Habló el expresidente y dio su versión sobre el ojo negro de su exmujer
Alegó que el hematoma no era por un golpe, sino por un tratamiento estético contra las arrugas. Además, acusó a Fabiola de pegarle a él.
Alberto Fernández rompió el silencio y dio su versión de los hechos por los que Fabiola Yáñez lo denunció en la Justicia acusándolo de violencia de género. Días después de que salieran a la luz fotos en las que se ve a la ex primera dama con un hematoma en el ojo derecho, el expresidente alegó que eso no se debe a un golpe, sino a un supuesto tratamiento estético contra las arrugas. También dio una curiosa respuesta sobre el moretón en la axila que se le ve en las imágenes a su expareja. Según argumentó, ella le pegaba a él durante las discusiones en la residencia de Olivos y, al defenderse, él la tomaba de los brazos. El descargo del exmandatario fue dado a conocer ayer por Horacio Verbitsky en su portal “El cohete a la luna”. La entrevista fue difundida horas después del diálogo que Yáñez mantuvo con Infobae.
Más allá de los dichos de Fernández, resta por ver si está en condiciones de probar su argumento sobre el tratamiento estético, tal como advierte Verbitsky en la nota en la que, además, consigna la consulta a distintos profesionales de la salud sin haber encontrado unanimidad. Por ejemplo, cita que una médica y un dermatólogo dijeron que no era imposible que se tratara de una reacción alérgica a una droga, aunque en tales casos el párpado suele enrojecer, se hincha y se descama. “El efecto de un golpe no se aprecia solo en los párpados, sino también en la conjuntiva. El ojo se achica y aparecen derrames sanguíneos, cosa que no ocurre en la foto de Yáñez”, se explica.
Pero una oftalmóloga que amplió la foto y la observó en detalle contradice: “Sí, me parece un hematoma contuso, tiene diferentes colores, no es simétrico, tiene minilaceraciones en pómulo y arco superciliar. A priori, y contando solo con la foto, me parece que sí”, dijo, dando a entender que en efecto podría haber existido un golpe.
En la entrevista con Verbitsky, Fernández se declara víctima de una operación de prensa, “aprovechando la fragilidad de una persona con graves problemas psíquicos”, cosa que cree poder probar.
El periodista que le hizo la primera entrevista al exjefe de Estado tras ser denunciado por violencia de género por su expareja, agregó que ante la publicación de las fotos, Fernández llamó a su hijo para manifestarle “que hasta ahí llegó, que más no podía aguantar”, pero “Tani Fernández le pidió que no hiciera nada antes de hablar personalmente, y ya en el departamento de su padre le dijo que, si se tiraba por el balcón como amenazaba, se interpretaría como una admisión de culpa”, relata Verbitsky. “Tenés que defenderte”, dice Fernández que le dijo su hijo. En la entrevista con Infobae, Yáñez agrega que en los llamados con que la hostigaba, él la amenazaba con suicidarse si lo denunciaba.
Una de las “asombrosas” explicaciones que Fernández le da a Verbitsky sobre la violencia por la que se lo acusa es que ella le pegaba a él durante las discusiones “que admite frecuentes por el estado de salud de su esposa. Al defenderse, él la tomaba de los brazos, lo cual explicaría los moretones”, reconstruye el periodista, que también agrega el testimonio de una médica clínica que observó las fotos y dijo que el hematoma en la axila no corresponde a la marca que dejan los dedos cuando aprietan. “Parece producto de un golpe, no de un zamarreo”.
En su defensa, el expresidente dejó caer una serie de preguntas ante su entrevistador: “Si soy un golpeador, ¿por qué se sometió a un tratamiento de fertilidad para que tuviéramos un hijo?”; “¿Por qué no hay un solo testimonio de alguien a quien ella le hubiera contado del alegado maltrato?”; “Viví 17 años con Marcela Luchetti (la madre de su hijo Tani) y 10 con Vilma Ibarra, y no hay un solo episodio de que yo las haya agredido”.
Fernández dijo además conservar chats con la madre de Yáñez en los que compartirían la preocupación por el estado de salud de ella. Algo que no descartaría los eventuales golpes e, incluso, podrían constituir un agravante, dada la situación de fragilidad e inferioridad de la mujer.