TRIBUNA DEL LECTOR

Veredas en mal estado: una asignatura pendiente

Hay días en la vida de todo ser humano donde ocurren hechos imprevistos que dejan además de algunos sinsabores, huellas profundas en el espíritu y tibieza en el corazón.
En una tarde soleada que invitaba a una caminata, una señora mayor transitaba por la calle Alemania. Pero esa placidez se vio interrumpida por un tropezón que, en este caso, fue caída por obra y gracia de dos baldosones de la vereda que, rotos y encimados, emergían sus puntas afiladas y amenazantes.
La señora en cuestión, después del golpazo, se sentó en la acera buscando la posición  más acertada para levantarse por sus propios medios. En ese momento ve un coche que estaciona y una persona que va hacia ella, ofreciendo su ayuda. De nuevo, ha ocurrido otro accidente, provocado por las veredas en mal estado, ya sea por las baldosas rotas o  bien por la desidia y abandono o por las raíces de las plantas que las impulsan hacia la superficie.
El arreglo, cuidado y mantenimiento de las veredas es una asignatura pendiente, no sólo de los propietarios -que son los responsables- sino también de las autoridades que deben controlar su estado. Es imposible caminar seguros, ¡son peligrosas!
Otras veces también se da que ante un desperfecto de los caños del agua se rompen las baldosas y queda la tarea de arreglarlas en forma inconclusa por varios meses.
Con inspectores o cualquier otro personal que recorriera las calles ¿no mejoraría la seguridad (de la que tanto se habla), no sólo del tránsito vehicular sino también de los peatones?
Realmente se debería llevar un control más serio y efectivo sobre el estado de las aceras, ya que con ello se ganaría en seguridad y calidad de vida.
Tal vez existen muchas personas que han sufrido accidentes similares, pero no tuvieron la suerte de encontrar a alguien que, como en este caso, estuvo allí en el lugar exacto y en el minuto justo para ayudar.
Ese fue un ángel (no cabe su nombre), pues las personas que obran así, son altruistas y solidarias, practican aquello de “haz el bien sin mirar a quién, con la humildad y sencillez que, sólo da la grandeza del alma”.
Ojalá que esta nota aporte un granito de arena ante el clamor de todos. Por favor: ¡salven las veredas del deterioro, para que transitar por ellas sea seguro y confiable.