OPIINIONES
Me entusiasma que el pueblo siga apostando a la democracia a pesar de las dificultades
Después de transcurrido un año de gestión del nuevo gobierno desde distintos sectores se hacen balances de los resultados obtenidos. Creo que quizás no sea un balance global el adecuado sino varios diferentes, referidos a distintos aspectos de la administración y así llegar a mi entender a un resultado mas justo. Sin duda económicamente ha sido un año muy difícil, trascurrimos de trimestre en trimestre esperando con ansiedad la reactivación que no llega y la baja inflacionaria que permitiera una recuperación del salario cambiando las expectativas de vastos sectores de la población que aguardan impacientes una mejora económica que hasta el momento es esquiva. Si bien se resolvieron con éxito situaciones que parecían por demás complicadas, como la salida del cepo cambiario, la solución del default, la recuperación de las reservas del Banco Central y el blanqueo de capitales, al parecer muy exitoso, son logros importantes que no se han traducido en una mejoría en la economía del ciudadano de a pie. A esto hay que agregar errores gruesos como fue la actualización de las tarifas, entre otras, confusamente explicadas, mal comunicadas y pésimamente instrumentadas en algunos aspectos con un amateurismo asombroso, contribuyeron a opacar algunos de los logros obtenidos. Hace un año se debió informar a la población de la real profundidad del descalabro existente y del desbarajuste económico dejado por la anterior administración. Pero se optó por no informar adecuadamente la situación y crear expectativas de recuperación que por lo visto eran de imposible realización. Por el contrario, desde el punto de vista estrictamente institucional creo que hay logros, a mi entender, de fundamental importancia para la recuperación de las instituciones de la República visiblemente dañadas por el gobierno anterior. La vocación de diálogo; la búsqueda de consensos y acuerdos y la negociación en diferentes ámbitos y sectores, y especialmente a nivel parlamentario, recuperando la función esencial e institucional de Congreso, pilar esencial de la democracia republicana que lamentablemente también se había deteriorado; la paulatina recuperación de la independencia del Poder Judicial, custodio fundamental de los derechos civiles y garantías constitucionales; el abandono de la altanería, la violencia verbal, el inculcar mala onda y resentimiento, el desunir en lugar de unir, el dejar de lado los malos modos y asumir que todo funcionario desde el último hasta el presidente están para cumplir por un tiempo determinado la función que el pueblo transitoriamente les encomendó. En definitiva, se detuvo la demolición de las instituciones republicanas, se comenzó su reconstrucción y esto es el mayor logro del gobierno. Tengo esperanza que este accionar se afiance en este año que comienza; me entusiasma que el pueblo siga apostando a la democracia a pesar de las dificultades, que no haya permitido que se continuara mutando nuestra democracia republicana en algo diferente, un régimen distinto con mucho tufillo a autocracia, autoritarismo y falta de libertad. Los argentinos debemos lograr la reconstrucción del sistema de partidos que nos dará claridad en las ideas para saber qué piensa el candidato de turno y terminar con el gerenciamiento de la política con personajes que hoy están en un lugar y mañana en otro y que cambian de ideas como de ropa, es decir, cualquier colectivo los lleva a destino. Hay que volver a la Política con mayúsculas que no es ni vieja ni nueva, es simplemente Política. Para ejercerla con eficacia se debe tener vocación de la buena, de servicio y no de servirse, hay que tener experiencia que no se adquiere de un día para el otro, sino en el desempeño de diferentes cargos y responsabilidades a lo largo de los años que van moldeando el espíritu, templando la voluntad y cargando de conocimientos y destreza a la capacidad. Son todas cualidades que permiten reducir ampliamente los márgenes de error, que los habrá seguramente, pero no con la reiteración constante que termina poniendo en duda la existencia de las cualidades mencionadas. Este año que comienza es un año electoral, con elecciones de medio término y en las cuales los ciudadanos solemos votar más sueltos, sin tanta polarización. Sin duda tendrá una influencia muy grande la realidad económica del momento, si la inflación baja como pareciera ser, llegan algunas inversiones, se redireccionan recursos y se efectúan ahorros que permitan mayores disponibilidades facilitando la realización de obras importancia postergadas durante años y anunciada su realización en reiteradas oportunidades con fines únicamente electoralistas, es decir, para juntar votos de incautos, y también lo tendrá sin dudas el mayor o menor éxito en la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico. Es indispensable la recuperación de la calle para el ciudadano común, el que trabaja con esfuerzo y paga los impuestos y vive con miedo de que lo maten a él o algún familiar sin razón, porque sí. Existen iniciativas legislativas que van en este sentido, como la ley de flagrancia ya aprobada y otras dirigidas a limitar las excarcelaciones y hacer cumplir las condenas como corresponde, en definitiva, ir cambiando el razonamiento perverso de que el culpable es la víctima y no el victimario. Si todo esto se va concretando, el éxito del gobierno estará mucho más cerca, caso contrario la situación será bastante más compleja, pero solo eso, más compleja. En el juego de la democracia se gana y se pierde y no es el fin del mundo ni la muerte de nadie, pasa siempre, los votos se licuan o van a propuestas más atractivas. ¿Dónde quedó el 54%? ¿O el traje de amianto del gobernador al cual nada le afectaba hasta que todo lo afectó? En política nada está garantizado, ni el éxito ni el fracaso. Hay que abandonar los egos que son malos consejeros, rodearse de gente con experiencia, si son amigos mejor, pero primero la experiencia. Sería importante para el país en este 2017 un salto cualitativo en nuestro sistema democrático, dando solidez a la moderación, transitando esa ancha avenida del medio que nos evite caer en los extremos de uno y otro lado, afianzando la alternancia, el antídoto eficaz para evitar el mesianismo y el feudalismo ambos nocivos en la búsqueda de nuevas voluntades y liderazgos indispensables para el afianzamiento del sistema. Sin odios ni rencores, con trabajo y esfuerzo para sacar el país adelante.