Agustina de Miguel junto a sus dos hijos, Tomás y Juan Cruz.
Agustina de Miguel junto a sus dos hijos, Tomás y Juan Cruz.
VISIBILIZANDO HISTORIAS

Entre el empeño silencioso y la guía incondicional: relatos de madres locales

¿Qué significa ser madre? ¿Cómo es afrontar un embarazo? ¿Cómo fue compatibilizar la maternidad y el trabajo? ¿Qué lugar ocupa la familia en este proceso? Democracia entrevistó a cuatro mujeres juninenses pertenecientes a distintos ámbitos para indagar en torno a sus biografías.

La vida de algunas personas pasa de lo común a lo “extraordinario” y se vuelven ejemplo de inspiración y autosuperación cuando se dan a conocer. Y esto, precisamente, cobra aún más relevancia cuando se trata de historias de mujeres que se visibilizan en el Día de la Madre.

Por eso, Democracia entrevistó a cuatro madres juninenses pertenecientes a distintos ámbitos sociales y con trayectorias diversas. En tal sentido, este medio dialogó con Agustina de Miguel, secretaria del Municipio, que compartió sus vivencias sobre sus dos hijos; y Sonia Bellone, reconocida exjugadora y DT, que afrontó de manera independiente la crianza de sus cuatro hijas.

También compartió su historia Marisa Ferreira quien, por el hecho de enviudar, ocupó el rol de “madre y padre” de manera autónoma y se dedicó al crecimiento de sus cuatro hijos; y, por último, el recorrido de Laura Colombo, docente de vasta trayectoria que compartió sus vivencias como madre y abuela.

Mirada maternal desde la gestión pública

Agustina de Miguel se ha desarrollado en distintos ámbitos: desde hace varios años, en el público; en el privado, a través del ejercicio de la abogacía; en el deporte, mediante su pasión por el hockey; entre otros. Sin embargo, un aspecto no menor fue el hecho de querer ser madre. A los 33 años tuvo a su primer hijo, Tomás, y tres años después, a su hijo menor, Juan Cruz. 

Sobre lo que significa la maternidad, definió: “Es como un arte que muestra todas tus caras, desde el amor más profundo hasta la angustia más grande que puedas sentir si algo grave le pasara a un hijo. Además, lo asocio a la creatividad, a esa puerta que se abre cuando nace tu hijo que te permite ver el mundo con otros anteojos”. 

Respecto a cómo se considera como madre, opinó: “Si bien me gustaría que me definan mis hijos, aspiro a ser una mamá presente, que escucha, que mira y presta atención cuando hablan o me hablan. Que los valore sin excepciones. Que los apoye y acompañe en las decisiones que tomen, aunque sean difíciles. Estar siempre”.

Una persona que marcó la biografía maternal de De Miguel fue, precisamente, su propia madre, y dijo: “Una persona que mientras crio a sus hijos con su esposo, también ejerció su profesión, tuvo amigas, anduvo a caballo y viajó”. 

Tal espejo fue el que llevó a De Miguel a enfocarse en qué tipo de maternidad quería desarrollar. Al respecto, contó: “Cuando tuve a mis dos hijos ejercía mi profesión libre, de manera que no había licencias para tomarse. De hecho, la mañana del día que nacieron trabajé en el estudio. Con el nacimiento de Tomás, instalé home office en mi casa y, a los pocos días, ya estaba online”. 

“El acompañamiento de Brigida Beltrán en el embarazado de Juan Cruz fue fundamental. Todo se vivió distinto en el trabajo de parto, y luego también. La recomiendo mucho. Mi obstetra José Birello también significó mucho para mí en ambos partos, me respetó cada decisión que tomé”, cerró. 

Fútbol femenino como escuela para superarse

Sonia Bellone es madre desde los 20 años, cuando tuvo a su primera hija. Con el tiempo llegó a tener cuatro hijas mujeres y, en simultáneo, desarrolló una reconocida trayectoria en el fútbol local como jugadora y, ahora, como entrenadora de la Primera del femenino de La Loba. 

Las injusticias y adversidades que experimentó como mujer en un deporte tan machista la prepararon para su devenir personal y le brindaron herramientas para compatibilizar su carrera deportiva con la maternidad. En torno a esto, Bellone señaló que “por momentos fue difícil porque crie a las cuatro sola, con la ayuda de mis viejos. Fue deseado ser madre: lo pensé y decidí dar el paso. Me ayudó mucho tener a mis padres, quienes fueron muy compañeros y siempre estuvieron. Por eso pude seguir jugando, que era mi ingreso económico, y criar a las jóvenes”.

