Gaspar García actualmente trabaja en el Sanatorio Junín.
HISTORIAS DE INSPIRACIÓN Y EVOLUCIÓN

Visibilizando historias: relatos de juninenses que vencieron prejuicios, logrando superarse

Democracia entrevistó a tres juninenses que han atravesado el proceso de vivenciar una condición diferente. En tal sentido, este medio indagó en cómo fue la transición en sus respectivas biografías, el hecho de insertarse laboralmente, la importancia del acompañamiento de amigos y la familia, la promoción de espacios para la concientización y el análisis de la “mirada social” como mecanismo que marca diferencia.

La resiliencia es la capacidad para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos. En algunos casos, la misma es un estilo de vida, mientras que, en otros, es la consecuencia a determinado hecho o imponderable a sortear.

De tal forma es que la vida de algunas personas pasa de lo común a lo “extraordinario” y se vuelven ejemplo de inspiración y autosuperación en un mundo habituado a la rutina, lo común y reticente a la diferencia.

Democracia entrevistó a tres personas que han atravesado el proceso de vivenciar una condición diferente abordando la transición en sus respectivas biografías, el hecho de insertarse laboralmente, la importancia del acompañamiento de amigos y la familia, y el análisis de la “mirada social” como mecanismo que marca diferencia.

En tal sentido, este medio dialogó con Matías Prieto (reconocido exfutbolista de Sarmiento y periodista con presente en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires); Iván Guajardo, encargado de la Biblioteca Braille y Parlante “Eduardo Larrory” desde hace 25 años; y Gaspar García, futbolista con paso por Origone de Roca y empleado de Sanatorio Junín.

 

Devenir de cada historia

Un aspecto interesante a abordar es el devenir de cada una de las historias contempladas. Distintas génesis, distintos procesos, distintos desarrollos con un denominador en común: la resiliencia como medio y fin en sí mismo para seguir adelante.

En el caso de García fue un accidente lo que implicó la amputación de su antebrazo y codo. Al respecto, recordó: “Mi papá tenía una carnicería y, cuando tenía dos años, metí la mano en la picadora de carne. Mucho no me acuerdo propio de la edad y el momento que significó”.

Acerca de lo que implicó aquel momento en su historia, consideró que “no es que fue doloroso, sino el tema de asumirlo y darme cuenta de lo que representaba. También trabajar en cómo me afectaba mentalmente y motrizmente. Aprender a hacer todo con mi discapacidad. Hoy hago todo, pero fue un proceso que costó”. 

Producto de un siniestro vial, otra historia que también se vio afectada por la amputación de una de las extremidades fue el caso de Prieto: el reconocido periodista oriundo de O´Higgins. Sobre el momento que cambió su vida rememoró: “A la vuelta de una visita en Junín, al día de hoy no recuerdo bien qué pasó, íbamos en moto y tuvimos un accidente con una camioneta. Tuve cinco fracturas expuestas en la tibia, pérdida de masa ósea, perdí varios litros de sangre. En el hospital me terminan salvando por esas cosas azarosas de la vida”. 

Tras estar internado varias semanas en Chacabuco y Junín, Prieto fue trasladado al Hospital San Martín de La Plata, lugar donde permaneció varios días hasta recibir el alta. Sin embargo, tras el intento de recomponer los huesos de su pierna, y ante el desarrollo de una peligrosa infección, se determinó la amputación de parte de su pierna para que pueda sobrevivir y volver a desarrollar su vida. 

“Un 23 de diciembre me dan el alta, es decir, casi dos meses después del accidente. A partir de ese momento, empezó un nuevo aprendizaje en mi vida. Andaba en sillas de rueda porque no tenía la fuerza suficiente en la pierna sana o en el muñón para una prótesis. Durante tres meses fui tres veces por semanas de O´Higgins al San Martín de La Plata”, describió.

Habiendo pasado el momento quirúrgico y la consecuente rehabilitación física, Prieto comenzó a utilizar una prótesis, la cual lo acompaña desde hace más de 25 años. “Hoy me manejo para todos lados solo, sin ningún tipo de bastón, y lo hago por mis métodos, es decir, de forma autónoma y sin inconvenientes. De hecho, actualmente, salgo a correr todas las mañanas”, resaltó.

