Las Fiestas son un momento del año ambiguo: para algunos difícil, por melancolía de lo que ya no es, por la insoportable felicidad fingida que sobrevuela alrededor; para otros, un momento mágico de reencuentro, vitel toné y regalos. Ese segundo grupo ha convertido a las películas navideñas en el cine preferido de las plataformas on demand en diciembre.
La temporada navideña ofrece en este siglo un verdadero alud de cine con arbolitos de Navidad. Algunas para toda la familia, otras románticas, pero todas predecibles, cursis, edulcoradas.
Dicen los críticos, claro, porque por algo plataformas como Netflix lanzan decenas de películas navideñas alrededor de esta época. A los especialistas les darán vergüenza ajena las desventuras románticas de una exitosa empresaria en el pueblito del que se fue para, pensaba, no volver, y encuentra en su regreso a su hogar familia y un inesperado amor. Pero al público no: al espectador, a cierto espectador (el del vitel toné), le encantan. ¿Por qué? Podemos citar numerosos estudios hechos en prestigiosas universidades por sociólogos, psicólogos, críticos cinematográficos. Pero las razones son bastante sencillas, a saber:
1) Son simples, predecibles. Y eso que para el crítico puede parecer una película en serie, formulaica, industrial, para el espectador es justo lo que necesitaba: entretenimiento con final feliz. Es comida confort, una zona segura cinematográfica. ¿Quién quiere encariñarse con un personaje para que muera de una enfermedad terminal, o hinchar por una pareja para que la vida moderna los separe? ¿Y quién quiere hacerlo, sobre todo, a fin de año, mientras llegamos arrastrándonos a fin de mes, en busca de unos días de tranquilidad, que serán menos de los necesarios? ¿Quién quiere un sacudón emocional justo en las Fiestas, cuando el recuerdo de los que no están nos enturbia la mirada en momentos insospechados?
Vivimos tiempos de estrés crónico, incertidumbre laboral, burnout, inflación. Sobrevivimos a una pandemia, y dicen que vienen más. Al llegar a casa, no necesitamos más incertidumbre: queremos ver una historia que sepamos cómo termina. Y que termine bien.
2) Se nutren de la magia del reencuentro, de la familia, de la comunidad. No todo es confort: hay en el cine navideño un aspecto mágico, que, por supuesto, afecta sobre todo al que elige creer. El que no cree en la magia buscará ver el fondo de la galera del mago, cínico, pero el predispuesto a creer abrazará ese azucarado menú cinematográfico hecho de familia, de amor, de amistad, los temas habituales del cine navideño que retratan a protagonistas perdidos que se reencuentran al encontrar contención, amor, al recuperar su familia, su sentido de pertenencia.
Eso vuelve al cine navideño no solo fast food para el alma en pena, sino también un vehículo poderoso de emociones terapéuticas, que nos invitan a volver a creer en una vida cálida en comunidad. Las películas navideñas nos hacen más felices.
3) Dice la psicóloga de medios Pamela Rutledge: “Casi que uno se decepcionaría si no fueran un poco cursis y predecibles, porque ese es el motivo por el que estás ahí: estás ahí para ver una película que se sienta feliz, que reduzca el estrés y refuerce los sentimientos de esperanza y renovación que las Fiestas traen”.
Es, por un lado, un combo perfecto de confort y esperanza. Pero, por otro, es un tiempo de defensas bajas, donde necesitamos justamente volver a creer. Las Fiestas nos ponen sentimentales, el fin de año nos agarra cansados, en muchos aspectos vencidos. El cine navideño, acompañado encima, habitualmente, por perfecta música melancólica que abraza nuestro estado de ánimo, no tiene la culpa de ser tan rico y alto en grasas saturadas como el mantecol: por algo necesitamos esa dosis recargada. El cine navideño acomoda al que todavía quiere creer: es una fantasía, pero necesaria.