“Es lo más lindo que te puede pasar. Si bien tiene sus tragos amargos, con el tiempo te das cuenta de que todo lo que sufriste o padeciste no fue en vano. Representan un orgullo”, sostuvo sobre su rol materno y agregó: “Vivo aprendiendo, porque nunca se termina de hacerlo, acompañando a mis hijas”.

Por eso, Bellone resaltó la figura de su madre en su crianza. Al respecto, consideró: “Mi mamá tuvo mucho que ver porque verla te lleva a decir ´yo quiero criarlas de esta manera u otra´. Siempre hay cosas que se copian de los padres o se repiten, como los valores en el respeto, educación y códigos. Trato de no perderlos y que se vea”. 

Además de su madre, también hizo énfasis en el lugar ocupado por el deporte. “El fútbol femenino te da herramientas porque hacés un poco de mamá, psicóloga, tía o prima.

Tenés que estar preparada. En mi equipo, por ejemplo, tengo de todas las edades; y no es lo mismo tratar con una joven de 17 años que con otra más grande que se asemeja a un par”.

Un aspecto no menor abordado por Bellone fue el tema del embarazo en la disciplina deportiva, sobre lo que manifestó: “Me ha tocado estar en equipos con jugadoras embarazadas. Si hacen este deporte, que es amateur todavía, es porque les gusta. Una les dice que vengan, acompañen, tomen un mate; volverse una compañía y tratar de sacarla de lo que es el día a día del embarazo, que no es fácil. De la noche a la mañana dejás de hacer cosas, te cuidás más, y es más llevadero tener a alguien que te acompañe”. 

En el presente, Bellone no solo es madre, sino que también es abuela. Acerca de este fenómeno en su vida, opinó: “Noto muchas diferencias, ya que tengo más libertad y las puedo malcriar y darles mañas que a mis hijas no pude porque tenía que ser más firme”.  

Como último aspecto abordado en lo que hace a la figura de sus cuatro hijas, al ser consultada sobre cuál es la que se asemeja más a ella, respondió: “Obvio que todas tienen algo y son bastante estrictas y responsables, valores que vienen de antes y hoy no se ven. Daiana, la más grande, es la más parecida en carácter, siendo muy firme y recta. Jenni también”.

Resiliencia en el amor familiar

Marisa Ferreira, quien podría verse como una ciudadana común, cuenta con una experiencia diferencial que le tocó atravesar por esos imponderables que sortea la vida: tras formar su propia familia, enviudó y tuvo que afrontar la crianza de sus cuatro hijos de manera independiente. 

Desde el año 1992 que es madre, es decir, desde que tuvo la edad de 21. Acerca de este rol, expuso: “Ser madre es el acto más humano que conozco. Tener un hijo no solo es un hecho biológico, sino que te implicás en una nueva vida y una nueva familia. Cambia la vida definitivamente y no volvés a ser lo que eras antes. Pasás a ser todo para ese nuevo ser: desde darle de comer hasta que sea un ciudadano responsable”. 

“Uno lo dice como algo del común de los días y es terriblemente grande y profundo: cambian tus prioridades, donde no estás en primer lugar y sí lo están tus hijos”, agregó y reflexionó: “Lo que pensaba cuando era soltera no era lo que pasó después. Nunca creí tener paciencia para criar cuatro hijos, quizás sí dos, y la vida se dio diferente cuando tuvimos a los chicos”.

En lo que hace a su biografía, contó: “Postergué una carrera por mi familia, cuando decidimos con mi marido casarnos y empezaron a venir los chicos, uno tras otro con diferencia de dos años. No siento arrepentimiento de haber dejado Medicina porque mi misión en esta vida era tener una familia. Era como tener un proyecto y puse todo ahí: ganas, esfuerzo y amor”.

“A los seis años de haber nacido mi primer hijo y ya había tenido el cuarto, enviudé al año de este último. Asumí esa doble responsabilidad y ocupé todos los espacios que pude.

Me tocó definir sola distintas situaciones que antes se hacían en matrimonio y yo no podía. Cuando cerrás la puerta de casa a la noche, estás sola durante varias horas”, recordó. 

Pese a la adversidad, Ferreira valoró que “siempre tuve una red de contención grande que fue toda mi familia de origen y política. Mis hijos perdieron a su padre, pero no a su familia como tíos, primos y abuelos”. 

