Aumento de la presión impositiva para el campo
La presión tributaria creció 3,4 puntos porcentuales entre diciembre y marzo. Esto significa que de cada $100 de renta agrícola que produce una hectárea, $62,60 tienen como destino las arcas del Estado
La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (Fada) difundió este martes su índice trimestral de participación del Estado en la renta agrícola. Con los datos actualizados a marzo de 2021, Fada asegura que el indicador creció del 59,2 por ciento de diciembre pasado, al 62,6 por ciento, en el promedio nacional.
Pero al analizar cada grano en particular, la situación difiere: mientras el girasol tiene solo un 46,6 % de participación del Estado, y el maíz 52,3 % en la soja la incidencia llega al 66,9% y en el trigo a 70,9 %
“Esto se explica por varios factores: aumentos de impuestos fijos municipales y provinciales; suba de costos en pesos y en dólares de labores y fletes; incrementos de precios de fertilizantes; baja del precio disponible del trigo; y reducción de los rindes estimados por efecto de la sequía”, explicó David Miazzo, economista jefe de Fada.
Según Miazzo esto afecta a las economías reginales, porque la mayoría del grueso son impuestos no coparticipables, siendo las retenciones y los impuestos a los créditos y débitos bancarios tributos que tienen un efecto directo en lo que respecta al federalismo en la redistribución de los ingresos que generan las provincias, según remarcó Miazzo. O sea, “la mayoría de los impuestos a los que se somete al sector agrícola son nacionales no coparticipables (quedan en manos del Estado nacional), mientras que esta actividad productiva por definición es federal y está muy arraigada a las regiones”, señaló FADA.
Cepos que afectan a la economía
Como otro aspecto de análisis relevante, Fada señala los problemas que generan dos “cepos” que pesan sobre la economía argentina: el cambiario y el importador.
“El problema es que la brecha cambiaria que genera el cepo cambiario genera incentivos a adquirir bienes dolarizados e importados, lo que choca con una menor oferta como consecuencia del cepo importador. Así, los productos importados tienen mayor demanda y menor oferta. La consecuencia lógica es un incremento de precios, no sólo de los productos importados, sino también de sus sustitutos locales”, describió Miazzo.
En la agricultura, el resultado es el progresivo aumento de precios, que comienza por algunas autopartes y repuestos para vehículos y maquinaria y luego se va extendiendo a fertilizantes y fitosanitarios. Para Miazzo, este problema es uno de los principales temas a monitorear durante el 2021 ante un cepo importador que parece profundizarse. “Lo anecdótico es que, por falta de dólares, pierde competitividad el sector que genera siete de cada 10 dólares que ingresan al país por exportaciones”, concluyó el economista.