LAS DE SIEMPRE
No se puede empezar una lista de recomendaciones navideñas sin nombrar a “Mi pobre angelito”. El clásico de los clásicos protagonizado por un pequeño Macaulay Culkin no puede faltar. Deben ser pocos los que aún no la vieron, pero la saga completa de Home Alone es una buena opción para pasar las fiestas en familia e introducir a los más pequeños en las aventuras de Kevin McCallister.
“Realmente amor” con su magnifico elenco tiene el mix perfecto de romanticismo y espíritu navideño que llega a conquistar hasta a los más reacios a estos films. Pero si resulta demasiado edulcorado y lo que se busca es una buena comedia, los 2000 dejaron dos buenas historias para ver en estas fechas: “Una navidad muy prendida” y “El Duende”. La primera, protagonizada por Danny De Vito y Matthew Broderick, cuenta el enfrentamiento de dos padres de familia que se suben a una insólita competencia por quien tiene la casa mejor decorada. La segunda, cuenta la historia de Buddy Hobbs (Will Ferrell) un hombre que fue criado por los duendes de Papá Noel y que deja el Polo Norte para buscar a su familia biológica en Nueva York.
“Qué bello es vivir”, “Duro de matar” y “Una Navidad de Charlie Brown”, pueden completar el podio de películas clásicas navideñas.
Argentina no se queda atrás y con películas como “Felicidades” o aquel recordado episodio de “Los Simuladores” que jugaba con el estereotipo de esas películas memorables, puede competir mano a mano con cualquier filme internacional.
EL NUEVO CINE NAVIDEÑO
Como se dijo, el cine navideño tiene todos los condimentos para atrapar a los espectadores, las plataformas tomaron nota de esto y desde hace unos años cada diciembre estallan sus catálogos con las más cursis, sentimentales y apacibles historias.
Netflix supo explotar muy bien esta temática y dejó títulos memorables en las últimas navidades como “Navidad contigo”: estrenada en 2022 cuenta la historia de Angelina, una estrella del pop, que escapa de sus compromisos para conceder el deseo de un joven fanático en un pequeño pueblo de Nueva York, donde no solo encuentra la inspiración para revitalizar su carrera, sino también una oportunidad para encontrar el amor verdadero.
Ese mismo año la plataforma de la N estrenó “Navidad de Golpe”, protagonizada nada más y nada menos que por Lindsay Lohan. Actriz que impacta en la nostalgia a los criados en los ‘90 y ‘00 con sus icónicas películas de Disney, aquí interpreta a una heredera mimada que pierde la memoria en un accidente de esquí motivo por el que termina al cuidado de un encantador viudo y su hija en los días previos a la Navidad. Todo lo que es chica de ciudad en búsqueda del amor en un pequeño pueblo, se repite una y otra vez en estas historias que nunca fallan y “¡Qué duro es el amor!”, es un claro ejemplo de ello. Una escritora de Los Ángeles cree haber conocido a su alma gemela en una aplicación de citas y viaja 4000 kilómetros hasta su pueblo a sorprenderlo, pero la única sorprendida es ella al descubrir que fue víctima de un engaño. Así en ese pequeño pueblo emprende su viaje en las desventuras amorosas modernas, mediadas por las apps.
COCINA Y DECORACIÓN, NAVIDAD EN CASA
Pero no todo es romanticismo en Navidad. La celebración invita a las familias a reunirse en torno a una mesa con la comida como protagonista y las productoras lo saben bien. “Selena + chef: en casa para Navidad” un reality en el que Selena Gómez pone a prueba sus habilidades culinarias guiada por chefs de renombre internacional a los que recibe en su propia casa. En este especial de navidad, la cantante prepara platos típicos para las festividades.
“Guerras de Navidad”, es una especie de Bake Off pero con todo el espíritu de estas fechas. Jonathan Bennett (recordado por su papel en Mean Girls) conduce el reality que reúne a maestros pasteleros de todo e mundo para crear increíbles postres y decoraciones navideñas.
Si se habla de pastelería y televisión no se puede dejar de lado a Buddy Valastro. El maestro creador de grandes tortas y decoraciones protagoniza “Buddy vs. la Navidad”, programa en el que compite contra artistas expertos en crear esculturas comestibles con temática navideña en menos de 24 horas.
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