Asimismo, abordó el hecho de enviudar cuando tenía 29 años. En torno a esto, señaló que “en el imaginario, la viudez era para la gente mayor. Cuando me sucedió, fue doloroso y me enfoqué mucho en los chicos, que no sufrieran tanto: que no les falte nada desde lo material y afectivo. Es como que te tiren de un avión con el paracaídas puesto y que no te digan cómo se abre. No es pánico, pero sí incertidumbre”. 

Ferreira fue madre y padre de manera autónoma y, sumado a ello, también se desarrolló profesionalmente por ímpetu propio y para sostener el crecimiento de sus hijos. Al respecto, compartió que “al comienzo no encontraba trabajo porque tenía hijos, y la mirada era aún peor si tenías más de dos. Veían que era mejor tomar a alguien sola o que no tuviera. Todo eso lo supe y contrasté después”. 

“Cuando me llamaron para un segundo trabajo fue lo primero que expuse: tengo cuatro hijos y soy viuda. No quería desilusiones porque siempre cuidé mi estado de ánimo para no ser una madre deprimida o amargada”, continuó, y agregó: “La respuesta fue: ´eso no es problema ya que tenés buena referencia del lugar anterior´. Al día de hoy sigo trabajando allí y formamos un equipo basado en la confianza”.

Factores en común: la docencia y la maternidad

Otra mujer entrevistada, quien también es profesional y madre de cuatro hijos, es Laura Colombo, de reconocida labor docente en nuestra localidad. Al respecto, contextualizó: “Me casé a los 24, algo que hoy es impensado porque ha ido cambiando todo. Tenía un deseo muy profundo de ser madre, y lo fui por primera vez cuando tenía 27 años”.

Sin embargo, tal deseo, el cual cumplió, tiene su génesis mucho tiempo atrás. En tal sentido, compartió: “Con mi esposo, que estamos casados hace 40 años, siempre quisimos tener varios hijos. Teníamos en claro que queríamos ser padres y de varios. Coincidíamos y era un deseo profundo”. 

Al momento de definir qué considera que es la “maternidad”, Colombo expuso: “Es un acto profundo de amor porque, cuando sos madre, dejás de pensar en vos porque antes hay otra persona. También considero que es la posibilidad de ser cocreador con el Dios que nos dio vida y es entrega”.

“Ahora estoy aprendiendo a ser mamá de adultos, ya que nunca dejás de ser mamá. Hay que estar sin entrometerse. Lo que antes eran cuestiones físicas, ahora son emocionales: el apoyo o la consulta viene por situaciones personales de vida que atraviesan o uno ve que les pasa algo y se pone en juego la vida de cada hijo, que a la vez son adultos. Entra en juego el respeto y acompañar”, reflexionó.

Un momento abordado por este medio fue el que significó el ser profesional y madre en simultáneo. En el caso de Colombo no representó una novedad debido a que “fue antes que me recibiera cuando pude compatibilizar ambos roles”. 

“Tuve la ventaja, es algo para agradecer, de tener el compañero que tengo, y pude regular la cantidad de horas cátedras en situación de mi familia. A medida que nacían mis hijos fui dejando colegios, y recién empecé a tener las mañanas completas cuando mi hijo menor empezó el jardín, porque lo llevaba y luego iba a buscar. En el colegio sabían que no podía tener ni la primera ni la última hora”, explicó y resaltó: “Cuando surgió la posibilidad de asumir mayor responsabilidad como rectora del colegio, lo charlamos y lo hice. Estoy muy conforme con mi desarrollo profesional”.  

Además de su rol docente y como madre, Colombo destacó el lugar ocupado por su madre. “Perdí a mi papá a los 15 años y ella quedó sola con nosotras; yo era la mayor. Fue una mujer luchadora y trabajadora, con unos valores claros, donde nosotros contábamos con ella permanentemente”, narró. Y, para dar mayor detalle, se remitió a su adolescencia y el lugar ocupado por su madre para llegar a ser la profesional que es al día de hoy: “Cuando me fui a estudiar a Buenos Aires, que hacía dos años que no estaba más mi papá, todos le decían para qué me mandaba a estudiar. Recuerdo que volvía llorando, ella me llevaba al colectivo y me impulsaba a ir por más. Tiene que ver mucho lo que soy hoy con lo que ella me acompañó e incentivó. Ella decía que se sacrificó mucho y que le dimos grandes satisfacciones, que era haber estudiado”, valoró. 

Con distintos presentes, cada una enfocada en su desarrollo personal y algunas experimentando un nuevo estadío como abuelas, tanto de Miguel, Ferreira, Bellone y Colombo testifican historias de lo que representa la maternidad e imponerse a los imponderables de la vida.

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