Carlos Rozanski: “La figura de genocidio no requiere un número”
El ex juez federal, que desempeñó un rol fundamental en el enjuiciamiento a los represores de la última dictadura cívico-militar en la Argentina, disertó ayer en la cátedra libre “Tierra Techo y Trabajo” de la Unnoba, pero antes concedió una entrevista a este diario.
Por Fraco Ruiz
¿Cómo analiza la actual gestión en materia de derechos humanos?
-Sobre eso tenía una opinión todos estos años, mientras iba viviendo el proceso y sostuve incluso públicamente que todo lo que venía sucediendo en la Argentina, en el ámbito de los juicios por la verdad, era irreversible. Hoy estoy dudando de esa irreversibilidad, aunque sí creo que es irreversible la toma de conciencia en una parte importante de la ciudadanía sobre cosas que han sucedido.
No hay que olvidarse que los juicios por la verdad comenzaron en 1998, por lo tanto, no es un proceso de una gestión en particular -mas allá de que hay gestiones que tienen más o menos interés por cuestiones ideológicas-. La realidad es que es un proceso que comenzó con el juicio a las juntas, que luego vino una condena en ese juicio y casi inmediatamente vinieron dos leyes de impunidad y en conjunto vinieron indultos en términos judiciales; una condena luego indultada no sirve para nada. Desde ese punto de vista estamos en un proceso de casi 30 años de impunidad sobre hechos muy graves, y recién en 1998 comenzaron los juicios.
-Entiendo que ve, por lo menos, una desaceleración de los juicios.
-Estoy convencido de la desaceleración, porque son datos objetivos, los números dan que se están haciendo menos juicios, porque los cargos no cubiertos en la Justicia Federal implican necesariamente una demora. Entonces desde ese punto de vista faltan recursos y existe un serio riesgo.
-¿Cree que con el cambio de gobierno hay testigos que puedan dar marcha atrás?
-Yo lo plantearía en otro término, diría que la gente que estaba dispuesta a testimoniar en ese momento lo haría hoy, tal vez el cambio se produzca en aquellos funcionarios que bajo determinados signos políticos acompañan determinados procesos y en otro momento tienen un poco menos de voluntad.
De todos modos, el proceso argentino de juzgamiento es único en el mundo y por lo tanto en ese sentido los jueces que han actuado han sido valientes.
Sí es preocupante que funcionarios sigan practicando el más brutal negacionismo, pues se contrapone necesariamente con el esfuerzo de tantos años, no solo de décadas de los organismos luchando para que haya justicia sino también en la verdad que se fue encontrando a partir de los juicios.
-Los archivos desclasificados en EE.UU. de la última dictadura argentina reconocen 22.000 desaparecidos hasta 1978, con lo cual la cifra de 30.000 parece acertada.
-En mi experiencia en los juicios, por lo menos, no tengo ninguna duda de que está muy acertada, pero también me preocupa cuál es la intención de empezar a hablar de números. Hay una cosa que, por ejemplo, no se dijo en todos estos días y semanas que tiene que ver con el genocidio en cualquier país del mundo: la figura de genocidio no requiere un número. Puede haber un genocidio con cinco muertes y esto no fue dicho porque implica un conocimiento técnico más profundo y hay que decirlo públicamente. Si hay un plan genocida y en el comienzo se exterminan diez personas integrantes de un grupo nacional y luego se aborta ese proceso, el genocidio empezó y se llevó adelante. No es de buena fe discutir de números.
-¿Por qué renunció?
-Yo fui 25 años juez de cámara. Es una cifra importante porque en realidad ese tipo de cargos son personas que han hecho una carrera judicial y luego llegan al cargo de juez de cámara. En mi caso yo directamente concursé para ese cargo hace 26 años atrás, en Bariloche, por lo tanto ese tiempo fue directamente en ese cargo. Primero es altamente desgastante, porque llevé a cabo más de 4 mil juicios orales de delitos criminales y mi primer juicio de lesa humanidad fue en 2004. De ahí en adelante fue encima el tribunal que más juicios por delitos de lesa humanidad llevó adelante y el único que integró todo el tiempo el tribunal fui yo, por lo tanto eso significó una carga muy fuerte, que no la eludí por supuesto.
