Andrés Massari, gerente de la embajada estadounidense
UN JUNINENSE, EN LA EMBAJADA ESTADOUNIDENSE

Andrés Massari: “Estar a cargo del Palacio Bosch es lo que siempre quise hacer”

Es chef, sommelier y ocupa el cargo de gerente de la residencia del embajador de Estados Unidos en Argentina, donde trabaja desde hace 16 años. Tras su paso por prestigiosos restaurantes, hoy dirige a su equipo y organiza los eventos diplomáticos más importantes del país del norte.

En la intersección entre Avenida Libertador y Kennedy, en una de las zonas más exclusivas de Capital Federal, se ubica el imponente Palacio Bosch, sede de la embajada de Estados Unidos desde mediados de la década del 20, y el lugar de trabajo del chef y sommelier juninense desde hace 16 años.

Andrés Massari estuvo al frente de restaurantes de renombre tanto en Argentina como Barcelona, se formó en la administración gastronómica y su currículum interesó a las máximas autoridades de diferentes países. Finalmente, ingresó a la embajada estadounidense, donde ocupa un cargo gerencial hace varios años, y entabla una estrecha relación con diplomáticos de alto rango mientras dirige las actividades llevadas a cabo en su interior.

Al frente

Desde hace 8 años, Andrés Massari es el gerente de la residencia del embajador de Estados Unidos. El puesto es conocido a nivel global como “resident manager” y, según explicó, “es el cargo más alto dentro de la residencia del embajador”. 

De hecho, el chef y sommelier lleva 16 años dentro de la institución, a la que inicialmente ingresó para estar a cargo de la gastronomía. Actualmente, Andrés visita a diario el Palacio Bosch, donde reside la máxima autoridad oficial de Estados Unidos en el país y ocupa un cargo gerencial, que demanda el trabajo coordinado de los diferentes sectores para cada actividad realizada allí.

“Tengo un equipo a cargo con chefs, ayudantes de cocina, asistentes”, destacó, y señaló que, en total, “la embajada tiene 300 empleados, 120 americanos y 180 argentinos”. En cuanto a su equipo, se trata de 11 personas que trabajan de manera fija desde hace más de una década. “Somos casi una familia”, agregó.

“Mi función se basa, por un lado, en la organización de eventos y, por el otro, en la vida personal del embajador y su familia”, afirmó Massari que, anualmente, coordina entre 250 y 300 eventos, como “cafés, almuerzos, cenas y cócteles, entre otros”. Los mismos son encargados por diferentes secciones de la embajada, puesto que, superadas las “etapas burocráticas necesarias”, el Palacio Bosch puede ser utilizado por cualquiera de ellas, y, como gerente de la residencia, Andrés es el encargado de su organización. 

“Yo administro la necesidad de uso de la embajada, y trabajo con mi equipo en eso”, explicó.

A su vez, destacó que “el Palacio Bosch es espectacular”, y destacó su vajilla y cristalería, así como su ornamentación y arquitectura, que lo hacen único.

Su vínculo con el embajador

Es evidente que la centralidad de su rol deriva en una estrecha relación entablada con la máxima autoridad, quien es representante de Norteamérica en el país, y anfitrión de la embajada, sede de las múltiples actividades desarrolladas semanalmente.

En dicho sentido, Massari remarcó la necesidad de reparar en la “amabilidad y hospitalidad” como denominadores comunes de cada una de ellas. “Estamos representando a Estados Unidos en Argentina”, señaló Andrés, que está acostumbrado a recibir en el palacio a figuras destacadas a nivel nacional e internacional, pero no olvida que “es la casa del embajador y un mínimo detalle puede generar polémica o malestar”, lo que requiere de sumo profesionalismo en la labor diaria. 

“Por lo general charlo todo con el embajador”, afirmó.

Establecer una relación estrecha con la máxima autoridad estadounidense es una condición indispensable de su trabajo. Desde su llegada a la embajada, tuvo 10 jefes, entre embajadores y encargados de negocios. “Cada embajador viene con una idea, nosotros tenemos que leerla y ponerla en práctica en el servicio”, afirmó , y recordó que “el embajador debe ser el que cocine, reciba a los invitados, brinde el servicio y haga todo”, y allí radica la importancia de entender lo que piensa y quiere.

Para Andrés, su trabajo “implica un desafío constante”, y, sin dudas, convivir con el “estrés continuo” que implica trabajar, día a día, en una institución de esa talla. “Es muy importante ver el todo para organizar un evento”, afirmó, y señaló que tanto la cocina, como lo administrativo, el servicio y el protocolo son fundamentales. 

