La escalada de los precios de los alimentos es un flagelo que golpea a la sociedad argentina.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

La inflación y la crisis energética jaquean la agenda oficial tras el acuerdo por la deuda

El entendimiento con el Fondo no alcanza para despejar la incertidumbre del mercado. Los precios de los alimentos vuelan y se teme que con la llegada del frío escasee el gas. El Gobierno vuelve a apostar por una mesa de concertación con gremios y empresarios y la oposición pide mayores canales de diálogo.

Con la llegada del otoño, el Gobierno enfrenta un peligroso combo de alta inflación y falta de gas que se podrían retroalimentar al compás de los efectos de la guerra de Ucrania y la consecuente disparada de los combustibles, pero también, según concluyen expertos en el sector, por errores de gestión, por ejemplo, en la demorada contratación de los buques de gas licuado que descargan en Bahía Blanca. Ambos fenómenos también están atravesados por la disputa interna que registra el Frente de Todos y donde el kirchnerismo, que talla fuerte en Energía, reclama un golpe de timón para cambiar el rumbo económico y evitar un mayor ajuste como consecuencia de las revisiones trimestrales que los técnicos del FMI llevarán adelante desde mayo próximo.

La grieta
La grieta interna del Gobierno se reeditó ayer con los actos separados del presidente Alberto Fernández y su vice Cristina Kirchner por el 40° aniversario de la Guerra de Malvinas. Quien acompañó al jefe de Estado fue el exmandatario boliviano Evo Morales, que atiende más al interés nacional de su país que las actividades ideológicas, ya que recortó y encareció la cantidad de gas que vende a la Argentina, pero vino a homenajear a las víctimas de la guerra de Malvinas.
Es que en las últimas semanas Bolivia redujo la cantidad de fluido que envía a través de la frontera norte: pasó de 23 millones m3 diarios a 10 millones de m3 “con precios exorbitantes”, según una calificada fuente consultada. Las razones estarían en la escasez general de combustible producto de la guerra en Ucrania y la prioridad a las compras de Brasil porque “paga más”. En las últimas horas negociaciones de último momento posibilitarían que el vecino país “abra un poco más el grifo” hacia la Argentina, pero difícilmente los envíos alcancen los niveles registrados en 2021.

La historia 
Cristina, en tanto, aprovechó su homenaje a la causa Malvinas para volver a pronunciar un discurso. Pero el mensaje más importante se lo envió al Presidente al sugerirle no confundirse con los dichos de funcionarios que negocian con Estados Unidos, tomando ejemplos del libro “Diario en una Temporada en el Quinto Piso”, de Juan Carlos Torre, que cuenta las internas entre el equipo del ministro Juan Sourrouille (Economía) y el ala política de administración de Raúl Alfonsín. 
La Vice apuntó al propio Martín Guzmán por la falta de respuestas a la crisis del yacimiento de Vaca Muerta. Pero en el Gobierno precisan, con malicia, que tantos los entes reguladores (Enargas y Enre) como la propia secretaría de Energía son parte del loteo kirchnerista del Estado.
Mientras, la cúpula de la UIA, que en la semana se reunió en dos ocasiones con funcionarios del Ejecutivo, la última celebrada en el Palacio de Hacienda donde se firmó “un consenso” para intentar bajar la inflación y mantener altos los sueldos reales, algo que en principio parecería paradójico, viene alertando por el riesgo de que las fábricas se queden sin gas antes del invierno. Algunas firmas ya planifican, de manera preventiva, adelantar horas de trabajo.
Fuentes del sector energético, en tanto, cuestionan que la citada Secretaría no haya buscado compensar la menor producción de la mayor cuenca austral, ubicada en Tierra del Fuego, por tareas de mantenimiento y que recién el 25 de mayo llegaría un buque regasificador a Bahía Blanca; sostienen que este año se necesitarían más de 70 embarcaciones de este tipo, una cifra imposible de alcanzar, para garantizar un normal suministro a la red nacional. Los precios récord, asimismo, demandarían casi US$ 6 mil millones de dólares extras para financiar estas importaciones. 

