Inicio esta columna con un dilema profesional, me refiero a la utilización de técnicas y tácticas de marketing para la instalación y promoción de un candidatopolítico. Ya en algunaoportunidad, en Capital Federal participé en esa “mesada” donde se cocinan los mensajesque, de ninguna forma representaban el ADN del personaje en cuestión. No se trataba de faltar a la verdadsino de destacar algunas cosas y matizar otras. El punto es que esos matices eran más importantes que aquellas endebles virtudes.
La propaganda es una forma de comunicación que tiene por objetivo influir en la actitud comunal buscando reacciones emocionales, alejadas del raciocinio que debemos aplicar los votantes para elegir a quien conducirá los destinos de nuestro pueblo.
Por estos días observo actos de banalización, subestimación y torpeza comunicacional. Los “lugares comunes” se repiten como fórmulas con más de 50 años. La bondad representada en el beso a los abuelos y niñospotenciada como anuncio de Facebook -con un pago de por medio- me genera picazón.
La gente sigue siendo la presa, el decoradoque se arma en torno al candidato en el afán de construir aceptación. Pegatinas que promulgan actitudes incumplidas en el mismo acto de invadir el espacio público. Contaminación visual, sonora, burlas al otro candidato y hasta la auto-ridiculización paraque el nombre se viralice en formato video de YouTube.
No pretendo a esta altura hacer un postulado moral sobre las campañas que cada uno de los candidatos promueve. Por lo pronto, creo que en publicidad, entedida comocomunicación comercial, la falta de honradez ha demostrado ser muy poco rentable. Esdecir, tarde o temprano la gente se encuentra con el producto o el servicio y tiene la posibilidad de dejar de comprarlo, de elegir otro. En la propaganda, entendida como comunicación ideológica, una vez que nos dimos cuenta ya lo tenemos encima nuestro y dirigiendo nuestra ciudad, provincial o país.
De modo opuesto a la necesidad de disponer de información libre e imparcial (si es que existe algo así) los electores de bemos hacer el ejercicio de “desnudar” el mensaje para encontrar lo básico e intrínseco. Corramos el velo, quitemos a los niños y abuelos de lasfotos.Observemospasado, presente y potencialfuturo del candidatoentendiendoque mucho de lo quevemosrepresentaunatécnica de venta; nada tiene de malo en unpaquete de yerba pero en políticadeberíamanejarse de otramanera, quizápostulando el debate como ley electoral entre otrascosas a regular paradefinirnuevosparámetros de elección.
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