ASOCIACIÓN DE PADRES

Cooperadoras escolares, un aporte indispensable a la educación pública

Ocupan con frecuencia lugares en donde el Estado no tiene presencia, pero son de vital importancia ya que permiten mejorar la calidad de la enseñanza, entendida como la conservación del edificio, la disponibilidad de los recursos didácticos y el capital humano y social.

Las cooperadoras han adquirido un rol central en la vida escolar y la calidad educativa. Funcionan con el trabajo y el aporte voluntario de los padres que suplen necesidades de la institución en donde el Estado no llega.
La mayoría de las escuelas públicas del país cuenta con una cooperadora escolar, integrada por padres de alumnos y también por docentes y directivos de la institución.
Las asociaciones cooperadoras ocupan con frecuencia lugares en donde el Estado no tiene presencia, pero son de vital importancia ya que permiten mejorar la calidad educativa, entendida como la conservación del edificio, la disponibilidad de los recursos didácticos y el capital humano y social de las escuelas.
El trabajo diario que realizan los padres a través de las cooperadoras, de forma voluntaria, permite brindar soluciones, con fondos del Gobierno, y principalmente generados por ellos mismos, los problemas en las instituciones estatales del país. Las escuelas difícilmente sobreviven sin una buena gestión desde la dirección y una buena cooperadora. El Operativo Nacional de Evaluación (ONE) indica que el 86% de las escuelas públicas del país tiene constituida una de estas asociaciones.
“Las cooperadoras cada vez tienen más trabajo porque hay menos Estado”, afirma Alejandro Braga, Consejero Escolar. “Igualmente, siempre es interesante que estén, es importante que desde el Estado canalicen los fondos a través de las cooperadoras, no solo como un ente de recaudación sino como un ente de supervisión de lo que sucede. Es interesante también porque aportan otra visión, generan un control social y suman a la democratización en la toma de decisiones. Desde el Estado hay que incentivar a las cooperadoras para que los padres se involucren, pero de ninguna manera este recurso tiene que ser utilizado para que el Estado se desentienda de ciertas cuestiones”, explica Braga.
“El sistema educativo no prevé las cuestiones operativas de la escuela, por ejemplo, las escuelas no tienen los artículos de limpieza, no tienen servicio de emergencia médica, no tienen en el día a día hasta las tizas para trabajar.  Todas las escuelas públicas tienen la figura de la cooperadora, lo que sucede es que en algunas escuelas los padres tienen más participación que en otras, muchas veces los mismos docentes y allegados completan la nóminas”, asegura Braga.
“En la medida que el papá está presente en la escuela, y que los directivos de esta pueden contar con los padres para iniciar proyectos conjuntos y para complementar la educación formal, hay resultados positivos. Si una escuela se encuentra sola, y tiene que resolver problemas que muchas veces la exceden, es más difícil cumplir con los objetivos fundacionales de la escuela, que es brindar una enseñanza de calidad para sus alumnos. Es notable la diferencia entre escuelas que tienen una cooperadora fuerte con las que no, y eso remarca la desigualdad entre las escuelas”, afirma Braga.

Escuela Normal

“La Asociación Cooperadora de la Unidad Académica de la Escuela Normal comenzó en el año 1996 y funciona hasta el día de hoy, aunque algunos años hubo intermitencias y no funcionó porque depende de la voluntad de los padres”, explica Elida Coronel, presidente de la actual Comisión y mamá de uno de los niños del nivel primario.
“Concretamente nosotros empezamos a trabajar desde septiembre de 2015, motivados y preocupados por empezar a hacer cosas que mejoren la situación de la escuela”, explica Elida.
La figura de la cooperadora actualmente cumple un rol fundamental ya que brinda soluciones con celeridad, permitiendo tramitar los recursos a través del Estado lleva demasiado tiempo. “Si las cooperadoras no existieran sería un gran problema para el Estado, por ejemplo si no funcionara esta cooperadora, cuando un nene se lastima no habría ambulancia, en una ocasión se cayó una maestra porque la escalera no tenía puesta la goma, ahora la estamos arreglando”, apunta Claudio Manzione, primer vocal de la Cooperadora y papá de otro de los niños de nivel primario.
La Cooperadora del Normal se mantiene exclusivamente con el pago voluntario mensual de los padres, con la realización de eventos- como torneos de burako- , venta de rifas y bonos contribución, entre otros que sirven para recaudar y cubrir necesidades.
El dinero recaudado sirve para cubrir gastos fijos como la compra de artículos de limpieza y librería, el pago de Emergencias Médicas- Intermed-, el pago del sistema de seguridad, la merienda en el Jardín de Infantes, la compra de materiales didácticos, recarga de matafuegos,  entre muchos otros.  A estos gastos se le suman otros eventuales como la reparación y compra de mobiliario- mesas y sillas-, equipos de audio y agasajos para los alumnos de primaria en el Día del Niño.
“Se necesita fomentar la conciencia en los padres, por ejemplo en Córdoba y Rosario han formado Federaciones que nuclean a diferentes asociaciones, y eso sería muy positivo en Junín, porque  esta manera podríamos trasmitir nuestra experiencia a otros que la necesiten y hacer más visible nuestro trabajo”, asegura Claudio Manzioni.
“En general en la escuela, los docentes y directivos tienen mucha predisposición, pero lo interesante es mostrar a la sociedad lo que estamos haciendo por la escuela y lograr que otros se involucren, porque este tema es desconocido y muchas veces somos estigmatizados”, finaliza Elida Coronel.

