SOCIEDAD

Educación, trabajo y sesgos: qué es mito y qué es verdad en la inteligencia artificial

“Los estudiantes usan ChatGPT para copiarse”. “La inteligencia artificial nos va a dejar sin trabajo”. “El teléfono me espía”. “Una app puede tomar mi historia clínica y diagnosticarme mejor que el médico”. “La IA es machista”. ¿Quién no escuchó alguna de estas frases?

El primer panel del Foro Internacional de Inteligencia Artificial —que se realiza en Córdoba y está coorganizado por la UTN y Ticmas— se ocupó de las problemáticas en torno al avance científico y tecnológico de la IA. Con la moderación del vicedecano de la Facultad Regional Buenos Aires Andrés Bursztyn, cuatro especialistas compartieron sus ideas y posiciones.

Ellos fueron: Tomás Moyano (CTO de Ticmas), Hernán Muhafara (ex Microsoft e Intel y actualmente al frente de DirMOD) y los profesores de la Facultad Regional Córdoba Norberto Gaspar Cena y María Florencia Pollo Cattaneo.

Fue justamente Pollo Cattaneo la primera en tomar la palabra. “La inteligencia artificial estudia el comportamiento que se considera inteligente del individuo y lo trata de emular”, señaló, a la vez que dijo que agregó una primera dificultad en esa definición porque “el concepto de inteligencia es altamente dinámico”. Pollo Cattaneo contó que viene trabajando hace 30 años en IA: “Mi primer contacto fue en el año 92. En todo este tiempo, se ha robustecido como ciencia de investigación práctica. Tiene un método científico y ha tomado cuerpo de conocimiento.

Bursztyn quiso saber cómo afecta hoy el trabajo con los estudiantes y Norberto Cena dijo que, aunque se está dando una convivencia tensa, la primera tarea del docente es evitar pelearse con la tecnología. “La universidad trabaja en una nueva estructura pedagógica y la IA viene a colaborar para hacer un seguimiento más detallado de los estudiantes”.

Cena destacó que se puede pensar la IA en educación desde tres lugares: primero, con lo que tiene que ver con los sistemas de gestión, luego con un acompañamiento 24x7 a los estudiantes a través de soluciones como chatbots, y la última pata es con los docentes, quienes deberían identificar cómo incorporar la herramienta en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

“Todo el mundo pensaba que ChatGPT iba a reemplazar puestos de trabajo”, dijo Tomás Moyano, “y los que estamos más cerca de la tecnología tenemos que contar que la IA es una herramienta más, pero es una que va a potenciar las habilidades humanas”. A tono con Moyano, Hernán Muhafara dijo que “Es imposible pensar la inteligencia artificial sin el ser humano” y dio un caso concreto: según estudios estadísticos, un médico puede predecir un cáncer con un 90% de efectividad mientras que la IA tiene una efectividad del 92, pero si se juntan ambos, el número que se alcanza es del 99%. “Entender esto es lo que va a destrabar un montón de cosas para pensar la IA”, dijo.

“Dale aceptar”

La cuestión, entonces, pasó a otro de los temas más complejos y polémicos: cómo se toman los datos sobre los que opera la inteligencia artificial. “A veces hay sesgo en los datos”, dijo Pollo Cattaneo, “lo que no quiere decir que los datos tengan una intencionalidad sino que puede ser que sean datos históricos que no se aplican al contexto”.

Un ejemplo sería aquellas compañías que tenían información previa a la pandemia: esos datos que funcionaban perfectamente quedaron descontextualizados, desencajados. Esta es una de las cuestiones más cruciales del conjunto de datos. Otra tiene que ver con la ética y la confidencialidad. “Ese es un tema que está en agenda en todo el mundo; la Argentina también está dando sus primeros pasos”. “Se está hablando mucho de la regulación de la IA”, agregó Muhafara. Y Cena subrayó: “Lo que hay que discutir es quién asegura los datos que se generan”.

En ese punto, Moyano hizo un llamado a la responsabilidad individual. “Con respecto al marco regulatorio”, dijo, “la tecnología va a una velocidad de 20x: siempre vamos a sentir que llegamos, pero hay que concientizar para que los ciudadanos entiendan cómo se exponen”. El ejemplo que dio es uno al que todos —absolutamente todos— nos enfrentamos casi cotidianamente: cuántos sabemos qué significa aceptar una cookie, cuántos las aceptamos sin comprender qué es lo que estamos haciendo. “Al final del día”, dijo, “es más efectivo entender cómo vamos dejando nuestra huella de lo que pueda hacer el gobierno”.

Promediando el encuentro, Andrés Bursztyn trajo a debate el tema del trabajo: ¿qué va a pasar con el empleo?, ¿hay puestos amenazados? “Yo abrazo a la IA y abrazo a la tecnología desde chico”, dijo Muhafara, “y quiero que avance cada vez más rápido. Leo información sobre el tema, y algunos trabajos se van a reemplazar pero van a surgir otros que la IA no va a poder hacer”. La situación, nuevamente para él, implica una relación entre humano y tecnología para potenciar y obtener mejores resultados. “Algunas de las funciones del médico van a ser reemplazadas”, dijo, “pero la sensibilidad de escucha y acompañamiento que él hace no va a ser reemplazada por la IA: ahí es donde el médico va a potenciar sus tareas para resolver con mayor rapidez la enfermedad”.

Para Tomás Moyano, de Ticmas, no hay que hablar de reemplazo sino de transformación: “La humanidad se viene transformando hace miles de años. Con la IA algunos puestos de trabajo se van a transformar, porque se van a transformar las responsabilidades y las habilidades para cumplir esa función. Si uno todos los días tiene que apretar la misma tecla, puede tener algo mecánico que la aprete por mí y yo pueda agregar un valor por arriba: así es como evolucionamos los seres humanos”, dijo.

Aquí, Pollo Cattaneo hizo una salvedad: hay empresas que buscan casi con desesperación incluir una solución de inteligencia artificial, pero primero tienen que entender para qué y por qué la necesitan. “Te dicen ‘Quiero una IA’ como si dijeran ‘Quiero una Ferrari’, pero capaz que, para andar en la capital, ese auto no sirve”. Saber de qué trata la IA, dijo, baja la ansiedad. Y Cena se sumó a esta última frase para hablar del rol de la universidad: “Yo vengo de la Tecnología”, dijo, “y todos los de Tecnología estamos acostumbrados a los cambios, pero hay que entender que muchísima gente no está tan acostumbrada y hay que acompañarla en el proceso de transformación. Las universidades pueden hacer mucho por eso”.