Más aislamiento le mete más presión a la economía
La extensión de la cuarentena anunciada por el presidente Alberto F. renueva las presiones sobre la economía. ¿Hasta dónde llegará la recesión? ¿Cuáles serán las posibilidades de recuperación cuando ceda la epidemia? No puede haber respuestas definitivas sobre el futuro en la actual incertidumbre, pero los pronósticos no son alentadores. El Fondo Monetario Internacional estimó una retracción de 5,7 por ciento a principios de mes para el año, pero no habría considerado la magnitud del aislamiento obligatorio de la mayoría de la población.
A grandes rasgos, los economistas que hacen estas estimaciones, consideran que, por cada semana adicional de cuarentena, el PIB retroceda medio punto. De esta manera, surgen hoy previsiones de caídas de 7 por ciento, 8 por ciento y hasta 9 por ciento, con un aumento de la pobreza que llegaría al 50 por ciento de la población y del desempleo que podría duplicar los de fines de 2019.
Como se señaló, son solo cálculos realizados en medio de una extrema incertidumbre. En los últimos días, los interrogantes económicos en lugar de disminuir, aumentaron. El salto del dólar bolsa y el paralelo encendieron tarde los semáforos oficiales y por el momento, nada hace imaginar que la presión cambiara disminuya. La cotización del dólar es un termómetro, no la causa. El aumento de tasas en pesos que impulsó el Banco Central, las restricciones para los fondos comunes o los controles de cambios no eliminarán las presiones. En el horizonte, la casi única opción de un cambio sustancial en el mercado cambiario, está vinculado a una resolución exitosa de la negociación de la deuda.
Pero ese escenario, precisamente, está en la nebulosa y con expectativas de que la Argentina caería en un nuevo default. Las informaciones de pasillo afirman que el Presidente no quiere otra cesación de pagos, pero en el propio gobierno existen los que suponen que en las actuales condiciones, ir al default no sería tan malo. Incluso, imaginan que sería favorable. La posición del ministro Martín Guzmán iría en la misma dirección del Presidente, aunque sus declaraciones de inflexibilidad abren dudas. Algunos dicen que se debe a que en medio de una negociación no le queda otra actitud y otros a un porte dogmático de un advenedizo a la liga mundial de las finanzas.
En cualquier caso, el funcionario ha recaído en recetas viejas y ausentes de credibilidad. En medio del alza de los precios del dólar, repitió la frase sobre la necesidad de terminar con la dolarización de la economía. No hay duda que si la Argentina tuviera una moneda sana, casi sin inflación, la dolarización sería una excepción. Con una inflación proyectada que sería superior al 50 por ciento, una fuerte emisión monetaria, insumos dolarizados y riesgo de default, las chances de “olvidad” el dólar son remotas.
Otro elemento de incertidumbre aportado por las huestes oficiales es la decisión de que la Argentina no participe de las negociaciones que el Mercosur está llevando adelante para ampliar los tratados de libre comercio. Alberto F. pretendía que el bloque de cuatro países abandonara las conversaciones que lleva, entre otros, con Corea del Sur, Canadá, India y Líbano, para ampliar mercados. Las razones oficiales son bastantes claras, respecto que hoy prefiere cerrar sus fronteras al comercio bajo el supuesto que las barreras arancelarias ayudarán a recuperar el trabajo nacional.
Otro viejo slogan que tiene credibilidad popular, pero sin sustento en las realidades económicas. Los que comparan con la prédica nacionalista de Donald Trump desconocen que el presidente norteamericano llevó la guerra comercial con China y otros países, hasta los extremos para obtener negociaciones más favorables, no para cerrar el comercio.
Además de evitar un default, otro capítulo clave de una recuperación rápida de la economía una vez finalizada la cuarentena, es el aliento a las exportaciones, las únicas que aportan divisas genuinas. La decisión argentina con el Mercosur va en la dirección opuesta. Internamente tampoco se advierten decisiones económicas de impulso a los sectores que podrían mejorar el saldo comercial de la Argentina.
Según un informe de Fundación Mediterránea, el saldo fue positivo de los últimos 12 meses llegando a los 17.000 millones de dólares, aunque no por un salto en las ventas externas sino por una caída mayor de las importaciones que sumaron casi 47.000 millones. El campo que podría generar más dólares, hoy enfrenta un escenario complicado, con bajas en las cotizaciones de la soja y el maíz, dólar oficial retrasado y una menor producción que sería de 10.000 millones de toneladas.
La ausencia de un programa económico y de un presupuesto fiscal, también complican el panorama. El mismo Presidente habló hace pocas horas de un plan en estudio con el ministro Guzmán, aunque antes había asegurado que su gobierno tiene un programa económico que no se daba a conocer hasta tanto se defina la negociación de la deuda. No se entiende el misterio de un plan alrededor de decisiones económicas que debieran dar alguna certidumbre.
Precisamente, el Estado y los gobiernos tienen que aportar certezas en medio de la actual crisis mundial.