Por otro lado, en lo que hace a la biografía de Guajardo, a los cinco años de vida quedó ciego. “Sucedió cuando aún iba al jardín. Por suerte, tengo una familia numerosa de nueve hermanos y eso me benefició para desarrollarme a la par de ellos”, relató e indicó: “Tomé conciencia de la discapacidad cuando no podía hacer lo que hacían lo demás sin dificultades: cortarme la comida, andar en bici, necesitaba la compañía para movilizarme más allá de los impedimentos del hogar”.

Luego de hacer la primaria en la escuela Padre Respuela y la secundaria en el Nacional, Guajardo realizó un intento de iniciarse en los estudios de Derecho en nuestra ciudad. Al respecto, compartió: “No estaba preparado para el cambio de escuela a universidad. Me abrumaba que determinada materia tuviera tanta cantidad de cassettes y pesaba determinados kilos. Todo eso hizo que fuera por otra opción”. 

A través de una convocatoria de la secretaría de Acción Social en Junín, Guajardo dio con una convocatoria para estudiar y prepararse para trabajar en la biblioteca. Precisamente, se formó en Bibliotecología en el Instituto N°8 de La Plata. “Era por encuentros y viajaba para formarme. Estudié con cassette, me hacía mis propios apuntes, y necesité tiempo para aggiornarme. En ese contexto fue que hice mi primer viaje solo a otra ciudad”, comentó.

 

La diferencia como aprendizaje

Revisando la definición de la palabra “prejuicio”, la misma sostiene que “es un juicio o valoración sin experiencia directa o real, generalmente negativo”. De tal forma, tal hecho se reduce con el acceso o acercamiento de la información, y ello se logra con la promoción de espacios o de políticas públicas orientadas a dar con tal objetivo.

Precisamente, desde su experiencia García resaltó los aprendizajes capitalizados desde su caso. “He aprendido mucho desde el lado de mi discapacidad y del lado de cómo veía o veo que la gente me mira. Ahora no tanto, pero antes sentía que me miraban mucho. Sentía como que me subestimaban diciéndome si me ayudaban o no lo hacían o cómo hacía tal cosa. Sinceramente siempre traté de arreglarme solo y por mi cuenta”, narró.

En torno a su trayectoria, Guajardo fue comprensivo con el comportamiento general de las personas y señaló que “es lo que nos pasaría a todos: nos sorprende, no sabemos qué hacer y, hasta que lo asimilamos, nos cuesta”. 

Abordando lo que aprendió a partir de su ceguera, expresó que “uno educa mejor los sentidos cuando te falta uno de ellos. Por eso, tratás de exprimir al máximo los otros. No es que escucho mejor, sino que lo hago con más atención. Eso me permite estar más atento a ruidos”. Y ejemplificó: “Sin prestar mayor atención, puedo reconocer cuál de mis compañeros está caminando por la sala de la biblioteca. De hecho, a veces, por cómo abren la puerta y caminan puedo darme cuenta en qué estado emocional viene. También eso tiene que ver con la convivencia de tantos años de trabajo”. 

Un aspecto fundamental detallado por Guajardo es el hecho de generar conocimiento a partir de sus sentidos. En su caso, sería la asociación de la escucha con los sonidos o ruidos. En tal sentido, expuso: “Voy caminando y, si hay un acondicionador de aire que hace ruido, sé que si camino determinados metros llego a la esquina de tal lugar. Son cosas que uno va adquiriendo con los años, involuntariamente, mediante la optimización de esos recursos que uno va encontrando. Tengo muchas referencias auditivas que me sirven para orientarme. Entro a un lugar y me voy orientando para encontrar la puerta de salida, salvo que sea un edificio grande”. 

