5 AM
El mandato de la efectividad.
Encuentro por estos días una rama de la literatura económica o vinculada al desarrollo personal y profesional que nos invita a una forma de vida poco saludable y natural. Por eso, en la columna de hoy ensayo estos párrafos que denomino el mandato de la efectividad.
Libros, charlas, mentores, convenciones, perfiles en redes sociales. El contenido fluye en cascada y está bueno leerlo, analizarlo, considerarlo e incluso aplicarlo, a veces. El límite es naturalizar cuestiones que desde mi punto de vista no están (tan) buenas.
Levantarse a las 5 de la mañana, desarrollar inteligencia emocional para "bancar" algunas cuestiones propias del liderazgo o manejo de múltiples proyectos. Soportar pequeñas tiranías de clientes o superiores, sufrir, tragar malos momentos y digerirlos en pos de crecer, porque eso se traduce como efectivo por estos tiempos. Aprovechar el día al máximo, consumir contenidos profesionales permanentemente, no perder un segundo y estar siempre mejorando, avanzando, en estado de alerta.
Acá quiero marcar una pausa. ¡Te pido que te detengas vos también!
Si bien soy uno de esos, de los que cuando manejan lo hacen escuchando un podcast de la profesión y al navegar en redes naufraga todo el tiempo buscando referentes, tutoriales, cosas para sumar y sumar conocimiento. El tema es que llega un punto en que la cabeza y el cuerpo dicen basta. Basta de todo. De eso se trata lo que quiero destacar hoy, de pensar que el ocio y el descanso también suman valor.
Está claro que muchos conceptos de esta filosofía de la efectividad nos ayudan a superar estos tiempos complejos, llenos de presiones y ansiedades. El punto es que la cultura de la capacitación permanente y la auto-superación como mandato contemporáneo también nos puede generar estrés constante.
A veces, solo se trata de no hacer nada. En la cama, en el baño o sentados en el sillón. ¿Cuánto nos cuesta focalizarnos en lo que estamos haciendo? Nada. Simplemente estar, escuchar, conversar. Sin sumar otra actividad, evitando esta carrera contra el reloj, que siempre nos corre y nunca lo podremos alcanzar. Porque incluso mientras leés mi columna te estás perdiendo otra cosa.
Por eso te propongo cerrar el diario, dejar el celu o la compu. Asomate a lo que está pasando por fuera de todo esto. Porque este también es un mandato necesario, efectivo y saludable.