Jardín de Infantes 912
“Formamos una asociación cooperadora todos los años, hoy en día somos alrededor de 10 y estamos trabajando hace cuatro años”, cuenta Daniel Álvarez, integrante de la cooperadora y papá de uno de los niños del jardín.
Hace cuatro años se plantearon realizar un proyecto más ambicioso de los que venían realizando: la construcción de dos salas que ampliaron el espacio que tenía el jardín “El jardín solo contaba con dos salas divididas por mamparas y no tenían salón de actos. Los chicos estaban amontonados, para desayunar y almorzar tenían que desarmar una sala y para desayunar era lo mismo, lo que llevaba a que pierdan muchísimo tiempo de clases”, recuerda Daniel.
Por medio del Consejo Escolar consiguieron los planos y comenzaron a realizar diversas actividades para recaudar dinero “Compramos primero los ladrillos con dinero que teníamos ahorrado gracias al aporte de los papás del pueblo, también hicimos rifas, vendimos pollos, empanadas, organizamos cenas, entre muchas otras cosas, así juntamos todos los materiales”.
Finalmente -en 2015- la Municipalidad de Junín les otorgó una suma de dinero para mano de obra y aberturas, que contribuyeron a terminar las salas, “eso nos dio un empujón bárbaro y pudimos terminar la construcción. Hoy en día los chicos cuentan con salas cómodas y con un salón de actos amplio, en donde pueden jugar en un espacio seguro que los protege del frio y de la lluvia”, asegura Daniel.
“Trabajamos en conjunto con la directora –Orlanda D´Andrea- y con las maestras, todos queremos generar un entorno lindo para los chicos, es nuestro segundo hogar. Siempre estamos trabajando a diario, nosotros pintamos las paredes, hacemos refacciones, y siempre nos estamos planteando mejorar, por ejemplo nuestro próximo proyecto va a ser ampliar la cocina de la escuela”, cuenta Daniel.
“Gracias al aporte mensual que realizan los padres, logramos que a los chicos no le falte nada: tenemos tizas, marcadores, libros, juegos didácticos, lo que logramos entre todos es enorme, el aporte que han hecho del Consejo Escolar  es invaluable y eso hay que agradecerlo. Igualmente quiero aclarar que no hay que depender siempre de la ayuda que te puedan dar desde el Estado, hay que trabajar todos los días, hay que hacer cosas, los padres tienen que acercarse nuevamente a la escuela, tienen que comprometerse porque de eso depende la educación de los chicos”, finaliza Daniel.

Escuela 7

“En la Cooperadora de la escuela 7 somos poquitos y también pocos los que contribuyen”, cuenta Luis Abu, presidente de la cooperadora. Tanto Luis como sus hermanos asistieron a la institución y le tienen muchísimo cariño,  motivo por el cual decidieron seguir ayudando.
La escuela 7 es la única de doble jornada que existe en Junín y en su mayoría asisten niños de bajos recursos.
“Son 140 chicos que vienen a  comer en la escuela, que son alumnos y otros chicos que vienen de los barrios, últimamente la comida no nos alcanza para nada, nos dan dos pollos para 15 días por ejemplo”, cuenta con preocupación Luis.
“Nosotros tratamos de hacer lo que podemos, recorremos Junín pidiendo a los negocios, la verdad estamos en una situación crítica, muchas veces son las mismas docentes que ponen dinero de sus bolsillos y nosotros también, pero no alcanza y  algunos padres que contribuyen, pero la mayoría no puede”, finaliza Luis Abu.