Belgrano: el hombre y la patria
“Mucho me falta para ser un Padre de la Patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella". Manuel Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770 y es considerado el primer economista argentino, uno de los ideólogos más lúcidos de la Revolución de Mayo y persona indispensable en la declaración de la Independencia.
Estudió en el colegio San Carlos de Bs.As. donde se licenció en filosofía y luego viajó a España para continuar sus estudios en leyes y comercio, cursando esas materias en las universidades de Salamanca y Valladolil.
Europa vivía el auge de la Revolución Francesa y el joven Belgrano conoció ese cambio en las ideas de libertad, igualdad y propiedad que conllevaba.
Las obras de Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Adam Smith y Quesnay, algunas de las cuales tradujo, así como las ideas de la Ilustración, causaron un profundo efecto en Belgrano y otros futuros libertadores sudamericanos que estaban estudiando en Europa.
Belgrano pensó que su Patria por sus riquezas del suelo era ideal para aplicar políticas de justa distribución de las tierras y el trabajo, optimizar los sistemas de extracción, transformar las materias primas en manufacturas y desarrollar una equilibrada política monetaria que beneficiará a todos los habitantes de la nación.
En 1794 regresa a Bs.As. ya destinado frente al consulado, organismo encargado del control y fomento de las actividades económicas, formado en su mayoría por los representantes de los intereses comerciales monopólicos ligados a la Capital; luego ellos serían adversarios de Belgrano.
En 1798 redactó lo que considera el primer proyecto de enseñanza estatal gratuita y obligatoria, proponiendo que los cabildos de cada ciudad del país creasen y mantuviesen escuelas en cada parroquia de su jurisdicción y especialmente en las zonas rurales. Además, entre muchos otros cambios, hacía notar la necesidad de incluir a las mujeres en un sistema educativo mixto “pues son las buenas madres las que forman a los buenos ciudadanos “.
La justicia social, la justa distribución de recursos, el fomento de la industria y agricultura, el derecho a la propiedad, el desarrollo del comercio interno, la lucha contra la miseria y la pobreza eran cuestiones en las que insistía Belgrano en su informe anual como Secretario del Consulado, amén de su esfuerzo diario por dar solución a estos temas.
En 1801 colabora, junto con otros notables patriotas, en la fundación de nuestro primer periódico, el Telégrafo Mercantil, Rural Económico e Historiográfico del Río de La Plata; aparecía dos veces por semana con agudos análisis políticos y trataba una variedad de cuestiones de interés general.
En 1802, preocupado por el contenido y la influencia adquirida, el Virrey Del Pino ordena su clausura.
En 1810 retoma la actividad periodística en el Correo de Comercio, desde donde insiste con sus propuestas de buscar “la felicidad de la mayor parte de los ciudadanos “.
Acérrimo defensor de la Nación, la instrucción pública, los derechos civiles y la libertad de prensa, en su camino al Paraguay redacta el Reglamento para el Régimen Político Administrativo y Reforma de los 30 Pueblos de las Misiones, el 30 de diciembre de 1810, al tiempo que su primo Juan José Castelli decretaba la libertad e igualdad de los indios y el fin de los tributos a los servicios personales en el Alto Perú.
Ese Reglamento fue agregado por Juan Bautista Alberdi en 1853 como una de las bases de la Constitución Nacional.
Durante la Semana de Mayo, Belgrano tuvo una sensitiva participación en los eventos transcurridos.
En enero de 1812 el Triunvirato le encomienda instalar dos baterías en las costas de Paraná para detener el avance de los realistas en las costas de Rosario.
En la primera, la Libertad, el ya designado General Belgrano solicita permiso a Bs.As. para usar un distintivo patrio y crea la escarapela celeste y blanca.
En la segunda, la Independencia, hace enarbolar una bandera con los mismos colores cosida a mano por María Catalina Echeverría y que sería bendecida meses más tarde en Jujuy por el sacerdote Juan Ignacio Gorriti.
Rivadavia, al enterarse del hecho, le escribe a Belgrano una furibunda carta ordenándole restituir el pabellón español; afortunadamente esa resolución le llegó mucho después y mientras tanto siguió usando la nueva Bandera Nacional.
Una vez en Jujuy se hace cargo y recompone el Ejército del Norte, lleva a cabo la gesta del éxodo jujeño, retrocede hasta Tucumán y por primera vez desobedece al Triunvirato, que le ordena regresar a Bs As.
Enfrenta a los españoles en la batalla de Tucumán y los persigue hasta Salta, donde los derrota en la batalla que lleva ese nombre. Fue la primera batalla en la que se alza la Bandera Nacional como emblema.
Es luego derrotado en los combates de Vilcapugio y Ayohuma, retrocede hasta Salta y entrega el mando de sus tropas a José de San Martín.
A fines de 1814 viaja a Europa con Rivadavia para conseguir la aprobación de las potencias europeas de nuestra independencia, misión que terminó en un rotundo fracaso dadas las condiciones en el Viejo Continente.
De regreso al país en marzo de 1816, se trasladó a Tucumán donde ya había comenzado a sesionar el Congreso. Participó en la Declaración de la Independencia y poco después volvió a hacerse cargo del Ejército del Norte. En enero 1820, enfermo de gravedad, debió abandonar la comandancia y volver a Bs.As.
En 20 de junio de 1820, el "Día de los tres gobernadores" y en plena guerra civil, moría Manuel Belgrano en medio de las más grandes privaciones.
"Es un deshonor a nuestro suelo, es una ingratitud que clama al cielo, el triste funeral, pobre y sombrío que se hizo en una iglesia junto al río, al ciudadano ilustre General Manuel Belgrano", publicó El diario Teofilantrópico dirigido por el padre Castaneda, único periódico que se ocupó de su muerte.
Valga esta más que breve reseña de Belgrano para rendirle homenaje y hacer ver que su vida debería ser ejemplo para nuestros actuales dirigentes.
Federico Rayces, Miembro del Rotary Club Junín