En 2006 desaparece Julio López y en ese mismo momento comienzan las amenazas hacia mí y a funcionarios del juzgado hasta el día de hoy, por lo tanto son todos factores muy fuertes que claramente detonaron en esta gestión. Esto fue muy claro ya que un programa periodístico anunció que el Poder Ejecutivo había decidido que me iban a echar y cuando dos semanas después el representante del Poder Ejecutivo, en el Concejo de la Magistratura decide hacer lo que decide hacer, evidentemente aquellos mensajes anticipados periodísticamente se traducen en actos de Estado. Ahí ya es como que todo obliga a repensar las cosas seriamente.
-¿Qué cree que pasó con Julio López?
-Es muy difícil de arriesgar una teoría porque en primer lugar hay un error grave de investigación, que tiene que ver con que el Estado y la Justicia no estaban preparados para este tipo de eventos. Uno está preparado para un robo, incluso para un homicidio, pero que en democracia desaparezca una persona que es testigo y acaba de testificar de esa manera, es un hecho completamente extraordinario, entonces eso condiciona mucho a los funcionarios que van a tener que investigar, porque si no están preparados adecuadamente, no van a investigar bien.
-¿Atribuye la desaparición de López a la represión ilegal?
-Todo daría para pensar que no es casual. Yo no descartaría saber algún día qué es lo que pasó y todo va a depender del contexto. En ese juzgado ahora va a juicio oral y público uno de los casos de amenazas con detenidos, las que sufrimos nosotros en el tribunal. Hay un detenido que tenía en su poder tres armas de guerra listas para disparo cuando fue detenido.
-¿Se pudo establecer para quién operaba?
-No, pero en uno de los mensajes que se secuestraron, el último si no me equivoco, que no llegó a enviar porque fue detenido, decía que su único líder y jefe es Miguel Etchecolatz.
-En la llamada Causa Junín surgieron de las declaraciones nombres de personas vinculadas a la represión ilegal, ¿en qué quedaron esas investigaciones?
-Esos juicios tienen la característica, además del tiempo transcurrido, que cada testigo va contando lo que pasó eventualmente con su familia pero a su vez lo que esa persona vivió cuando estaba reclamando. Han pasado muchos testigos que fueron a hacer la denuncia y el juez federal no solo los rechazó con costas sino que ese mismo juez estuvo en un centro clandestino. Entonces para dar un ejemplo de las derivaciones que puede haber, cada una de esas cosas tienen que derivar en una causa penal que de hecho fue haciendo. Nosotros hemos denunciado en muchos juicios y, a raíz de esos testimonios, hemos dictado sentencia sobre lo que se probó.
-Algunos creen que el kirchnerismo usó políticamente los juicios por la verdad, que se podrían haber acortado los procesos antes y mirar hacia adelante.
-Durante ese período, esos 10, 12 años, en lo personal y como tribunal lo único que hemos recibido del Estado es apoyo en todo sentido. La segunda parte de la pregunta tiene que ver con mirar para adelante, yo creo que una de las peores cosas que se le puede hacer a la memoria es mirar para adelante, porque eso solo es posible si miramos para atrás y recordamos lo que pasó. Detrás de esa afirmación, de que hay que mirar para adelante, va acompañada otra, la de no mirar para atrás lo suficiente, que significa impunidad y la Argentina no está dispuesta a eso. La mayoría de los habitantes acompañaron este proceso y el mundo saluda este proceso.
-¿El Nunca Más está garantizado?
-Depende el Nunca Más sobre qué. No significa que haya que descuidarse y voy a copiar a Zaffaroni (Eugenio) que hace varios años viene diciendo “cuidémonos de un genocidio por goteo”, es decir, cuidado de aquellos que cada día van quitando trabajo, salud, sueldo, vacaciones y cosas esenciales y que también significan un derecho humano fundamental. Insisto, el Nunca Más a un proceso genocida como el que vivimos creo no va a volver a repetirse, pero estemos atentos para que la calidad de vida mejore en vez de empeorar.