El carnaval vibra en Brasil.

Alegría de Carnaval

El Carnaval brasileño ha vuelto. Se confeccionan nuevamente los disfraces extravagantes y llenos de brillos. Los sones de samba reverberan en el Sambódromo de Río hasta el amanecer. Cientos de fiestas estridentes inundan las calles y el jolgorio anima -económica y emocionalmente- los barrios de trabajadores.

El año pasado, la pandemia de Covid-19 obligó a aplazar el Carnaval de Río por dos meses y aguó la diversión, de la que participaron sobre todo los locales. Este año, el gobierno federal prevé que unos 46 millones de personas participarán de las festividades, que oficialmente se desarrollan del 17 al 22 de febrero. La cifra incluye a los visitantes a las ciudades que han convertido el Carnaval en una fiesta de repercusión mundial: Río, desde luego, pero también Salvador, Recife y últimamente también Sao Paulo. En todas estas ciudades han comenzado las fiestas callejeras.

La mayoría de los turistas buscan ávidamente las fiestas callejeras, llamadas blocos. Hay más de 600 blocos autorizados y otros que no lo están. El espectáculo principal está en el Sambódromo. Las grandes escuelas de samba, las de los barrios obreros, gastan millones en desfiles de horas con carrozas y disfraces extravagantes, explica Jorge Perlingeiro, presidente de la asociación de escuelas de Río.

Río espera recaudar alrededor de 5.000 millones de reales en sus bares, hoteles y restaurantes. Afirman que el Carnaval de este año romperá todos los récords en el Sambódromo, donde las entradas están agotadas y se esperan unas 100.000 personas entre espectadores y personal, más 18.000 participantes en los desfiles.