ECONOMIA

La “tasa rosa”encarece hasta un 20% los productos femeninos

Se llama así a la diferencia de precio que registran los artículos para mujeres frente a los masculinos.

Las mujeres pueden llegar a pagar hasta un 20% más que los hombres por un mismo producto, como consecuencia de la llamada “tasa rosa”, un sobreprecio que establecen algunas marcas al diferenciar los productos por género. Esta estrategia de márketing, que ha sido denunciada como discriminatoria por entidades defensoras de los derechos de las mujeres, tiene un alcance global y sus efectos se miden en miles de dólares anuales: según un estudio de la Universidad de California las estadounidenses pagan cerca de 1.400 dólares más al año que los hombres por productos similares.

“Esta estartegia engañosa del mundo del márketing se basa en un supuesto de la sociedad, que dice que las mujeres dedican más tiempo y dinero al cuidado personal. El año pasado hicimos una experiencia midiendo la diferencia de precio en los mismos productos para hombre y para mujer en siete categorías diferentes y en todas se verificó un precio mayor en la variante femenina, generalmente en función de presentaciones más cuidadas. Pero el producto era el mismo”, explicó a EL DIA la platense Paloma Bokser, especialista en consumo.

Lo cierto es que la diferenciación por género que hacen algunas marcas de productos de consumo masivo puede significar para las mujeres tener que pagar hasta un 20% más que los hombres por los mismos ítems, un sobreprecio que se conoce como “impuesto rosa”, fenómeno global que se percibe también en las góndolas argentinas.

Las mujeres encuentran precios más caros por productos de idéntica funcionalidad pero con un marketing y packaging diferenciado.

Un relevamiento de las consultoras Focus Market y Scanntech, identificó que los rubros en los que mayormente se observa la diferencia de precios son los vinculados a las industrias químicas y farmacéuticas relacionados con la estética, la higiene y el cuidado personal.

El llamado “impuesto rosa” se suma, desde el abordaje económico, a la brecha salarial que afecta a las mujeres respecto a los hombres y a la discriminación en el acceso a las mismas oportunidades de empleo y representación en los puestos decisorios de las empresas.

En la búsqueda para disminuir el impacto económico sobre el bolsillo de la mujer, diferentes ONG´s bajo el lema “Menstruacción8M” solicitaron esta semana la disminución del IVA sobre los productos de gestión menstrual (tampones y toallitas), y pidieron su provisión gratuita en escuelas, universidades, comedores, cárceles, espacios comunitarios y refugios para personas en situación de calle.

Las ONG´s aducen que estos productos son de necesidad básica femenina y su falta de acceso genera deserción escolar y ausentismo, infecciones y precarización económica.

Un precios discriminador

El especialista en consumo Damián Di Pace, quien dirige Focus Market, explicó que el mercado “genera un precio discriminatorio en góndola a partir de que es la mujer la que tiene una alta participación en la decisión del gasto hogareño y en la definición de compra en el punto de venta”.

Ante esta realidad, las grandes compañías impusieron “una diferenciación en el packaging que genera una asociación simbólica respecto de marca y producto - vinculado a un color como el rosa asociado al consumo femenino- que es trasladada al precio en forma diferencial, pero que no tiene justificación en las características del artículo”, apuntó Di Pace.

El trabajo insiste en que más allá de los envases y el marketing, desde el punto de vista técnico el producto no tiene atributos funcionales de uso diferente de los ofrecidos al sexo masculino, y por lo tanto no convalida un sobrecosto.

El concepto de “impuesto rosa” surgió a partir de una investigación que hizo el Ministerio de Economía de Francia a comienzos de esta década, y que dio lugar a que el organismo francés de defensa del consumidor denunciara los sobreprecios en una serie de productos de grandes compañías multinacionales.

Para Paloma Bokser, “un consejo a tener en cuenta es que ante un producto que sólo está diferenciado por el packaging y una vez revisada la etiqueta y comprobado que se trata del mismo producto en sus versiones femeninas y masculinas, se opte por comprar la versión masculina a un costo más bajo”.