TRASTIENDA POLÍTICA
Vidal versus Monzó: una interna que se cocina en la cima de Cambiemos
En todo gobierno hay internas entre sectores. Es casi una regla de la política cuando se habita el poder. En el caso del actual oficialismo, quedó evidenciada la semana pasada una de las peleas intestinas más fuertes que vive Cambiemos: la que enfrenta a la gobernadora María Eugenia Vidal con el titular de la Cámara de Diputados de la Nación, Emilio Monzó. Son dos figuras con mucho peso propio en la dinámica de funcionamiento macrista, aún desde antes de tomar las riendas de la cosa pública.
Vidal es, sin dudas, la figura más taquillera del oficialismo. Monzó, que reconoce su origen en el peronismo bonaerense, puede mostrar un oficio político que certifican hasta sus detractores internos. El jueves último, desde un coqueto salón de Gonnet, quedó conformada la mesa provincial de Cambiemos, evento en el que sobresalieron dos cuestiones. Una: la Gobernadora fue formalmente reconocida como jefa política del espacio que gobierna la Provincia. Dos: el diputado nacional quedó excluido de ese esquema, aún cuando integra la mesa chica del presidente Mauricio Macri.
El propio jefe de Estado había intentado una tregua entre ellos hace algunos meses, juntándolos en algunas cenas catárticas. La paz duró lo mismo que un suspiro. Vidal optó por reforzar su alianza con un enemigo interno de Monzó: el intendente Jorge Macri, a quien nombró presidente del Grupo Bapro apenas asumió la Gobernación.
Desde esas dos vidrieras, el de Vicente López trabaja ahora para ser el principal candidato de Cambiemos en las elecciones legislativas del año próximo. Los “monzonistas”, en contrapartida, siguen sin digerir la sequía a la que los condenó Vidal cuando armó su gabinete: ni un mozo en algún ministerio les dejó nombrar.
Lo curioso es que Monzó cuenta puertas adentro que su pelea con el Macri alcalde se dio porque él fue el gran impulsor de la candidatura de Vidal en la mesa chica de PRO, en detrimento de las históricas aspiraciones provinciales del primo del Presidente. Si se cree esta versión, la taba de la política lo terminó dejando en la vereda de enfrente de su ex protegida.
Según fuentes oficiales, la inquina de Vidal con Monzó se remonta a la época más adversa de la campaña amarilla. Justo antes de que el Frente para la Victoria decidiera una movida que terminaría facilitando el ascenso de la actual mandataria: la candidatura a la gobernación, previa elección Primaria Abierta, de Aníbal Fernández. Vidal encontraría en Aníbal a su némesis ideal, el trampolín que necesitaba.
El tema es que Monzó, en aquellos meses previos a la postulación de Aníbal F., aparecía como el gran fogonero de la operación que buscaba que el PRO se aliara con Sergio Massa en la Provincia, para que éste fuera candidato a gobernador en lugar de Vidal. No sorprendió en aquel entonces esa cercanía: ambos se conocen desde la época en que eran duhaldistas.
Los vidalistas explican que, aun habiendo peleado para que sea candidata, el entonces armador provincial de Macri terminó “menospreciando” a la ahora gobernadora argumentando que al final no le darían los números para ganarle al peronismo. Un análisis que se evidenciaría errado cuando Aníbal entró en carrera y que, además, nunca sería olvidado por la dama.
Vueltas de la política: una vez asumida Vidal, Monzó se convirtió en uno de los principales críticos dentro del PRO de la idea de que el Frente Renovador de Massa controle buena parte de la Legislatura provincial, tal como sucedió con la asunción de Jorge Sarghini en la presidencia de la Cámara de Diputados. Una medida que adoptó Vidal en busca de la mentada “gobernabilidad inicial”.
“Le estamos dando la caja más importante de la política argentina a un seguro rival del presidente Macri en 2019”, se le escuchó por ese entonces a Monzó.
Lo dicho: en el lanzamiento de la mesa provincial de Cambiemos, quedó claro que Vidal no lo piensa a Monzó como partícipe de la construcción política oficialista de cara al año próximo. Fueron admitidos, sí, algunos soldados del titular de la Cámara baja: Sebastián García de Luca, número dos de Rogelio Frigerio en el Ministerio del Interior; la diputada nacional Silvia Lospennato y su par bonaerense, Marcelo Daletto. Está por verse hasta dónde les darán injerencia.
