Alfredo Azpelicueta.
FUNDADOR DE “16 SOLIDARIOS JUNÍN”

Alfredo Azpelicueta: “Siempre peleé por lo que quise sin bajar los brazos”

Fue comerciante toda su vida, ofició como dirigente y recorrió el país para ayudar a escuelas. Acostumbrado a una vida de desafíos, actualmente está al frente del Centro Conín Junín, encargado de luchar contra la pobreza y el hambre en la ciudad.

Alfredo Azpelicueta es una persona con muchas historias para contar y facetas para mostrar. Fue distribuidor, bancario, emprendedor, dirigente, abrió un boliche y recorrió el país en 4x4 para ayudar a escuelas. Su proyecto, “16 solidarios”, hizo base en Junín y, desde hace varios años, trabaja junto a Fundación Conín y otras instituciones locales para erradicar el hambre y la pobreza en la ciudad.

Los obstáculos económicos y personales azotaron repetidamente sus iniciativas que, aún así, defendió. Considera que “involucrarse es fundamental y muy satisfactorio” y, en diálogo con Democracia, repasó sus proyectos y el trabajo realizado desde la institución solidaria. 

Emprendedor

“Mi familia quería que estudiara pero yo no”, explicó Alfredo, cuyo primer trabajo fue en la distribuidora local de Coca-Cola que dirigía su padre, para luego ingresar al Banco del Oeste. “Gracias a Coca-Cola, en Junín me conocía todo el mundo”, afirmó, quien se convirtió rápidamente en la mano derecha del gerente. 

Pero, desde entonces, la historia de Alfredo es de lucha y reinvención continua. Las sucesivas crisis, obstáculos y los proyectos frustrados no lo dejaron nunca fuera de juego, sino todo lo contrario.

A fines de los setenta, inauguró una fábrica de ropa deportiva en la ciudad, pero la apertura de las importaciones complicó su empresa, que “luego de una temporada, quebró”. Tiempo después, encontró en la distribución de bebidas una nueva oportunidad, frustrada por la aparición de los mayoristas.

Sin rendirse, apostó, una vez más, por un novedoso proyecto: la apertura del local bailable “Energy” de la mano de Carlos Tossi, negocio del que se alejó para atender a su hija recién nacida.“Los boliches se manejaban de otra manera, al no haber internet o celulares demandaba mucho tiempo”, explicó Alfredo.

Cuando la situación se tornó compleja, debió tomar una difícil decisión.“Estaba complicado económicamente, necesitaba una salvación”, destacó, y, poco tiempo después, emprendió la apertura de una pista de karting en la cúpula de La Rural. “Me la jugué, y gracias a Dios salió bien y pude salir a flote”, afirmó. Finalmente, sus esfuerzos se orientaron hacia la distribución de agua.

La batalla más difícil

“Siempre peleé por lo que quise sin bajar los brazos”, agregó Alfredo, al recorrer su extensa carrera en los negocios. Pero los desafíos no solo fueron económicos, sino también de salud. “Le gané una batalla al cáncer”, explicó, y destacó el modo en que logró afrontar el difícil momento: “No me desanimé y lo tomé como un obstáculo para seguir adelante”.

A pesar de la incertidumbre y el temor propios de situaciones de ese porte, Alfredo recuerda a la perfección cómo se sentía en ese entonces. “Sabía que lo iba a superar, puse toda mi energía en eso”, detalló, tras descubrir la enfermedad de forma fortuita a sus 49 años, en un control de rutina.

“Yo cumplo 2 veces los años porque al salir de la operación volví a nacer”, afirmó Azpelicueta, que tiene 65 años de vida y 16 de vencer al cáncer. “Fue una experiencia impresionante, me dejó una enseñanza muy grande”, expresó.

Alma de dirigente

Como histórico comerciante de la ciudad, Alfredo fue invitado a formar parte de la comisión directiva de Sociedad Comercio e Industria Junín (SCIJ), sin sospechar que, poco tiempo después, la presidiría.

“En un momento en que no esperaba ni aspiraba ser presidente de Comercio e Industria me ofrecieron el cargo”, explicó Alfredo que, tras su paso por la escuela de dirigentes sociales, dio el visto bueno a la oferta. “Tenía mil motivos para decir que no, pero hay que predicar con el ejemplo”, destacó. Incluso, tras abandonar su puesto en SCIJ fue designado director de Grupo Servicios Junín.

En el balance de su gestión al frente de Comercio e Industria, Alfredo reconoció que tuvo “mala suerte”, y destacó algunas de las medidas tomadas, como el establecimiento de cajas de seguridad al interior de la institución. Además, fue uno de los dirigentes enviados a China para negociar el establecimiento de una automotriz en Junín y lamentó que “por mezquindades políticas, la fábrica se instaló en La Plata”.

Kilómetros de solidaridad

Alfredo siempre disfrutó viajar y, sin vislumbrar aún un proyecto mayor, encontró el modo de combinarlo con la ayuda. En viajes personales, con amigos, familiares o conocidos, empezó a incluir material para donar, y, de ese modo, a conocer otras realidades que se viven en el extenso país. 

