota. Para eso, junto a José Tomino, encabezaron el equipo que escribió una gran historia en Baigorrita. “Hicimos un campañón llegando a una final para acceder al regional de clubes. Ese día empatamos con Villa y quedamos afuera. A través de Tomino habíamos hablado con Bilardo y Estudiantes nos iba a prestar algunos jugadores para participar del regional”, aseguró.

De todo su repertorio de anécdotas y vivencias deportivas, Casella se quedó con la siguiente: “La más fuerte fue cuando jugamos la final contra Atlético Paraná de San Nicolás y el réferi suspendió el partido porque lo habían amenazador con pistolas. Tuvimos que volver al fin de semana siguiente para jugar y les ganamos”. 

 

Balance

Cuando tuvo que definirse como arquero manifestó: “Nunca hice una autocrítica. Debo haber sido uno de los primeros que salía jugando con los pies, pero común para su época”. 

Al momento de analizar su carrera futbolística expuso: “El balance es positivo porque hice lo que me gustaba y llegué hasta donde podía. Una operación de la columna no me dejó seguir”. “Lo bueno fue haber vivido buenos momentos con el fútbol que es lo mejor y lo que queda. Me quedaron amigos, una trayectoria local que la gente me saluda. Nos seguimos juntando con los ex jugadores”, valoró.

Precisamente, en torno a lo que significó la instancia del retiro deportivo, Casella reconoció que “eso fue bravo, de un día para otro”. Y profundizó: “Por la cirugía, tuve que aprender a caminar de nuevo en un andador. Si iba a la cancha me parecía que tenía que seguir jugando. Si miraba por televisión parecía que me movía con la pelota. La pasé muy mal”. 

“Es un duelo que se hace solo y si uno está conforme con lo hecho te alcanza para salir adelante. El tema es estar conforme para estar tranquilo”, sostuvo. En tal sentido, acerca con el lado B de su vida personal, es decir, lo extrafutbolístico, Casella contó: “Aunque llegamos a cosas importantes con Newbery, yo seguía mi trabajo y así la mayoría. Tomino tenía el consultorio lleno de gente, otro se iba al campo, otro al ferrocarril. Uno hacía las dos cosas a la vez”. 

 

Comercio

Además del trabajo en el campo, el cual aprendió en la infancia a través de su abuelo, primero, y su padre después, Casella buscó potenciarse e ir por más. De tal forma, como él mismo reconoció, inconscientemente, siempre sobrevoló sobre su cabeza la idea de la vida más allá del correr de la pelota y, para eso, desarrollar un plan B.

Dueño y fundado del comercio La Campestre, sobre los orígenes del mismo contó: “Junto a otros dos socios, con quienes trabajábamos en el campo, vimos que podíamos hacer algo más y agregarle valor a la parte de animales. Llegamos con la receta de los salames y chorizos, que traían los viejos de Italia y así nació la carnicería”. 

En tal sentido, acerca del desarrollo comercial comentó: “Me genera mucha satisfacción que lleva 30 años. Haber mantenido el producto, la atención durante tantas décadas, ya que, si no tenés una conducta, desaparecés”. Y enfatizó: “Siempre estuvo presente y, fundamentalmente, desde que sucedió la pandemia, mi hijo Julián estuvo al frente dirigiéndola y administrando todo el trabajo. Quiero resaltar su figura, ya que es quien continúa con el legado”.

 

Cierre 

En la actualidad, Casella disfruta del fútbol como espectador a través de la televisión y se mantiene lejos de las canchas locales que tantas anécdotas le dieron.

“Me cuesta disfrutar el fútbol de ahora. Tuve la suerte de compartir plantel con jugadores habilidosos que jugaban bien al punto que te gambeteaban tres veces antes de hacer el gol. Algunos cabeceaban y parecía que pateaban con el pie”, analizó y comparó: “Ahora es mucho físico y correr. Es difícil ver un jugador de los de antes y cuando aparece ya de lo llevan a Europa”. 

Respecto a lo que es su materia, los arqueros, consideró que “los entrenadores entraron en una idea de que si no medís más de 1.90 no podés jugar y lo gracioso es que no salen a agarrar un centro y tampoco la agarran abajo”. “No sé a qué se debe. Nada te garantiza que por más que sea alto sea bueno. De hecho, jugué en Sarmiento con Daniel Passarella y con la altura que tenía saltaba como un animal y ganaba en las aéreas”, fundamentó. 

Sin embargo, de lo que sí disfruta es del hecho de ir a la cancha de Argentino, en el barrio Las Morochas, junto a su hija Perla y sus nietos. Al respecto, indicó: “Soy hincha y me sumé a la gente que va a ver básquet que en otras épocas no lo había vivido. Mis nietos son hinchas y van desde que estaban en la panza”.

En relación a esto último, más allá de todos los triunfos deportivos gestados, lo más valioso para Casella es su familia. “Es lo que me llena de orgullo. Tengo una gran nuera y yerno, como así también y hermosos nietos (Manuel y José)”. Más allá de su paternidad, hoy es el hecho de ser abuelo en donde está incursionando. “Creo que ser abuelo es mejor que haber sido padre. Es más aliviado y se disfruta más. Uno los va a buscar a inglés o al colegio”, concluyó.