Sin embargo, una de las principales tareas que se fijó Vidal para ampliar su base política estará a cargo de un ex massista. El ministro de la Producción, Joaquín de la Torre, tratará de edificar la “pata peronista” dentro Cambiemos. O algo similar. En el “monzonismo” creen que al gobierno bonaerense le “falta política” para lograr eso. Y que, finalmente, terminarán requiriendo los oficios de su jefe, que conoce detalladamente todo el paño provincial y en especial al peronismo.
Vidal es, sin dudas, la figura más taquillera del oficialismo. Monzó, que reconoce su origen en el peronismo bonaerense, puede mostrar un oficio político que certifican hasta sus detractores internos. El jueves último, desde un coqueto salón de Gonnet, quedó conformada la mesa provincial de Cambiemos, evento en el que sobresalieron dos cuestiones. Una: la Gobernadora fue formalmente reconocida como jefa política del espacio que gobierna la Provincia. Dos: el diputado nacional quedó excluido de ese esquema, aún cuando integra la mesa chica del presidente Mauricio Macri.
El propio jefe de Estado había intentado una tregua entre ellos hace algunos meses, juntándolos en algunas cenas catárticas. La paz duró lo mismo que un suspiro. Vidal optó por reforzar su alianza con un enemigo interno de Monzó: el intendente Jorge Macri, a quien nombró presidente del Grupo Bapro apenas asumió la Gobernación.
Desde esas dos vidrieras, el de Vicente López trabaja ahora para ser el principal candidato de Cambiemos en las elecciones legislativas del año próximo. Los “monzonistas”, en contrapartida, siguen sin digerir la sequía a la que los condenó Vidal cuando armó su gabinete: ni un mozo en algún ministerio les dejó nombrar.
Lo curioso es que Monzó cuenta puertas adentro que su pelea con el Macri alcalde se dio porque él fue el gran impulsor de la candidatura de Vidal en la mesa chica de PRO, en detrimento de las históricas aspiraciones provinciales del primo del Presidente. Si se cree esta versión, la taba de la política lo terminó dejando en la vereda de enfrente de su ex protegida.
Según fuentes oficiales, la inquina de Vidal con Monzó se remonta a la época más adversa de la campaña amarilla. Justo antes de que el Frente para la Victoria decidiera una movida que terminaría facilitando el ascenso de la actual mandataria: la candidatura a la gobernación, previa elección Primaria Abierta, de Aníbal Fernández. Vidal encontraría en Aníbal a su némesis ideal, el trampolín que necesitaba.
El tema es que Monzó, en aquellos meses previos a la postulación de Aníbal F., aparecía como el gran fogonero de la operación que buscaba que el PRO se aliara con Sergio Massa en la Provincia, para que éste fuera candidato a gobernador en lugar de Vidal. No sorprendió en aquel entonces esa cercanía: ambos se conocen desde la época en que eran duhaldistas.
Los vidalistas explican que, aun habiendo peleado para que sea candidata, el entonces armador provincial de Macri terminó “menospreciando” a la ahora gobernadora argumentando que al final no le darían los números para ganarle al peronismo. Un análisis que se evidenciaría errado cuando Aníbal entró en carrera y que, además, nunca sería olvidado por la dama.
Vueltas de la política: una vez asumida Vidal, Monzó se convirtió en uno de los principales críticos dentro del PRO de la idea de que el Frente Renovador de Massa controle buena parte de la Legislatura provincial, tal como sucedió con la asunción de Jorge Sarghini en la presidencia de la Cámara de Diputados. Una medida que adoptó Vidal en busca de la mentada “gobernabilidad inicial”.
“Le estamos dando la caja más importante de la política argentina a un seguro rival del presidente Macri en 2019”, se le escuchó por ese entonces a Monzó.
Lo dicho: en el lanzamiento de la mesa provincial de Cambiemos, quedó claro que Vidal no lo piensa a Monzó como partícipe de la construcción política oficialista de cara al año próximo. Fueron admitidos, sí, algunos soldados del titular de la Cámara baja: Sebastián García de Luca, número dos de Rogelio Frigerio en el Ministerio del Interior; la diputada nacional Silvia Lospennato y su par bonaerense, Marcelo Daletto. Está por verse hasta dónde les darán injerencia.
Sin embargo, una de las principales tareas que se fijó Vidal para ampliar su base política estará a cargo de un ex massista. El ministro de la Producción, Joaquín de la Torre, tratará de edificar la “pata peronista” dentro Cambiemos. O algo similar. En el “monzonismo” creen que al gobierno bonaerense le “falta política” para lograr eso. Y que, finalmente, terminarán requiriendo los oficios de su jefe, que conoce detalladamente todo el paño provincial y en especial al peronismo.