Macri consigue más gobernabilidad, pero no son tiempos para festejar
El Gobierno logró la sanción del Presupuesto 2019 en Diputados y un segundo acuerdo con el FMI, mientras que ya se hacen sentir los efectos políticos del recambio en Brasil.
Si fuera por el Gobierno, este año ya tendría que ser parte del pasado. Acaba de conseguir las dos herramientas que necesitaba para consolidar su administración en un país usualmente signado por la incertidumbre: el segundo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la sanción del Presupuesto 2019 en la Cámara de Diputados. Un tercer dato alentador para la Casa Rosada podría registrarse este fin de semana, si se confirma la derrota del candidato del PT en Brasil, Fernando Haddad.
Se trata, en rigor, de tres hitos de tipo defensivo, de esos que no son para festejar abiertamente pero que hacen a la gobernabilidad. Para que se entienda bien hay que preguntarse lo siguiente: ¿Qué pasaría si el FMI, en lugar de avalar el memorando, lo hubiera rechazado? ¿Cómo afectaría al Gobierno que el Congreso trabe el Presupuesto del año próximo? ¿Cuál sería el impacto en la Argentina en caso de que el PT brasileño regrese al poder, aun con su líder Lula en prisión?
A priori, las tres respuestas se presentarían como demoledoras para el Gobierno. Por eso hubo al cierre de la semana un festejo a puertas cerradas en la Casa Rosada, con especial satisfacción en el equipo del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quien comandó las negociaciones con los gobernadores por el Presupuesto, al tiempo que Emilio Monzó llevaba el timón en Diputados. El propio Macri dio también señales en ese sentido, al enviar su agradecimiento a los diputados que apoyaron por medio de su secretario Fernando de Andreis.
De esa forma, el Presidente destacó la “responsabilidad institucional” de esos legisladores, la mayoría de ellos oriundos de provincias gobernadas por el PJ o partidos provinciales, como en el caso de Misiones (5 de sus 6 diputados votaron a favor del Presupuesto). La lista de Provincias que se alinearon con la Casa Rosada es políticamente significativa: San Juan, Salta, Catamarca, Santiago del Estero, San Luis, Tucumán, Neuquén, Chubut, Chaco y Entre Ríos, además de Misiones.
Claro que esos distritos consiguieron a cambio asegurarse partidas para obras públicas el año próximo, que será electoral. La negociación fue explícita: mientras los diputados debatían en el recinto, un grupo de gobernadores del PJ se reunía en la Casa del Chaco en capital y desde allí hablaba con Frigerio y su segundo García de Luca. La línea continuaba con el presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó, y luego con su alfil Nicolás Massot. Así se aprobó el Presupuesto.
La dupla Frigerio-Monzó consiguió de esa manera allanar el camino al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, para que pudiera hacer valer ante la directora general del FMI, Christine Lagarde, el cumplimiento del compromiso del “déficit cero”, como una condición “sine qua non” para que saliera finalmente la firma del memorando y el anticipo de casi 25.000 millones de dólares, un plafón con el que el Gobierno buscará alcanzar la esquiva estabilidad macroeconómica.
Claro que el aval del Fondo no resultó gratuito para el Gobierno, como así tampoco la sanción del Presupuesto. De hecho, se habría establecido un compromiso para avanzar con nueva reforma previsional –hay quienes afirman que es prácticamente a contramano de la “reparación histórica” de comienzos del mandato de Macri- y trajo cuestionamientos del buró del organismo hacia la deficiente comunicación oficial y el mal manejo del Banco Central que derivó en una crisis de confianza y disparó la corrida del dólar.
El FMI pareció así abrir el paraguas ante un eventual fracaso del plan de estabilización de la economía argentina.
Para el Gobierno, en tanto, lograr esa estabilidad será la base del proyecto de reelección de Macri. Con una alta dosis de pragmatismo, ya no se habla en Cambiemos de llegar al proceso electoral de 2019 con una economía pujante, sino que al menos no siga dominada por la recesión. La otra pata del plan político del oficialismo volverá a ser la prédica anticorrupción.
Para plasmar esa estrategia, resulta fundamental para el Gobierno que el kirchnerismo siga teniendo problemas con la Justicia. La reciente confesión de Elizabeth Municoy, supuesta testaferro del ex secretario de Néstor Kirchner, Daniel Muñoz, ante el juez federal Claudio Bonadío, se inscribe en ese contexto. En un acto de homenaje a su padre a ocho años de su muerte, Máximo Kirchner criticó ayer la forma en que los medios dan cuenta de esa información.
El jefe de La Cámpora, que el año próximo podría ser candidato en la Provincia, sostiene la teoría del “lawfare”, que acusa al Poder Judicial y a los medios de comunicación de sostener campañas en contra de dirigentes que abjuran de la libertad del mercado. El término se aplica con especial insistencia a lo que está sucediendo en Brasil, donde Jair Bolsonaro terminaría de consagrarse hoy mismo como presidente electo, sobre la base del hartazgo mayoritario que provoca el PT.
Esa fue, justamente, la plataforma social que impulsó a Cambiemos a derrotar al FpV en 2015 y a mantener el envión en 2017. Claro que Bolsonaro, a diferencia de Macri, corre los límites del arco democrático y es percibido como una amenaza para los derechos civiles, pero lo cierto es que su ascenso podría estar encadenado a liderazgos controvertidos como el de Donald Trump en los Estados Unidos, y los partidos ultraderechistas en Europa, que expresan rechazo a los mecanismos tradicionales de la política partidaria.
Una encuesta reciente reflejó que la mayoría de los argentinos considera a los políticos como incapaces para resolver los problemas de la sociedad. Además de ser un llamado de atención, releva que podría existir un campo abierto para que referentes ajenos a la política sean encumbrados en posiciones de poder. En ese marco se señala a Marcelo Tinelli, pero habría que recordar que Carlos Menem sacó de la galera a Carlos Reutemann y a Palito Ortega en los ´90.
El propio Daniel Scioli, quien sigue albergando sueños presidenciales, surgió como parte de ese fenómeno político. Pero en la actualidad, salvo una crisis terminal, la dirigencia política está más asentada. Los mecanismos institucionales funcionan, tal como lo demostró la Cámara de Diputados en la sesión por el Presupuesto 2019, pese a que en las inmediaciones del Congreso volvieron a registrarse hechos de violencia muy similares a los de diciembre del año pasado, con la repetida intención de impedir el funcionamiento del Congreso de la Nación.
Más allá de los discursos políticos, las fuerzas de seguridad tienen su propia lógica. Enseguida notaron que uno de los venezolanos detenidos fue miembro de la Guardia de Honor de Venezuela y que el hombre de origen turco –con residencia en Córdoba- podría estar haciendo la previa para las manifestaciones contra el G20 que se desarrollará a finales de noviembre en Buenos Aires. Tal vez por eso el Gobierno quisiera cerrar el año ahora mismo. Le estarían sobrando dos meses.