La Peste Porcina Clásica (PPC) es una enfermedad viral con gran impacto en la producción de cerdos, aunque es importante destacar que no afecta a las personas ni altera la calidad de la carne.
En los países donde se encuentra presente ocasiona grandes pérdidas económicas y productivas por presentarse con alta mortalidad en lechones y adultos, abortos y decaimiento, entre otros signos clínicos.
Además, los países infectados son pasibles de restricciones comerciales para el intercambio de cerdos y sus productos derivados.
En Argentina, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) implementó varios programas de control entre 1970 y 1990 aunque, finalmente, fue con la aparición y el uso de mejores vacunas y sólidos planes de vacunación a fines de la década del ’90, que se logró erradicar la enfermedad.
El último foco de PPC en nuestro país fue registrado en 1999. En 2005, la Argentina, que ya cumplía con las condiciones requeridas por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), elaboró y presentó el informe técnico para respaldar la auto-declaración como país libre de PPC ante ese ente internacional.
Desde ese año, el Senasa continúa con la ejecución y el seguimiento de las actividades de vigilancia epidemiológica, con los objetivos de detectar en forma precoz la reaparición de la enfermedad y recolectar información para documentar anualmente el estatus sanitario.
Esta vigilancia se basa, principalmente, en muestreos en la población de cerdos domésticos y silvestres (jabalíes) y en la atención de casos sospechosos.
Asimismo, el Organismo lleva a cabo diversas actividades para evitar su introducción al país, a través de controles en puestos fronterizos, la revisión permanente de los requisitos de importación de animales y productos capaces de vehicular el virus, así como campañas de comunicación para concientizar sobre la importancia de evitar el ingreso del virus al país.
En los países donde se encuentra presente ocasiona grandes pérdidas económicas y productivas por presentarse con alta mortalidad en lechones y adultos, abortos y decaimiento, entre otros signos clínicos.
Recién en 2014, la OIE abrió la posibilidad de que los países que hasta ese momento se habían auto-declarado, aplicaran para ser reconocidos oficialmente como país o zona libre por dicha Organización.
El procedimiento requiere del cumplimiento de ciertos estándares y la recopilación de determinada información, como la descripción del sector productivo, la legislación vigente, los datos de los muestreos serológicos anuales, los procedimientos para la atención de casos sospechosos, las actividades de capacitación dirigida a productores y veterinarios, los controles de importación y la capacidad diagnóstica, entre otros.
Para mantener la condición sanitaria de país libre de PPC, resulta fundamental la colaboración del sector productivo en: la aplicación de medidas de bioseguridad, el reconocimiento de la enfermedad, la detección precoz y la notificación inmediata al Senasa.
Asimismo, las personas deben asumir el compromiso de no ingresar al país animales ni productos porcinos sin autorización del Senasa, ya que de esta manera se pone en riesgo la introducción de ésta u otras enfermedades animales que podrían afectar a la producción porcina argentina.
La ausencia de enfermedades de los porcinos como la PPC y el síndrome reproductivo respiratorio porcino (PRRS) ubica a la Argentina en una condición privilegiada respecto a la de otros países.
Mantener este estatus sanitario permitirá continuar con el importante crecimiento alcanzado durante la última década, y consolidarse como una producción competitiva y sustentable a nivel nacional e internacional.
(*) Magister Veterinaria en Sanidad Animal del Programa de Enfermedades de los Porcinos del Senasa.
COMENTARIOS