Después de las especulaciones sobre si adoptarían la medida o no, finalmente se conoció que Estados Unidos acabará con la neutralidad de red. El presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), Ajit Pai, fue quien anunció el plan.
Dicha medida, que lleva el título de “Restauración del orden de la libertad en Internet”, pretende poner fin a la “microadministración” de Internet por parte del gobierno a cambio de una mayor transparencia por parte de los proveedores de servicio. La FCC ha anunciado que votará la propuesta el 14 de diciembre, y se espera que se apruebe gracias a que los republicanos tienen una mayoría de 3 a 2 a la hora de elegir.
¿De qué se trata la neutralidad de la red? Es el principio por el cual los proveedores de servicios de internet y los gobiernos que regulan Internet deberían tratar todo tráfico de datos por igual, sin discriminarlo o cobrar al usuario de manera diferente según el contenido, página web, plataforma, aplicación, tipo de equipamiento utilizado para el acceso o modo de comunicación.
Teniendo en cuenta que Estados Unidos pretende ponerle fin a este principio, en el futuro este plan nos podría afectar de diferentes maneras, ya sea por velocidad muy lenta en algunas páginas, precios mucho más altos en servicios online e incluso el lanzamiento de paquetes de Internet similares al de TV por cable.
En el caso de la posibilidad de tener páginas muy lentas, esto podría ocurrir ya que los proveedores de servicio tendrán la libertad de dividir Internet en carriles lentos y rápidos, y cobrar a las compañías por tener una velocidad de acceso más alta. Por ejemplo, si Netflix se niega a pagar más por esta velocidad de acceso, daría como resultado velocidades de transmisión más lentas para algunas de nuestras series de televisión favoritas. Además, sin neutralidad de la red, los proveedores de servicio podrían priorizar fácilmente su propio contenido sobre la competencia e incluso podrían bloquear el acceso a otros sitios que sean críticos con ellos o supongan una amenaza competitiva.
Volviendo al ejemplo de Netflix, en caso de que la compañía acuerde pagar tarifas adicionales, es muy probable que esos precios se trasladen a los consumidores. También existe la posibilidad de que los juegos suban de precio, sobre todo los juegos online.
Por último, alrededor de las especulaciones sobre paquetes de internet similares al servicio de TV por cable, es algo posible ya que los proveedores podrían comenzar a ofrecer distintas promociones de conexión, con diferentes precios, y hacernos pagar de más para poder utilizar algunos servicios. En el futuro, tener acceso a Netflix o incluso al buscador de Google podría significar pagar un extra sólo para poder acceder a ellos.
La disputa entre ambas partes
Los detractores de las protecciones actuales alegan que son excesivas y destruyen la innovación que catapultó el boom tecnológico en Estados Unidos. Ajit Pai, designado por el Gobierno del republicano Donald Trump, consideró que las directivas de Obama "deprimieron la inversión" y que su propuesta busca "restaurar la libertad en Internet" al levantar las prohibiciones.
"La FCC simplemente requeriría a los proveedores de servicios en Internet que fueran transparentes sobre sus prácticas para que los consumidores puedan comprar el plan de servicios que sea mejor para ellos, y para que los emprendedores y otras pequeñas empresas puedan tener la información técnica necesaria para innovar", explicó Pai en un comunicado.
La disputa simboliza la pugna entre libertad y regulación, muy presente en la historia de Estados Unidos. También revela la evolución del mercado de Internet en que cada vez más los proveedores de servicios son también los creadores de contenidos. La decisión supone una medida más de las numerosas adoptadas por Trump contra el legado de Obama.
Los grandes ganadores del cambio de reglamento son los operadores de Internet, como AT&T, Verizon o Comcast, que acumularán mucho más poder y que llevan años esgrimiendo que las regulaciones afectan su inversión en mejores redes. Los principales perdedores pueden ser los consumidores que corren el riesgo de pagar más por el acceso a Internet. Además, también son grandes perdedoras las pequeñas y medianas empresas que no puedan costearse el precio que garantice que los clientes puedan visitar sus páginas web a una buena velocidad de conexión.
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