No hay duda de que la red es la principal vía de comunicaciones a nivel mundial y de que ha cambiado nuestras vidas. Evidentemente, su evolución no se detiene; cada vez es más rápida y abarca más contenidos y funciones. Pero estos son pasos cuantitativos, que van apareciendo progresivamente. Cada muchos años existe un salto cualitativo, lo que se conoce como una nueva generación de internet.
Una salto evolutivo
Tal vez no todo el mundo ha sido consciente de estos pasos cuando se han producido. Por ello, no está de más dar un pequeño repaso histórico. La primera versión de internet estaba compuesta por páginas muy sencillas y estáticas; sólo tenían un carácter informativo y no se podía interactuar con ellas, por ejemplo, haciendo aportaciones. En cambio, la Web 2.0 representó un cambio de gran calado: además de añadir los contenidos multimedia, los internautas tenían la capacidad de participar, enriqueciendo los contenidos.
Fue, en ese momento, cuando aparecieron los foros y los “wikis”, donde la colaboración de los usuarios era básica. Más adelante llegaron las webs de opiniones (comparando productos y servicios) y las tan populares redes sociales. Por tanto, es innegable que hubo un avance para los ciudadanos. Claro está que, éstos, poco control han tenido sobre la red y su funcionamiento; más bien, al contrario, ya que la libertad de expresión se ha visto menguada en muchas ocasiones. En gran medida, porque el poder de internet se encuentra concentrado en unas pocas manos, las de las grandes empresas tecnológicas.
En definitiva, internet no es libre. Y esto es algo que muchos usuarios se han propuesto cambiar. Es aquí donde entra en juego la Web 3.0, la nueva generación. La idea principal es descentralizar la red; es decir, restar poder a los servidores centrales, repartiendo la información en un entramado mucho mayor, casi infinito de ordenadores particulares. Una tarea difícil, pero que puede conseguirse gracias a una tecnología actual llamada Blockchain, que algunos conocerán por las criptomonedas. Con la cadena de bloques, se consiguió descentralizar las finanzas; ahora, se persigue el mismo objetivo con internet.
¿Qué implica la Web 3.0?
La descentralización de la red comporta una serie de avances que pueden cambiar la forma en la que interactuamos con las comunicaciones. En primer lugar, y éste es uno de los puntos más importantes, los usuarios tendrán un mayor control sobre sus datos personales, con los que ahora comercian muchas grandes empresas. También desaparecerán los intermediarios en las operaciones, por lo que se agilizarán los procesos y se reducirán costes. El contacto entre los usuarios será mayor y más directo, lo que implica que los productos y los servicios serán entre particulares, con menor presencia de plataformas intermedias.
Y, esto, ¿cuándo ocurrirá? Aunque la Web 3.0 no esté completamente funcional (de hecho, se calcula que hasta finales de esta década no alcanzará su plena operatividad), algunas páginas ya se están preparando para esta realidad. Uno de los ejemplos son los portales de apuestas y de casinos, que incorporan las unidades de Token como forma de pago, con un valor que puede aumentar según el uso continuado de estas divisas. Pero también existen otros casos, como los “Contratos inteligentes”, basados en Blockchain, y que ya son de aplicación en algunas transacciones (otro ejemplo de reducción de intermediarios).
Pero la Web 3.0 no sólo se dejará notar en la operativa de las transacciones y las finanzas descentralizadas. Además, aumenta la libertad de expresión, ya que habrá menos controles corporativos. También se alcanzará un mayor nivel de transparencia, dado que la cadena de bloques permite que la información esté redistribuida y no pueda ser manipulada. Pero ese mayor acceso a los datos no la convierte en menos segura; de hecho, es al contrario, porque todos los datos están encriptados y sólo pueden consultarlos quienes estén autorizados para ello.
En definitiva, un gran cambio que se irá incorporando progresivamente. Con la participación de otras tecnologías, como la inteligencia artificial, que convierte la Web 3.0 en Web semántica, además se acelerará esta transición, de la que los grandes beneficiados pueden ser los usuarios; es decir, la ciudadanía en general.
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