Luiz Inacio Lula Da Silva.
LA MAYOR PARTE DE LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA SE DEDICA A LA EXPORTACIÓN

La lucha contra el hambre, triunfo a medias de Lula

Sin carne ni verduras en la heladera, el hambre acecha en el hogar de Neide Fernandes. En Brasil la seguridad alimentaria es una aspiración más que una realidad, a pesar de la lucha redoblada del gobierno del presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. Fernandes, una excajera de 60 años, vive con su marido y dos nietos adolescentes en un minúsculo departamento de dos cuartos en un hotel abandonado en el centro de Río de Janeiro. Los cables eléctricos recorren los pasillos estrechos y oscuros. Sólo cuenta con una veintena de huevos, “la menos cara” de las proteínas animales que puede pagar. “No tenemos cómo hacer tres comidas decentes al día”, dice. Su familia forma parte de los 40 millones de brasileños que sufren “inseguridad alimentaria”, de una población de 212 millones de habitantes, según la ONU.

El problema puede parecer paradójico para una potencia agrícola, pero la mayor parte de la producción nacional se dedica a la exportación, por ejemplo para la soja, y no a insumos básicos como el arroz o los porotos. Pese a ello, Lula ha hecho del hambre uno de sus grandes caballos de batalla durante su larga vida política y el lunes próximo lanzará en la apertura de la cumbre del G20 en Río, una “Alianza global contra el hambre y la pobreza”.

Desde que su esposo quedó desempleado hace ocho años, Neide Fernandes es beneficiaria del Bolsa Familia, programa social insignia del izquierdista que entrega dinero a familias, siempre y cuan do los hijos estén escolarizados.

“Pero con 600 reales (unos 100 dólares) al mes, no conseguimos nada en el supermercado”, afirma. En la última elección presidencial de 2022, Fernandes votó sin dudar por Lula, cuyos dos primeros mandatos (2003-2010) permitieron sacar a millones de brasileños de la pobreza.