Los precios
El encarecimiento del fluido podría retroalimentar la inflación vernácula. Pero no sólo por los problemas en la red: falta propano y eso podría hacer subir el precio de las garrafas, mayormente consumidas por población vulnerable. La aceleración de los precios, como se admite en el propio oficialismo, es el principal desafío que tiene por delante en un año no electoral en el que apuesta a construir una agenda propia.
Por ello Alberto ha empoderado al ministro Martín  Guzmán a coordinar estas mesas con sindicatos y empresarios que intenten aquietar las expectativas inflacionarias. El problema es que ni parte del Frente de Todos, con el kirchnerismo a la cabeza, ni de los sectores en cuestión creen firmemente en estos espacios de concertación y en cambio piden corregir las inconsistencias en el propio modelo económico. La CGT, en tanto, tiene su propia interna con un Pablo Moyano que se ausentó de estas conversaciones y en cambio posó en una foto de alto contenido político con Máximo Kirchner.
En el armado opositor, que viene manteniendo fluidos contactos con las cámaras empresarias, cuestionan que el principal impedimento para desalentar las expectativas es la “falta de credibilidad y liderazgo” de un jefe de Estado que, en poco más de una semana, pasó de anunciar una guerra contra la inflación a sugerir que los diferentes actores del mercado necesitaban una “terapia de grupo” para poder resolver el problema.

Impacto relativo
El otro inconveniente que tiene un acuerdo de precios y salarios, según reconocen en un sector del propio oficialismo, es que las paritarias solo rigen para “la élite de los trabajadores”. Con un 40 por ciento de informalidad, está claro que este tipo de acuerdo tiene un impacto relativo. El universo de la economía popular, además, se encuentra fuera de esta esfera.
El masivo acampe que organizaron piqueteros de izquierda sobre la avenida 9 de Julio expuso, más allá del aparato que manejan los denominados “gerentes de la pobreza”, escenas de “marginalidad genuina”, según supo ver un funcionario porteño que formó parte de la coordinación de un operativo que resultó ineficaz en su intento por desalentar la llegada de miles de manifestantes desde el Gran Buenos Aires. “Por el riesgo a desbordes, tampoco ningún juez iba a permitir un desalojo”, abundó.
Pero el problema es la inflación: uno de cada tres trabajadores que cobra un salario no alcanza a cubrir sus necesidades básicas.

Movidas
Mientras, el radical Gerardo Morales sigue hiperactivo en su búsqueda de posicionamiento: viajó al sur para participar de los faustos por Malvinas y en la semana protagonizó una comentada foto con Sergio Massa y Horacio Rodríguez Larreta, en la gala de la fundación Conciencia. El jefe de la Cámara de Diputados nuevamente aboga por una “Moncloa”, pero en la oposición se preguntan a qué sector del peronismo representa.
Tanto para el jefe de la UCR como para el alcalde porteño, de buen diálogo con el también titular del Frente Renovador, la escena sirve para enfrentar a los “halcones del PRO” que buscan agrietar el vínculo con el Ejecutivo. En el entorno de Larreta aseguran que si bien no es tiempo de campaña, de a poco, irá proyectando su figura involucrándose en temas de agenda nacional.
En el radicalismo, en tanto, el titular del interbloque del Senado, Alfredo Cornejo, no descartó integrar una eventual fórmula presidencial con Patricia Bullrich, a quien recelan en el PRO por su agenda disruptiva y su supuesta falta de empatía con el resto de los referentes del espacio. 
Para muchos dirigentes de Juntos por el Cambio, no solo hay que elegir al “mejor candidato para ganar sino también para gobernar”. Las reformas que necesita el país para dejar atrás décadas de postergación, sostienen, requieren de un consenso amplio. Las mismas que se necesitarán para reducir una pobreza estructural que desde hace años se sitúa por encima del 30 por ciento.