“Me motivó mucho, cada vez que viajaba juntaba ropa, alimentos y medicamentos”, explicó, y señaló que las donaciones “no tenían un destino fijo”, sino que se entregaban, generalmente, en escuelas e instituciones educativas.

“Cuando fuimos a una escuela en Fiambalá con mi hermano, prometimos volver al año siguiente”, destacó Azpelicueta, que así vio formarse su grupo solidario. “Decidimos trabajar en la columna de una Nación, la educación, por eso buscábamos escuelas”, explicó, y así llegaron a los lugares más recónditos e inaccesibles, con la esperanza de generar un cambio en muchas realidades.

Fue ese el inicio de “16 solidarios”, agrupación que, aún hoy, existe. “El nombre del grupo es fruto de la locura mía”, bromeó Alfredo. Es que el referente detalló que los destinos eran lejanos, e inaccesibles en autos particulares, por lo que acostumbraban a viajar en camionetas doble tracción, es decir, 4x4.

“Si yo le ponía 4x4 solidarios no quedaba bien, por eso puse 16, el resultado de la multiplicación”, explicó.

Lucha contra el hambre

El tiempo forzó un viraje en las prioridades de los proyectos emprendidos por Alfredo y sus compañeros, y los esfuerzos se concentraron en la pobreza y desnutrición. “Escuché al doctor Abel Albino hablar sobre el hambre y sus consecuencias y me dí cuenta que necesitábamos cambiar el rumbo”, detalló el referente, y señaló que son los factores que “le quitan la igualdad de oportunidades a los niños”.

En dicho sentido, su objetivo inicial, la educación, dio paso a la desnutrición, el hambre y la pobreza, puesto que, tal como describió Alfredo, “para educar es necesario un paso previo”. El cambio de rumbo los ubicó en Junín y el grupo “16 solidarios” se abocó a trabajar a la par de la Fundación Conín.

Respecto al vínculo con la fundación, el referente destacó que requirió de “un largo proceso”, que incluyó la creación de la ONG, la capacitación de los profesionales que trabajan en ella y el vínculo con las autoridades. “Conín tiene manuales particulares de procedimientos a los que debimos adaptarnos”, explicó Alfredo. 

En cuanto a la situación local, detalló que “no hay chicos desnutridos sino malnutridos, en diferentes grados” y apuntó a la importancia del trabajo de campo continuo para su detección.

Actualmente, el grupo “16 solidarios” trabaja como franquicia de la Fundación Conín en Junín. “Ser centro Conín da una gran ventaja”, explicó quien lo dirige, que también destacó el vínculo establecido con las demás instituciones de la ciudad en pos de un objetivo común. “Es necesario trabajar en red, tiene que ser un objetivo común”, afirmó y advirtió: “Tenemos que ser un brazo fortalecedor del Estado, no podemos reemplazarlo ni competir”.

Es así como, para Alfredo, el compromiso de la lucha contra el hambre debe ser asumido como política de Estado, y como un aspecto primordial para la sociedad civil que, lamentó, “se queja pero no se compromete”. 

“Esto se trata de plantar un árbol para que otros se beneficien de su sombra”, afirmó Alfredo, y agregó: “Yo no quiero estar para la foto, quiero armar una estructura que me exceda”.

El trabajo en Conín

“La función específica de Conín es abordar, en forma integral, el problema de la pobreza y la consecuencia directa, la desnutrición infantil”, explicó su referente local y, a su vez, señaló que “tiene 3 pilares: docencia, asistencia e investigación”.

En cuanto a las actividades realizadas en el centro local, Azpelicueta explicó que lo primordial es, en primer lugar, buscar a las familias que están atravesando una situación de vulnerabilidad, a través de relevamientos continuos que evalúan tanto las condiciones edilicias de los hogares como los aspectos antropométricos de los niños.

Cabe señalar que su labor compite contra el tiempo, puesto que, según explicó Alfredo, “luego de los 5 años, el daño causado por la desnutrición es irreversible” y, por ello, necesita del involucramiento activo. “He resignado mi trabajo y mi familia por eso”, señaló.

Respecto a la asistencia, uno de los pilares fundamentales del trabajo de Conín, su referente detalló que “es distinto al asistencialismo, porque en este caso hay predisposición y trabajo de los 2 lados”. Como los visitantes, madres e hijos, asisten al centro una vez por semana durante varias horas, “es importante que haya compromiso de ir y ser constantes”, explicó.

Por su parte, allí trabajan especialistas en estimulación temprana, pediatras, nutricionistas, trabajadoras sociales y psicopedagogas. En cuanto a las madres, Alfredo detalló que “reciben clases de cocina saludable, educación física y baile, asisten a charlas y talleres de costura, y son asistidas para conseguir trabajo y continuar sus estudios”. Además, cada semana reciben un bolsón de alimentos para toda la familia.

Actualmente, el centro aguarda la inauguración de la nueva sede, en el edificio perteneciente a la Congregación de las Hermanas Isabelinas, ubicado en Quintana 1475. “Vamos a tener mayor visibilidad para potenciar nuestro trabajo y recibir donaciones”, explicó Alfredo, quien realizó una petición particular: “Necesitamos que nos donen tiempo, necesitamos voluntarios”.