Además de coincidir con el hecho de haber jugado al fútbol, Prieto también coincidió con García en el hecho de “sentir” la “mirada social”. En torno a este concepto, manifestó: “Lo que más me queda, aunque hoy más aceptado, es la mirada de la otra persona. Quizás me conocían y, al verme, bajaban la vista para mirar a la pierna. Me daban ganas de decirles ´¿nunca viste a alguien que le falta una pierna?´. Al margen, también me pasa a mí y soy alguien que estuvo en esa condición. Fue algo que me pasó durante los primeros años”. 

 

La familia, el apoyo incondicional

Distintas trayectorias y devenires en cada historia con un mismo punto en común en todos los casos: la importancia trascendental de la familia como sustento emocional para seguir adelante. Por eso, Democracia indagó en torno a tal acompañamiento a cada entrevistado.

En el caso de Guajardo, compartió: “Siempre mis padres y hermanos han sido fundamentales. Cada uno fue haciendo lo posible desde su lugar y dándome recursos dentro de sus posibilidades. Mis padres eran como los directores de una orquesta y las piezas iban funcionando”. 

“Fue fundamental apoyarme en ellos y lo que me llevó a poder desarrollarme, tener una trayectoria escolar, tener una formación profesional como así también tener la posibilidad de seguir adelante y lograr formar mi familia y sostener mi propia economía”, valoró y remató: “Sin mi familia hubiera sido diferente y no sé si hubiera conseguido este nivel de satisfacción que tengo”. Con una misma índole de agradecimiento, quien resaltó el lugar de sus familiares fue García al manifestar: “Mi familia y amigos fueron muy importantes en todo el proceso. Igualmente, además de ellos, quiero resaltar a mi abuelo que fue una figura trascendental y me enseñó muchas cosas de una manera particular. Aprendí mucho de él”.

Siguiendo con la valoración de las personas más cercanas en cada proceso, Prieto también hizo mención a sus amigos y familia. Al respecto, contó: “Al mes de estar amputado, conocí a Jesica, quien es hoy mi señora. Ella junto a mis amigos fueron una parte clave para que estuviera bien. Tener a todos ellos al lado fue valiosos; podría decir, son las personas que me han salvado. Nunca fui a un psicólogo porque no lo consideré, pero sí fue vital apoyarme en estos afectos. El núcleo central de la vida está puesto ahí y en disfrutar. El resto de las cosas van y vienen”.

En tal sentido, Prieto hizo hincapié en lo que significó tal proceso personal y manifestó: “La resiliencia está buena en uno y, si no lo acompañás desde buenos lugares y afectos, es complicado. Por eso, uno apuesta a la familia y los amigos”. 

 

La importancia de concientizar

Un aspecto troncal a todas las áreas de la sociedad, como pueden ser las escuelas, las familias o los clubes, es la importancia de informar y concientizar en temas de accesibilidad e inclusión. De tal forma, una premisa histórica sostiene que es importante visibilizar, es decir, darles lugar y mención a determinados hechos o sucesos, ya que pareciera que lo que no se visibiliza no existe.

Retomando tal enunciado, a partir de los diferentes testimonios incluidos en la nota, Democracia consultó en torno a la importancia de concientizar sobre determinados temas y áreas. Desde su experiencia personal, García señaló que “hoy no veo tanta discriminación. Si me preguntabas hace unos años, quizás sí. Creo que estamos más preparados en torno al tema de discapacidad. Influye mucho la educación y los valores que se tengan en casa, pero veo mucho más preparado todo para integrar la diferencia, si es que la existiese, aunque para mí no la hay”.

“Por lo poco que sé, hoy en día se le da un poco más de importancia, se tiene en cuenta y se valora el esfuerzo y compromiso de las personas con discapacidad”, añadió. A su turno, Prieto tensionó lo expuesto por García, ya que, para él, la sociedad “sí es discriminadora. Igualmente hay que ponerlo en contexto. Tengo una hija de 16 años y hoy a los chicos, al hablar de alguien, han cortado ciertos estereotipos. Antes se discriminaba más, hoy se hablan muchas cosas y no hay tanto tabú. Entonces, teniendo como referencia a mi nena, veo que se habla más”.

Saliendo de su esfera personal y abordando el plano social, Prieto analizó: “Creo que se han hecho un montón de cosas y faltan muchas más. Por ejemplo, faltarían más oportunidades de trabajo para personas con discapacidad”. 

