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EL HOMBRE DE LA INSTITUCCIÓN ES UN TRIBUTO A LA MADRE TERESA

Casa Calcuta: más que un merendero, un hogar para niños y jóvenes de Junín

Fue creada a fines de 2015 y creció de la mano de mucha gente que se fue sumando al proyecto. Allí, dos días a la semana se brinda merienda y almuerzo a chicos de todas las edades. Ayer, la comunidad de la entidad hizo un emotivo encuentro en la plaza Fuerzas Armadas.

Hace poco menos de un año, un grupo de exalumnos del Hogar Belgrano y actuales integrantes de la comunidad educativa de esa institución abrieron las puertas de Casa Calcuta, un establecimiento destinado a proveer de comida a niños y jóvenes dos días de la semana y, a la vez, brindarles un espacio en el que además de alimentarse pudieran jugar, intercambiar sonrisas y hacer nuevos amigos.
La iniciativa tomó enseguida la forma que los emprendedores habían soñado y fue creciendo semana a semana, de la mano de un puñado de gente que se sumó al proyecto con su tiempo y sucesivas donaciones y de la mística de la Madre Teresa, cuya figura es homenajeada con el nombre que lleva el merendero de calle San Lorenzo.
Ayer, para celebrar la flamante canonización de Teresa y hacer un poco más visible la actividad que se lleva adelante en Casa Calcuta, los integrantes de la entidad organizaron un encuentro infanto-juvenil en la plaza de las Fuerzas Armadas, cuyo anfiteatro se llenó de música, juegos y todos los ingredientes que componen una tarde llena de emoción y entusiasmo.   
Democracia estuvo en el lugar y habló con Mauro Ventavoli, uno de los referentes del comedor, que en el inicio de la charla habló sobre los comienzos del proyecto. “En realidad empezó siendo un merendero que tenía como norte no solamente darle de comer a los chicos sino, y más que nada, guiar a los niños y a las familias que lo necesitaran. La ayuda no tiene que ver solo con lo material, porque todos necesitamos algo, sino también cuestiones espirituales que a veces no están cubiertas, que bajo el amparo de la Madre Teresa de Calcuta, que se dedicó toda su vida a ayudar a todos los necesitados”, explicó.
No obstante, Ventavoli marcó que el emprendimiento “se ha transformado en una cosa mucho más grande” de lo que todos pensaban. “Tuvimos la gracia de que en un año y medio crecimos mucho y que hace una semana canonizamos a la Madre Teresa, entonces la idea era hacer hoy un festejo por ese acontecimiento pero trasladarnos a este lugar para hacerlo más grande y que la gente nos conozca”, comentó.

El compromiso de los jóvenes
Ventavoli señaló que el punto de partida fue a fines del año pasado y tuvo como baluartes a un grupo de “adolescentes que querían dar una mano”.
“Nos pareció una propuesta interesante. Muchas veces se dice que los jóvenes están perdidos, que no hacen lo que uno quisiera que hagan, pero terminamos viendo que a veces ellos están por mal camino porque los adultos no somos los que los podemos orientar, porque cuando uno les pone una misión por la que luchar, ellos responden de la mejor manera. Es asombroso ver a los adolescentes brindarse y entregarse por los más chiquitos, incluso con actitudes paternales”, destacó emocionado.
Habitualmente el servicio consiste en la merienda del miércoles, el almuerzo del sábado y a eso se le suman juegos, algunas charlitas y apoyo espiritual para los chicos y sus familias.
“Ayudamos a las familias con ropa y gracias a algunas donaciones que vamos recibiendo los utilizamos para las comidas y a otros los vamos agrupando en pequeñas cajas y los vamos repartiendo también”, puntualizó.
Ventavoli dijo que “entre adolescentes y adultos somos entre veinte y veinticinco y se asisten a un total de casi cuarenta chicos de todas las edades, desde bebés bien chiquititos hasta nenes de entre 11 y 12”.
A continuación marcó que “la idea de fundar el merendero y de ponerle Casa Calcuta fue de Darío Ciarapica”.
“Lo de Casa se debe a que nosotros queríamos que no fuera solamente una especie de restorán sino dar una impronta de cobijo, de ayuda y de clima familiar”, añadió.

El futuro
Ventavoli y el resto de los integrantes de Casa Calcuta no se fijan metas faraónicas sino sencillas pero contundentes, como por ejemplo seguir creciendo, lo que no es poco.
“El objetivo es continuar con esto, acrecentarlo y lograr que cada vez más familias se puedan incorporar para armar una comunidad importante y entre todos acompañarnos en estos tiempos que son tan difíciles”, expresó Ventavoli.
Para el final, el referente marcó que Casa Calcuta hoy no tiene vinculación directa con el Hogar Belgrano, puesto que si bien hay muchos chicos que colaboran que son egresados de esa institución, hoy por hoy hay jóvenes que provienen de otras entidades, como la Escuela Comercial, la Escuela Normal y muchos otros sectores de la Ciudad.

"Mi lugar en el mundo"
Pablo, uno de los adolescentes que forman parte de la comunidad de Casa Calcuta en el rol de colaborador, no dudó en afirmar que la tarea de servir a los que más necesitan lo reconforta como pocas cosas en la vida.
"Es muy lindo poder aportar nuestra ayuda y estar cerca de chicos de nuestra misma edad. En lo personal siento que este es mi lugar en el mundo", afirmó.

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