PSICOLOGÍA

Exámenes: cómo controlar la ansiedad

Se acerca la época de exámenes. Este momento del año puede ser para algunos niños, adolescentes y estudiantes adultos uno de los más estresantes del calendario. Tips para manejar el momento y un test para saber cuán ansioso es cada uno.

Estar un poco nervioso antes de un examen es normal y esperable, ya que cuando la ansiedad se manifiesta en niveles moderados facilita el rendimiento e incrementa la motivación.
Sin embargo, la cercanía de un examen a veces se vive como una experiencia incómoda y desagradable. Cuando la ansiedad es muy intensa se refleja en molestos registros somáticos y puede llegar a provocar cambios y pérdida de control sobre nuestros comportamientos normales.
La ansiedad intensa ante los exámenes es una reacción de tipo emocional, de carácter negativo que se manifiesta como un miedo persistente que se genera frente a la expectativa o la presencia de un examen.
Esta situación de evaluación puede sentirse durante exámenes escritos, orales, trabajos, informes, participaciones en clase o una entrevista de trabajo; cualquier situación en donde la persona sienta que sus capacidades son evaluadas.
La ansiedad ante los exámenes puede ser “anticipatoria” o “situacional”. La primera aparece al momento de estudiar o al pensar en el examen (“me van a bochar”, “me la voy a llevar previa”).
La ansiedad “situacional” surge durante el examen propiamente dicho (“esto nunca me va a salir”).
Los problemas surgen cuando en algunas personas el miedo se vuelve tan intenso que interfiere en su capacidad para obtener buenos resultados en sus evaluaciones.

¿En qué situaciones se produce la ansiedad intensa ante los exámenes?


En muchos casos los malos hábitos de estudio, la poca preparación o el no poder administrar el tiempo de manera eficiente pueden provocar una respuesta intensa de ansiedad.
En los casos donde la preparación para el examen fue la adecuada, la ansiedad puede estar debida a continuos pensamientos negativos o preocupaciones. Por ejemplo, “me van a reprobar otra vez”, “Juan ya escribió 3 hojas y yo todavía no empecé”, “si me reprueban el examen de manejo no podré conducir jamás”… atormentan a la persona y no permiten que pueda concentrarse en responder las preguntas de la evaluación.
En otros casos, experiencias previas de bloqueo frente a un examen, el “quedarse en blanco” o haber sido incapaz de recordar las respuestas estudiadas,  actúan como detonantes para activar la ansiedad intensa.
Las personas con tendencias perfeccionistas o que se preocupan mucho tienen más probabilidades de presentar problemas de ansiedad. También el miedo a la mirada reprobatoria de los padres y maestros interfiere en la capacidad para rendir satisfactoriamente durante un examen.
Encontramos así dos perfiles distintos de personas con ansiedad ante los exámenes: aquellos que presentan déficits en sus habilidades de estudio y aquellos en que –a pesar de contar con buenos hábitos de estudio- su rendimiento se encuentra afectado por la ansiedad.
En casos de ansiedad intensa,el estrés inhibe la capacidad de absorber, retener y recuperar información. Ésta genera “ruido”, y la interferencia bloquea la habilidad para recuperar lo que está almacenado en nuestra memoria y al mismo tiempo entorpece nuestra habilidad para comprender y razonar.
Es interesante destacar que un estudio publicado en Inglaterra muestra que el impacto de la ansiedad es mayor y tiene un efecto aun más negativo sobre los resultados del examen si el niño no tiene buena memoria.  En aquellos casos en que el niño presenta buena memoria, la elevada ansiedad se ha relacionado, en cambio, con mejores resultados en los exámenes.
Los estudios concuerdan que, con el fin de superar este tipo de ansiedad y mejorar la habilidad para preparar y rendir exámenes, es importante:
• proveer a los estudiantes de herramientas y estrategias que ayuden a la construcción de habilidades emocionales,
• el ejercicio de hábitos saludables mientras se está preparando un examen.

Cómo afecta la ansiedad intensa ante los exámenes

Puede afectar a nivel físico, emocional, comportamental y cognitivo.
Los síntomas físicos son: dolores de cabeza, nauseas o diarrea, cambios de temperatura corporal, excesiva sudoración, falta de aire, mareos, desmayos, taquicardia, palpitaciones, tensión muscular y sequedad en la boca.
Los síntomas emocionales incluyen miedo intenso, desilusión, enojo, depresión, llantos o risas repentinos, sentimientos de vulnerabilidad y desamparo.
Los síntomas comportamentales son: perturbaciones en la conducta motora verbal, tales como temblor de la voz, repeticiones, tartamudeo, y el “quedarse en blanco”. También la aparición de tics, temblores, fumar compulsivamente, comer o beber en exceso, intranquilidad motora (movimientos repetitivos, rascarse, tocarse, etc.), deambular, quedarse paralizado.
Los síntomas cognitivos principales son la dificultad para concentrarse, para controlar las preocupaciones y organizar las ideas, los pensamientos negativos relativos al rendimiento deficiente, y presentar un estado de confusión.
También el miedo a no alcanzar sus expectativas o las de los demás, a consecuencias negativas de un posible bajo rendimiento, a no ser capaz y a ser menos que los demás.