“Mona Lisa”, un retrato que trasciende de lo físico
Los misterios o incógnitas que ha arrastrado se remontan casi al mismo momento de su creación en 1504, cuando fue pintada por Leonardo Da Vinci y hay secretos a su alrededor que todavía perduran.
La fotografía de Lisa Gherardini, más popular como Mona Lisa o La Gioconda, óleo sobre tabla, de 77 por 53 cm, cuelga bajo fuertes medidas de estabilidad en el Museo del Louvre y, a partir de 2005, sobre un muro erigido en especial para ella.
Leonardo da Vinci pasó los 3 últimos años de su historia en el castillo de Clos Lucé, bastante alrededor de la residencia de Francisco I, en Amboise y, a su muerte en Francia, en 1519, el cuadro ha sido adquirido por el monarca francés pasando a conformar parte de las colecciones reales.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII, la popularidad de la obra ha sido languideciendo y en el XIX la Mona Lisa no era, posiblemente, el cuadro más conocido del Museo del Louvre.
La Mona Lisa - LA SONRISA “MÁS CAUTIVADORA”
Hoy comprendemos, pues está documentado, hacia 1503 Leonardo inició la fotografía de Lisa Gherardini, señora del mercader de telas, Francesco del Giocondo, por encargo de éste, con fundamento probablemente del origen de su segundo hijo.
La mejor declaración del efecto que produjo la Mona Lisa está en la obra: “Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores escultores italianos a partir de Cimabue a nuestros propios tiempos”, redactada por Giorgio Vasari quien, en 1550, no solo expone la identidad de la retratada, Sino que explica cómo Leonardo alcanzó a esbozar la sonrisa bastante más de la historia del arte.
“Por encargo de Francesco del Giocondo, Leonardo emprendió el de Mona Lisa, su dama.
En el año 2005 se brindaron a conocer las notas del florentino Agostino Vespucci quien, en 1503, además de criticar a Leonardo por dejar sus obras sin concluir, indicaba que el pintor estaba en dicha fecha llevando a cabo la fotografía “de Lisa del Giocondo”, con lo cual parece cerraba el debate abierto a lo largo de siglos sobre la identidad de la dama.
LA GIOCONDA DEL LOUVRE, ¿LA ORIGINAL?
No obstante, cabe preguntarse si el original del Louvre corresponde a la obra descrita por Vasari.
En 1517, el cardenal Luis de Aragón y su secretario, Antonio de Beatis, pudieron mirar el cuadro en la residencia de Leonardo en Francia.
En su especificación, Vasari llama la atención sobre las cejas y pestañas de la retratada, que permanecen ausentes en la obra del Louvre.
EL SECRETO DE SUS OJOS
El historiador italiano Silvano Vinceti aportó, en el año 2015, un elevado nivel de misterio una vez que afirmó, en un análisis, que en el ojo derecho de La Gioconda aparecen las letras LV, que podrían contestar a sus iniciales, y en el izquierdo las letras CE o CB, mientras tanto que en el arco de uno de los ojos aparecería el número 72 o la letra L mayúscula y un 2
LA MONA LISA DEL PRADO
No se conoce cómo alcanzó España “La Gioconda” existente en el museo del Prado, aun cuando el cuadro surge catalogado en 1666. No únicamente hablamos de la réplica más vieja famosa de la obra, debido a que está desarrollada por uno de sus estudiantes paralelamente que el original, sino que muestra unas similitudes técnicas con la pintura de Leonardo realmente singulares, hasta el punto que ha sido considerada a lo largo de una época del propio maestro.
Tras los trabajos de reposición llevados a cabo en 2012 se observó que el fondo ocultaba el mismo paisaje que el de “La Gioconda” de París y, además, como explica la restauradora Almudena Sánchez: “Una reflectografía enseñó que el dibujo era bastante rico en detalles, algo impropio de una réplica; era una obra hecha a partir de dentro hacia fuera”.
Si bien la sonrisa es la misma, y la mirada sigue al observador al igual que la de París, la del Prado tiene cejas y pestañas pues parece ser un retrato real, un verdadero retrato identificable para dar, a medida que las omitió en el de París pues, probablemente, en ella buscaba una belleza idealizada, abstracta.
Otra incógnita despejada es que “La Gioconda” de Madrid está ejecutada sobre una tabla de roble de máxima calidad, con los pigmentos más valorados, como laca roja y lapislázuli -demasiada riqueza para un discípulo-, lo cual demostraría que contaba con los superiores materiales, seguramente pues tenía que ver con la pieza del encargo.