La falta de vacunas impide frenar el avance de la pandemia de coronavirus
Los países fabricantes tienen una producción lenta para atender la demanda creciente.
Las vacunas contra el coronavirus que ya se administran en el mundo se producen de forma masiva en apenas cuatro países -Estados Unidos, India, China y Rusia- y en el bloque de la Unión Europea (UE), y la situación sanitaria y política dentro de cada uno de ellos explica por qué la llegada de dosis al resto del planeta seguirá a cuentagotas, en el mejor de los casos, en los próximos meses.
Si el ritmo de producción ya venía retrasado, razones a menudo internas en los países productores ralentizaron aún más la fabricación, y generaron cruces de declaraciones, presentaciones judiciales, quejas diplomáticas, negociaciones inusuales y una disputa ya nada solapada en busca de inmunizadores.
El concepto que ya se había vuelto lugar común el año pasado: nunca una vacuna se logró tan velozmente y jamás su producción en cadena pareció tan lenta, todo en un escenario en el que intereses comerciales y políticos cruzan de por sí una áspera competencia internacional.
Dificultades
En India, la explosión de contagios dejó al país sin camas y sin oxígeno, con el agregado de que a mayor propagación del virus más chances de mutar y, en consecuencia, más interrogantes genera respecto de las vacunas. Obviamente la administración de Narendra Modi se propuso inmunizar al país como prioridad, pero pese a que es el mayor productor de vacunas del mundo no tiene hoy dosis suficientes ni forma de agilizar la fabricación.
China se propuso ser el gran distribuidor de vacunas sobre todo en los países en desarrollo y trazó por eso un ambicioso plan de generar 2.000 millones de dosis en 2021 y unas 4.000 en 2022, con lo que esperaba cubrir el 40% de la demanda global. Por lo pronto, sus vacunas Sinopharm, Sinovac y CanSino ya llegan a 22 países, básicamente de África, Latinoamérica y el sudeste de Asia. Beijing cedió también unas 10 millones de dosis al Covax.
Pero esta estrategia que varios medios llamaron "la diplomacia de las vacunas" y que, en teoría, buscaba acrecentar la influencia de la potencia en el mundo, se contrasta ahora con su aspiración de vacunar a buena parte de su población antes de julio, cuando el gigante Partido Comunista festeja sus 100 años.
Idas y vueltas
Estados Unidos tiene la ventaja de haber aprobado tres vacunas que se fabrican en su territorio (Pfizer, Moderna y Johnson&Johnson). Y hasta compró millones de dosis aun antes de ese visto bueno. Moderna le dijo al diario The Wall Street Journal que necesitó tres meses para producir los primeros 20 millones de dosis, pero que ahora produce 40 millones al mes solo para EEUU. Pfizer pasó de producir 5 millones de vacunas semanales a 13. También Johnson&Johnson multiplicó su producción porque su rival Merck, el segundo productor de vacunas del mundo, se le asoció tras fracasar en su intento de tener su propio inmunizador.
Rusia, con su vacuna insignia, la Sputnik V, puso al país frente a una paradoja: su validación como una de las más efectivas multiplicó la demanda y generó para el Fondo Ruso de Inversión Directa el desafío de producir a escala mundial. Pero al parecer podrán manufacturarse como máximo 400 de los 710 millones de dosis encargadas para este año, y en parte porque hay acuerdos con laboratorios de Brasil, India y Corea del Sur para fabricar y exportar el inyectable. Hay, en realidad, contratos con 15 fabricantes de 10 países, pero los procesos de puesta en marcha son lentos.
La Unión Europea (UE) apuesta ahora por Pfizer, con un acuerdo récord para comprar hasta 1.800 millones de dosis, mientras comenzaron los procedimientos judiciales en su demanda contra AstraZeneca. Como la UE prioriza a su propia población -cerró acuerdos el año pasado con seis fabricantes de vacunas: Pfizer, Moderna, AstraZeneca, CureVac, Johnson & Johnson y Sanofi-GSK-, frenó la salida a otras regiones y se aseguró más de 2.000 millones de dosis, de sobra para sus 450 millones de habitantes, nadie piensa todavía en exportaciones. La contrapartida es que negociar en un bloque de 27 países suele suponer procesos más complejos.