“El gran secreto es tener un equipo que sabe lo que hace”, advirtió. 

Su visión

“Siempre entendí que la gastronomía tiene tres columnas: la cocina, el salón y lo administrativo”, destacó Massari, que, además de chef, estudió también administración gastronómica y sommelier. 

Al respecto, explicó que “el oficio requiere de la adquisición de conocimientos de diferentes áreas”, y una de las razones por las cuales se interiorizó en el arte del vino fue “para conocer, sobre todo, acerca del servicio”. Sin embargo, el chef también reparó en la importancia del maridaje entre bebidas y platos, y detalló que ello lo llevó a fabricar su propia cerveza en su casa.

Por su parte, al día de hoy se dedica fundamentalmente a una de las tres columnas de la gastronomía, la administración, y explicó que, tras abandonar el puesto de chef en la embajada, relegó la cocina al ámbito privado. “Es una necesidad de continuar con eso que me enamoró a los 19 años”, afirmó.

A pesar de todo, la formación ininterrumpida es, para Andrés, un aspecto indispensable de su trabajo. “Hace mucho tiempo estoy en este campo, sigo muy interesado y sigo estudiando”, destacó.

En el inicio, otros propósitos

Quien hoy dirige las actividades del Palacio Bosch, emigró de Junín a los 19 años para perseguir su sueño de ser chef. Es por ello que, de forma regular, visitaba la Capital para cursar sus estudios en el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG), con profesores como Ariel Rodríguez Palacios y Osvaldo Gross, pero aun con el anhelo de retornar a sus raíces.

“Mi idea siempre fue volverme a Junín”, destacó Massari, cuya introducción en la administración gastronómica lo obligó a residir en la Gran Ciudad. “Las circunstancias de la vida me mantuvieron en Buenos Aires”, afirmó. Pero nunca se alejó definitivamente de la ciudad donde creció.

“Por más que no viva hace más de 20 años sigo siendo de Junín, amo esa ciudad”, destacó Andrés, que vuelve de forma periódica para visitar a su familia y amigos, ir a la cancha con su padre, y volver a transitar los pasos que camino en su juventud. Es así como, cuando su oficio lo permite, sale del Palacio Bosch, hace las relaciones internacionales a un lado, y alienta a su equipo en el estadio Eva Perón. "Cuando uno vuelve todo está ahí”, señaló, agradecido.

El arribo a la embajada

Tras su estadía en Barcelona, donde se desempeñó durante un año como jefe de cocina de un restaurante, Argentina lo recibió con una nueva oportunidad laboral, por lo que pasó a formar parte del glamoroso restaurante Casa Coupage, en el barrio de Palermo, el último trabajo que tuvo previo al ingreso al Palacio Bosch.

“Mi llegada a la embajada fue muy curiosa”, destacó Andrés, que explicó que fue llamado inicialmente por el embajador de Arabia Saudita, con una propuesta laboral que no estaba en sintonía con sus anhelos y que se vio forzado a rechazar, sin sospechar que, de esa manera, se acercaba aún más a su sueño.

“Al embajador saudí le gustó mi perfil y se lo compartió al de Australia”, explicó Massari, que también fue llamado por dicha institución para trabajar como chef “solo por 4 meses”. Fue precisamente esa cláusula la que lo obligó, una vez más, a desestimar una importante oferta, puesto que implicaba arriesgar su trabajo estable en Casa Coupage por solo unas semanas en otro puesto.

Como si se tratase de un juego de naipes por turnos, “el embajador de Australia se lo comentó al de Estados Unidos”, y finalmente Andrés fue convocado para ser el chef a cargo del Palacio Bosch. “La propuesta fue distinta y acepté”, señaló, y destacó que “es un lugar alucinante para trabajar”. De esa manera, su desempeño en la institución y sus cualidades lo hicieron merecedor de un nuevo puesto de trabajo, como gerente de la residencia, que desempeña desde hace 8 años. 

El foco en el presente

A la par de su carrera profesional, Andrés también formó su familia en Buenos Aires y consolidado su vínculo con la gran ciudad. A sus 42 años, el chef, sommelier y administrador gastronómico está seguro de haber encontrado un oficio que lo completa, y le permite poner en práctica lo que sabe por su formación.

Al respecto, afirmó, sin un dejo de duda, que “el foco está puesto en el presente”, y que no tiene más proyectos en mente a futuro, porque el oficio significa la realización de su proyecto personal. “Yo adoro lo que hago, es una posición que me llena”, afirmó Massari, que desempeña su rol gerencial con orgullo y responsabilidad. 

“Estar a cargo del Palacio Bosch es lo que siempre quise hacer”, agregó.