EL MÚSICO, EMPAPADO DE LOS SONIDOS DEL LITORAL, HABLA DE SU RELACIÓN CON SU ARTE
El Chango Spasiuk, hecho de música
Con una calidez inusitada, el Chango se vincula con sus sonidos y el público. Su próximo proyecto es grabar un disco y DVD en vivo para atrapar esos momentos únicos de comunicación.
El Chango Spasiuk terminó una serie de conciertos compartidos con Raúl Barboza pero permanece en la pantalla de Encuentro como sensible anfitrión de la cuarta temporada de Pequeños universos, apenas dos de las facetas vinculadas con una sensibilidad que lo convierte en un artista singular de la música popular argentina.
“No podemos sacar a la música de la vida. La música es un misterio demasiado grande que no podemos limitar al entretenimiento nada más, es una herramienta de construcción de espacio dentro de cada uno de nosotros”, reflexiona Spasiuk.
Acordeonista, compositor y arreglador que asume una música bella y novedosa con partida de nacimiento en el Litoral, señala sobre el embrujo de los sonidos que expresa en su arte: “no es que yo quiera ser bonito o interesante, sino que estoy buscando un mundo sonoro que resuena en uno”.
Consultado entonces acerca de su aporte capaz de dotar de otras alas al chamamé, asume que “se desarrolló algo que generó un entusiasmo pero la motivación es hacer algo para uno”.
Un poco menos hermético, acepta que “siempre ha sido motivador para mí poder descubrir que mi lenguaje sonoro tenía muchas más posibilidades”, dijo.
Al repasar esas motivaciones que forjaron una obra con ocho álbumes de estudio y un reconocimiento planetario, recuerda: “cuando yo era chico la idea de chamamé que había era que se trataba de una música de consumo familiar, pero esa imagen con la que me crié es algo que no podía creer y por eso necesité desarrollar”.
“Todo lo que uno hace -arriesga- es por una necesidad y un desafío personal por el que usa y es usado por el género, y me entusiasmaba ver hasta dónde podía encarar el desarrollo estético de un lenguaje”.
Lejos de cualquier complacencia, consigna que “como parte de la experiencia del camino he hecho cosas absolutamente horribles y, también, algunas lindas cosas”.
Con cosas más lindas que de las otras, la discografía de Chango, iniciada en 1989 con un álbum con su nombre, incluye las placas Contrastes (1990), Bailemos y... (1992), La ponzoña (1996), Polcas de mi tierra (1999), Chamamé crudo (2001), Tarefero de mis pagos (2004) y Pynandí-Los Descalzos (2008), además de un par de compilaciones internacionales.
Al repasar el presente de su música, comenta que los recitales con Barboza con los que giró por la Argentina y a los que le quedan presentaciones veraniegas, “es un encuentro que nos permitió trasladar aquí lo que a lo largo de muchos años fuimos haciendo en Europa”.
“El espíritu y la esencia de juntarnos pasó por mostrar dos maneras y dos momentos totalmente diferentes de asumir el chamamé, pero desde un respeto absoluto por ese mundo sonoro”, describe.
En clave personal, Spasiuk indicó que “conceptualmente Pynandí… es un disco que sigo tocando porque tiene repertorio, y quizá por eso no estoy muy desesperado por saber cómo sigue musicalmente toda la película”.
Sin embargo, adelanta: “siento es un buen momento para hacer un disco en vivo, y también registrar un dvd porque el directo entrega un margen de juego y un poco de la improvisación colectiva que me genera entusiasmo poder capturar”.
Aunque se define como quien “está más pendiente de sus actividades musicales que televisivas”, durante la charla narra con detalle y emoción las aristas de la cuarta temporada del ciclo Pequeños universos que se aprecia por el canal Encuentro.
“Esta temporada es diferente a las anteriores porque aunque no podía comprometerme a encarar 13 capítulos, hicimos cuatro programas nuevos y otros cuatro especiales que más que un compilado, implican una relectura de los más de 40 viajes realizados”, relata.
“No podemos sacar a la música de la vida. La música es un misterio demasiado grande que no podemos limitar al entretenimiento nada más, es una herramienta de construcción de espacio dentro de cada uno de nosotros”, reflexiona Spasiuk.
Acordeonista, compositor y arreglador que asume una música bella y novedosa con partida de nacimiento en el Litoral, señala sobre el embrujo de los sonidos que expresa en su arte: “no es que yo quiera ser bonito o interesante, sino que estoy buscando un mundo sonoro que resuena en uno”.
Consultado entonces acerca de su aporte capaz de dotar de otras alas al chamamé, asume que “se desarrolló algo que generó un entusiasmo pero la motivación es hacer algo para uno”.
Un poco menos hermético, acepta que “siempre ha sido motivador para mí poder descubrir que mi lenguaje sonoro tenía muchas más posibilidades”, dijo.
Al repasar esas motivaciones que forjaron una obra con ocho álbumes de estudio y un reconocimiento planetario, recuerda: “cuando yo era chico la idea de chamamé que había era que se trataba de una música de consumo familiar, pero esa imagen con la que me crié es algo que no podía creer y por eso necesité desarrollar”.
“Todo lo que uno hace -arriesga- es por una necesidad y un desafío personal por el que usa y es usado por el género, y me entusiasmaba ver hasta dónde podía encarar el desarrollo estético de un lenguaje”.
Lejos de cualquier complacencia, consigna que “como parte de la experiencia del camino he hecho cosas absolutamente horribles y, también, algunas lindas cosas”.
Con cosas más lindas que de las otras, la discografía de Chango, iniciada en 1989 con un álbum con su nombre, incluye las placas Contrastes (1990), Bailemos y... (1992), La ponzoña (1996), Polcas de mi tierra (1999), Chamamé crudo (2001), Tarefero de mis pagos (2004) y Pynandí-Los Descalzos (2008), además de un par de compilaciones internacionales.
Al repasar el presente de su música, comenta que los recitales con Barboza con los que giró por la Argentina y a los que le quedan presentaciones veraniegas, “es un encuentro que nos permitió trasladar aquí lo que a lo largo de muchos años fuimos haciendo en Europa”.
“El espíritu y la esencia de juntarnos pasó por mostrar dos maneras y dos momentos totalmente diferentes de asumir el chamamé, pero desde un respeto absoluto por ese mundo sonoro”, describe.
En clave personal, Spasiuk indicó que “conceptualmente Pynandí… es un disco que sigo tocando porque tiene repertorio, y quizá por eso no estoy muy desesperado por saber cómo sigue musicalmente toda la película”.
Sin embargo, adelanta: “siento es un buen momento para hacer un disco en vivo, y también registrar un dvd porque el directo entrega un margen de juego y un poco de la improvisación colectiva que me genera entusiasmo poder capturar”.
Aunque se define como quien “está más pendiente de sus actividades musicales que televisivas”, durante la charla narra con detalle y emoción las aristas de la cuarta temporada del ciclo Pequeños universos que se aprecia por el canal Encuentro.
“Esta temporada es diferente a las anteriores porque aunque no podía comprometerme a encarar 13 capítulos, hicimos cuatro programas nuevos y otros cuatro especiales que más que un compilado, implican una relectura de los más de 40 viajes realizados”, relata.