Cada vez más profesionales recurren a la tecnología y encaran terapias online
Se estima que uno de cada tres psicólogos usa las ventajas de los dispositivos tecnológicos para llevar adelante sus tratamientos.
Cuando a Graciela Ríos le dieron la oportunidad de trabajar seis meses afuera del país tuvo su momento de alegría pero le duró poco. “Eran seis meses en Chicago y yo no tenía grandes compromisos que me ataran -cuenta ella, a casi un año de aquella experiencia laboral como programadora de sistemas para una firma internacional-, pero al toque me cayó la ficha de lo que significaba: tenía que suspender mi terapia. Fue un bajón. Y por un momento hasta pensé en renunciar al viaje”. Indecisa y temerosa, Graciela encontró la solución en manos de su propia terapeuta. “Me dijo que podíamos seguir charlando vía Skype -recuerda-. Al principio me pareció una locura, pero ella me insistió y, al final, las sesiones siguieron a la distancia y de un modo absolutamente natural”.
Graciela, de 36 años, no es la única persona que encontró en la terapia online una nueva manera de tratar y analizar sus emociones. De un tiempo a esta parte, la terapia a distancia se convirtió en el complemento perfecto a la consulta convencional no sólo de psicólogos y psiquiatras sino también de nutricionistas y de todas aquellas disciplinas que tradicionalmente quedaban limitadas a visitas a un despacho o un diván.
“En un mundo cada vez más conectado -sugiere el psicólogo Eugenio Ronco-, la terapia no presencial puede convertirse en el complemento perfecto a la consulta tradicional. Es más, muchas veces la deslocalización se presenta como pieza clave para el tratamiento, puesto que vence las barreras del espacio y del tiempo y amplía las posibilidades de la
consulta”.
No es nuevo que con el avance de los años aparezcan transformaciones en la estructura tiempo-espacio y, con ellas, en los modos de aprender, transmitir, trabajar y hasta relacionarse. Los ejemplos sobran. Y casos como el de Graciela parecerían hoy ser moneda frecuente y conformar ejemplos de una realidad donde, ayudados por los desplazamientos fronterizos, la globalización y la explosión interminable de nuevas tecnologías, cada vez son más los profesionales que prefieren encarar sus tratamientos a través del uso del teléfono, Skype (con o sin cámara web), chat, mail o WhatsApp, entre otros dispositivos tecnológicos y aplicaciones, para establecer así las relaciones terapéuticas con sus pacientes.
Para muchos, la terapia psicológica online en nuestro país tuvo su primer capítulo con la crisis de 2001/2002, que llevó a miles de personas a emigrar buscando nuevas oportunidades laborales y encontraron en el chat o el Skype una posibilidad de poder continuar, pese a la distancia, las sesiones con su terapeuta. Pero desde entonces no dejó de crecer y actualmente se estima que uno de cada tres psicólogos atiende a través de Internet. El diván, dicen, se está mudando con fuerza a la Web.
“Hay terapeutas que prefieren el chat u otros que prefieren Skype, pero la mayoría usa varias veces ambos -apuntan desde la Asociación Psicoanalítica Argentina-. Tener la opción de que el paciente escriba lo que siente y así trabajar ciertos contenidos por chat genera que, más allá de que terapeuta y paciente no se encuentren en el mismo lugar, haya entre ambos un punto de encuentro psíquico”.
Precisamente, uno de los aspectos que destacan quienes acompañan la tendencia es que, a diferencia de la terapia presencial, la versión online tiene como protagonista a la escritura. Mediante el relato escrito, apuntan, se puede construir una relación terapeuta-paciente a veces más sólida que en la terapia convencional.
Estas prácticas se fueron implementando y dieron respuesta a los procesos de terapia que, como en el caso de Graciela, estaban ya en marcha y con temas puntuales abiertos. Se trata de personas que ya se encuentran en un marco terapéutico y que, por diferentes razones, viajan al exterior o simplemente descubren en esta nueva tendencia una forma de continuar su desarrollo analítico.
Según los especialistas, estos tratamientos representan entre el 15% y el 50% del total de su actividad. Si bien en Argentina no hay cifras oficiales que encuadren el tema, un estudio de la Clínica Mayo de Estados Unidos relevó que esta modalidad tiene más aceptación en personas de entre 25 y 55 años, especialmente en las mujeres que trabajan.
Claro que, según coinciden los especialistas, la forma y los modos no tradicionales de abordar una problemática -sea de índole física o psicológica- deben ser siempre acordados de antemano y, en la medida de lo posible, con algunas entrevistas de prueba antes de comenzar la terapia necesaria en cada caso.