Los fuegos artificiales, los petardos, son una costumbre en las Fiestas de fin de año -y en otras celebraciones-, pero no todas las personas la disfrutan e incluso muchas no la pasan bien.
Los niños con condición del espectro autista, con una mayor sensibilidad a los sonidos, padecen los efectos de la pirotecnia, especialmente los estruendos.
La campaña de fuegos artificiales amigables llega para ofrecer la posibilidad de una celebración en la que todos puedan disfrutar sin sufrir.
En esta fecha, en las redes vuelven a circular campañas que proponen celebrar sin los estruendos de la pirotecnia.
Los ruidos fuertes de petardos y cohetes suelen afectar y mucho a los chicos con la condición TEA (Trastorno del Espectro Autista). La mayoría de ellos tienen Hipersensibilidad Auditiva y TPS (Trastorno de Procesamiento Sensorial), es decir, una falta de regulación en uno o más de los sentidos y un estímulo excesivo que puede derivar en una gran crisis.
En diálogo con TeleJunín, Darío Avendaño, Diego Quaglia y Agustín Pérez, papás de chicos con autismo y parte de la Comunidad Asperger, dieron detalles de las actividades que realizan durante todo el año para concientizar e informar a la sociedad al respecto.
Fiestas con luces, sin ruido
Gracias a la normativa que se alcanzó en Junín, entre 2014 y 2016, hoy la ciudad tiene una forma distinta de festejar con pirotecnia de bajo impacto sonoro.
“Estamos expectantes como familia. La verdad que estos últimos años ha tenido un efecto muy positivo”, destacaron sobre el mayor uso de pirotecnia lumínica y el trabajo que realizaron con el Municipio.
“Se han escuchado muy pocos fuegos artificiales; en mi caso, por ejemplo, que mi hija lo ha padecido, estos últimos años fueron muy alegres para la familia. Pudimos brindar, pudimos comer, recibir a Papá Noel, que eso es lo principal para ellos. Y ahora existe esta pirotecnia de bajo impacto sonoro, lumínica”, destacó uno de los papás desde la Comunidad Asperger.
Asimismo, destacaron la cuestión de la hipersensibilidad: “Las personas notamos, somos conscientes o incorporamos la información de nuestro entorno a través de los sentidos.
Nosotros vemos, oímos, sentimos, olemos. Entonces, cuando está esa hipersensibilidad y hay un exceso de información, como puede ser un ruido estrepitoso o fuerte, ese exceso de información lastima al cerebro. No es que molesta, sino que lastima, duele”. Y en ese contexto se suman también los ruidos de bocinas, escapes libres.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el nivel máximo de sonido al que una persona puede estar expuesta sin sufrir ningún tipo de daño es de aproximadamente 50 dB (decibeles).
Estos son los niveles diarios más comunes y se encuentran en una conversación, el aire acondicionado o una calle tranquila, pero la pirotecnia puede llegar a ser de 160 dB o más.
Por eso, los chicos con la condición TEA perciben el ruido de un petardo o cualquier pirotecnia de un modo sumamente intenso y de manera muy vívida.
La situación les genera muchísimo estrés y les provoca una alteración conductual y emocional.
No solo los desequilibra el estruendo de la pirotecnia, sino que son ruidos totalmente impredecibles. Al no saber cuándo ocurrirán las personas con TEA no se pueden preparar y lo viven con muchísima angustia, se desorganizan. Algunos adoptan conductas estereotipadas y repetitivas, otros se tapan los oídos de manera desesperada y en las situaciones más complejas pueden llegar a autolesionarse o padecer convulsiones. Todo esto provoca una gran angustia en las personas que los rodean ya que les cuesta mucho calmarlos y sacarlos de esa alteración.
Los petardos y cohetes estruendosos les generan un desequilibrio sensorial, en cambio los fuegos artificiales los fascinan. Esto sucede porque la cuestión visual para los chicos con esta condición es muy fuerte. Todo lo que sea luces y colores les genera una atracción especial y no los afecta de forma negativa como sí lo hace el ruido.
Concientización
En este contexto se vuelve a realizar la campaña “Más luces, menos ruidos” que incentiva a no festejar con pirotecnia sonora, sino con lumínica, con juegos de luces. No solo porque la sensibilidad lumínica no es la misma que la sensibilidad sonora de alguien con TEA, sino porque, además, si se siente molesta, puede entrar a su hogar y dejar de observarlas. Pero con el ruido, aunque más atenuado, se lo seguirá escuchando. Muchos papás les colocan a sus hijos auriculares, tapones en los oídos y cierran puertas y ventanas, pero saben que aún así no resulta suficiente.
Cabe destacar que las familias no piden que desaparezca la pirotecnia, pero sí disminuir la potencia por debajo de los 80 decibeles (-80db), algo que ya se hace en Brasil, China, Japón, Francia, entre otros países.
Otra iniciativa es poner un lazo azul para identificar cada hogar donde vive una persona con trastorno del espectro autista. Esto ayudará a alertar a los vecinos a que, si quieren usar pirotecnia, al menos lo hagan lejos.
La pirotecnia es un riesgo no solo para quienes tienen condición del espectro autista, sino también para los abuelos, los bebés y los niños en general. También para los animales.
Una situación similar viven los niños y adultos con parálisis cerebral. El estar sometidos a ruidos constantes de petardos les provoca que sus músculos se contraigan y experimenten fuertes espasmos musculares, generándoles saltos constantes.
Aunque en los últimos años existe una mayor concientización sobre el daño que produce este tipo de pirotecnia, todavía queda un largo camino, pero cada vez son más los que están dispuestos a recorrerlo.
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