“En cuanto a lo que es el tema de la accesibilidad, se ha ido mejorando y siempre se puede hacer más y mejor. En ese sentido se ha ido acortando la complejidad, ya que antes casi no existía y hoy los edificios están más adaptados a todo esto”, comentó.

Así como Prieto mencionó la importancia de considerar los contextos para tratar determinado hecho, Guajardo coincidió en tal aspecto al señalar que “los grandes cambios necesitan de tiempo y mucha voluntad. La sociedad en general está evolucionando y va camino a ser más empática”. 

No obstante, reconoció que “una sociedad ideal es difícil y lo más sencillo es adaptarse y utilizar los recursos a mano para mejorar. Eso depende de cada uno de nosotros para mejorar los entornos. Pienso en lo que puede hacer cada uno en su metro cuadrado, es decir, hacer eso más amigable no solo para uno, sino también para poder compartirlo con otro”.

Producto de su experiencia en el día a día, Guajardo manifestó potenciales cosas para volver nuestra ciudad más accesible. De tal forma, dijo: “Trabajaría mucho con los obstáculos en las veredas. Así como se hizo ´Junín sin humo´ para que los fumadores dejaran de fumar y espacios libre de humo, haría ´veredas libres de obstáculos´”. 

“No solo por los ciegos, sino para personas con movilidad reducida, ya sea de forma permanente o temporal, porque es todo un tema. Hay una infinidad de cosas con las que tenés que convivir para poder movilizarte. Por ejemplo, el caso de las motos en las veredas. Las políticas se piensan y están, pero hay que ejecutarlas”, fundamentó.

Su realidad no se reduce solo al hecho de que haya motos en las veredas, ya que los elementos con los que se puede topar diariamente son muchos otros. “Actualmente te siguen poniendo la maceta decorativa en la puerta de un comercio. En algunas ocasiones, como poner una maceta sola no queda estético, te ponen una de cada lado de la puerta y eso te entorpece un montón. Donde yo vivo me quejo un montón porque es complejo para mí para caminar por las veredas”, describió como unos de los potenciales imponderables a resolver diariamente. 

 

Reflexión para finalizar

Como último ítem, a partir de sus vivencias personales, Democracia decidió brindar un espacio a los entrevistados para compartir un mensaje. En tal sentido, García quiso resaltar el lugar ocupado por el fútbol como espacio de formación y, en su caso, salvación. “El deporte fue una de las cosas más importantes en mi vida y para crecer como persona. La cancha es donde paso un momento en el que me olvido de todo, inclusive de mi discapacidad y mis problemas; tengo la mente ocupada y disfruto”, consideró.

También, García resaltó la importancia del ejercicio de visibilizar y trabajar sobre este tipo de historias. “Está bueno contar y dar a conocer la experiencia. No hay que tener miedo o vergüenza de esas cosas”, enfatizó.

Guajardo, como ejemplo de resiliencia y de inspiración a ir siempre por más, reflexionó: “Siempre hay que tener un objetivo en el horizonte y enfocarse en eso. Los objetivos pueden cambiar, pero siempre hay algo en qué enfocarse y tratar de llegar a ellos. Tengo claro que la discapacidad no ha sido un impedimento para lograr mis objetivos. No es algo que me identifica, sino que es una característica de mi persona que, con esfuerzo y voluntad, las cosas son posibles. A mí me costó muchísimo estar donde estoy hace casi 23 años, en un lugar importante para la ciudad, y me da mucha satisfacción”.

Finalmente, Prieto manifestó: “Mientras respiremos, estamos con vida. La pandemia, si hay algo que tiene que dejar, es que hoy estamos y, en dos segundos, se terminó la historia. La familia y los amigos son el núcleo central. Lo importante es tratar de disfrutar, obviamente con los compromisos y responsabilidades que se tiene”.

Con distintos presentes en un momento de plena actividad, cada uno en sus trabajos, tanto García como Prieto y Guajardo testifican historias de inspiración y de que, con voluntad y esfuerzo, cuando se quiere, se puede.