Caballero de fina estampa
Que hoy en el Wanda Metropolitano de Madrid el arquero titular sea Sergio Romero guarda una importancia relativa comparada con la muy buena noticia que representó que Wilfredo Caballero haya dispuesto de la oportunidad de demostrar lo espléndido arquero que es.
Al parecer Jorge Sampaoli ha completado los casilleros de arqueros que llevará al Mundial de Rusia y hasta donde se sabe Chiquito Romero conserva la prioridad, Nahuel Guzmán su condición de primer suplente y Willy Caballero ha saltado a un cupo, el de tercero, que anda en danza desde los tiempos de Alejandro Sabella.
O antes, incluso, más bien desde los tiempos de Diego Maradona en la conducción del plantel argentino: ¿cuántos recuerdan que el tercer arquero que llevó al Mundial de Sudáfrica fue el mendocino Diego Pozo tras imponerse en la pulseada con su comprovinciano Adrián Gabbarini, a punto hoy de irse al descenso con Olimpo de Bahía Blanca.
Y Sabella, por ejemplo, hasta concedió cuatro convocatorias al cordobés Marcelo Barovero, Trapito que le dicen, que pese a llevar casi dos temporadas en la liga mexicana, en el arco del Necaxa, no ha dejado de gozar del favoritismo de una apreciable parte de la cofradía futbolera de la Argentina.
En realidad, encontrar un arquero de unánime aceptación implica una detallada exploración en los archivos y condenada más bien al resultado negativo.
Con todo, la falta de unanimidad en las tribunas es una cosa y la falta de unanimidad entre unos cuantos directores técnicos de la selección es otra cosa: en silencio, paso a paso y sin extraordinarias demostraciones (salvo la consabida versus Holanda en el Mundial de Brasil), "Chiquito" Romero persiste, acumula Mundial tras Mundial y ya se acerca al centenar de partidos.
En realidad, encontrar un arquero de unánime aceptación implica una detallada exploración en los archivos y condenada más bien al resultado negativo.
Más curioso aún es el hecho de que con la selección lleva 93 presencias, un registro que jamás alcanzó en ninguno de los cinco clubes cuya camiseta ha defendido: son 90 en el Alkmaar de Holanda, un total de 72 en dos ciclos en Sampdoria, 7 en Racing Club de Avellaneda, 3 en Mónaco y 6 en Manchester United, donde es el actual suplente del español David de Gea.
Romero al margen, Nahuel "Patón" Guzmán al margen, Sampaoli pensó en Mariano Andújar para el lugar del tercer hombre, pensó en Gerónimo Rulli (el más joven y acaso el más prometedor de cara a Qatar 2022, pero de floja temporada en la Real Sociedad), pensó en Agustín Marchesín y lo alistó en el amistoso versus Nigeria pero el ex Lanús cumplió un papel desdichado, y cuando parecía que tal cosa jamás sucedería, llegó el turno de Caballero.
Y Caballero dio la talla con creces y al tiempo, si de dar hablamos, les dio la razón a más de cuatro que juraban que él y no otro es el arquero argentino de mayor categoría de un lustro a esta parte, más o menos desde que brilló en el arco del gran Málaga que de la mano del ingeniero Manuel Pellegrini llegó a los cuartos de final de la Champions League y se lo colocaba en la misma mesa de insignes como Iker Casillas y Thibaut Courtois.
Y hoy, camino de los 37 años, relevo precisamente del belga Courtois en el Chelsea, el calvo Willy de Santa Elena, Entre Ríos, se sube a un tren cuya postergación ha tenido el inconfundible tufillo a la injusticia.
Brilló contra Italia, y brilló pese a un despiste que en el segundo tiempo pudo haber costado caro, con recursos técnicos variados y un elemento adicional que no se compra en las farmacias y constituye todo un universo: llenado efectivo de los 7,32 por 2,44 del arco.
¿Tercer arquero? ¿Primer arquero suplente? Qué más da. Los caminos de la vida son curiosos y a menudo son curiosas las predilecciones de los entrenadores, pero si tal como se perfila, Caballero se ha ganado un asiento en el avión que viajará a Rusia, su presencia sería a lo menos merecida y valiosa y a lo más… en junio veremos.