¿Qué pasa si te digo que nada es para toda la vida? ¿Crees que es pesimismo o tal vez un “realismo” saludable? Creer de esta forma hace que sea motivador en el aquí y ahora, entendiendo que “si voy a perder en algún momento los placeres de la vida, mejor aprovecho mientras pueda”, por ejemplo. Por el otro lado, si creo en “el para toda la vida” seguramente esté en el apego del bienestar, placer, seguridad, protección, dependiendo de otro.
¿Qué es el apego? Es la búsqueda de seguridad en lo externo, de esa seguridad que sólo la podemos encontrar en nuestro interior. Por eso el apego genera miedo y surge o aparece como consecuencia del sentimiento de escasez, falta o pérdida. Es lógico sentir apego, nacemos desde el apego, es una necesidad básica de afecto que todo ser humano necesita. El problema comienza cuando nuestro amor propio y dignidad, guiados por el miedo, se convierten en dependencia emocional y desplegamos conductas desproporcionadas y tóxicas para satisfacerlo. No es amor, el apego enferma, incapacita, somete, deprime, cansa y desgasta. ¿Por qué? Porque nos quedamos ahí en esa relación insana sufriendo y esperando algo para preservar nuestra “supuesta estabilidad” llena de miedos, temor al abandono, rechazo e incapacidad de estar en soledad para reconstruir nuestra propia identidad y autoestima. Mantenemos esa relación afectiva a cualquier precio con tal de no quedarnos solas o volver a empezar, con excusa: por mi edad o mejor malo conocido que bueno por conocer y tantas otras creencias que hace que vivamos de una manera o de otra.
Es cierto que no podemos vivir sin amor, pero sí amar sin esclavizarnos, sin empeñar nuestra vida y dignidad. ¿Querés sentir amor? Amate primero en lugar de estar pendiente de cuánto cariño te dan. ¿Querés sentir aceptación y reconocimiento? Entonces empezá por vos. Sí, claro, aceptate y reconocete ¡existís!, y tenés derecho a tu bienestar, a tu autoconocimiento y por sobre todo el derecho a elegir como querés vivir. Ya creciste y responsable de tu vida solo sos vos.
El apego se manifiesta en una relación cuando sos celoso, hipervigilante, con ataques de ira, ganas constantes de llamar la atención, cuando sos sumiso y obediente, que no hace problema para nada y dice todo que sí para ser agradable en contra su voluntad y pensamos que así evitamos el abandono. Y lo único que hacemos es abandonarnos a nosotros mismos.
El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse con el otro, con mayor independencia, sin posesividad y por sobre todo conciencia y capacidad para lograr controlar tus miedos y esos patrones de conducta que no benefician a nadie. Es saber que ante la pérdida o falta de una cosa o persona, podemos perfectamente vivir sin ello y podemos ser felices igual.
Anhelar una vida en pareja estable es lo que queremos y deseamos todos y eso no implica apego, pero volverse obsesivo ante la posibilidad de una ruptura sí.
(*) Coach de Mujeres, neurosicoeducadora, autoestima trainer.
Instagram: @danielatrech
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