EN EL DÍA DEL TAMBERO

La historia de Vilma Bagatto, una de las primeras tamberas del Partido de Lincoln

Aprendió a ordeñar vacas a los seis años de edad y durante más de 24 estuvo al frente de un establecimiento tambero, un trabajo lleno de sacrificios y con alta demanda horaria.

Vilma Esther “Mimi” Bagatto, nació hace 62 años en la localidad de Coronel Martínez de Hoz, partido de Lincoln. Sus padres ordeñaban el tambo a mano y tenía solo seis años cuando ordeñó por primera vez una vaca. Así, a los ocho ya se sentaba a ordeñar a la par de sus padres y de su hermana. “Cuando sos chico, en el campo, ves que están trabajando y solo querés ir a hacer eso”, le explicó Vilma a la periodista Gabriela Cicero del diario Infobae y agregó que también realizaba otras tareas campestres como arrear y alimentar animales, recolectar huevos o separar los terneros de las vacas.

Los padres de Vilma eran tamberos medieros, quienes recibían un porcentaje de la producción, que podía ser un 45 % y el resto era para el dueño del tambo. “Los patrones alquilaban un campo y nos daban una casa en ese lugar”, mencionó y aseguró que sus padres manejaban un total de 100 vacas.

Al terminar el secundario, se casó con un contratista que trabajaba con tractores y tuvo tres hijos, que ya le dieron cinco nietos y una bisnieta. Así, cuando sus hijos crecieron y el más chico ya estaba por terminar la escuela primaria, Bagatto decidió abandonar su vida de ama de casa. “En Lincoln agarré un tambo porque donde estaba viviendo, en Arenaza, no había otro medio de vida para la mujer. Así que lo agarré con mi esposo y pasé a estar al frente de un tambo mecánico”, explicó Mimi que trabajó para la Estancia Santa Teresa de El Triunfo, partido de Lincoln. Allí estuvo por más de 24 años.

Un trabajo con alta demanda horaria

Al respecto, contó: “Era un trabajo sacrificado. No es tanto lo difícil, sino los horarios, el tener gente competente, si no tenés compañeros buenos se hace difícil. Son muchas horas. Nosotros llegamos a ordeñar 500 y pico de vacas”, y expresó que el trabajo “se hace largo. Me levantaba a las dos hasta terminar a las siete y media, ocho. Me acostaba un ratito, me volvía a levantar y le hacía la comida para la gente del campo y mi familia. Y después, a las 2 de la tarde, otra vez estaban entrando hasta terminar”.

En ese sentido, Vilma confesó que “se dormía cuando podía. En el campo sabés cuándo empezás pero nunca cuando terminás”, y además remarcó que todos se sorprendían cuando decía que ella era la encargada del tambo. “Cuando yo empecé no había casi mujeres. Hoy en día hay muchas encargadas de los tambos”.

Por último, “Mimi” contó que la actividad tambera es rutinaria. Todos los días es lo mismo. “Te levantás, prendés la ordeñadora, ordeñás las vacas, limpiás todo y después te vas a tu casa. Por la tarde, es lo mismo”, relató.