Marina Mecozzi, Marcela Aguinalde y Catalina (hermana): todas odontólogas.
Marina Mecozzi, Marcela Aguinalde y Catalina (hermana): todas odontólogas.
INSPIRACIÓN Y EJEMPLO

Continuar con el legado familiar: relatos de hijos que siguieron la profesión de sus padres

Gran incidencia en la infancia, aprender del ejemplo y la pasión como motor: los denominadores comunes en distintas historias locales. Para conocer cómo es “heredar” y continuar el mismo trabajo que un padre, Democracia abordó distintos rubros y entrevistó a Mariano Campeni (médico); Diego Fernández (abogado); Marina Mecozzi (odontóloga); Julián Casella (comerciante); y Ariel Castillo (entrenador de boxeo).

Durante mucho tiempo los mandatos familiares inculcaban que los hijos debían continuar la profesión de sus padres. Hoy, aun en los casos en que esto ocurre, las decisiones son más libres y existe una mayor variedad de carreras y formas de realizarlas. 

Esto cobra un lugar más genuino cuando, de todas las profesiones posibles, la persona opta inspirado en el ejemplo que está en casa. También hay que reconocer que el interés por una carrera puede surgir por una vocación latente o por ciertas aptitudes de la persona. 

Además, vale resaltar que, cuando se trata de personas, las generalidades nunca son posibles y hay que abordar cada caso particular. Por eso, y con el objetivo de conocer más sobre hijos que hayan seguido la profesión de sus padres, Democracia abordó cinco casos de distintos rubros para conocer cómo fue el proceso y qué los llevó a elegir y desarrollarse en determinado ámbito.

Para eso, este medio entrevistó a Mariano Campeni, médico cardiovascular en distintas instituciones locales y de la región, hijo de Tomás Cayetano Campeni, destacado referente del mundo de la medicina y política en salud.

También consultó a Diego Fernández, quien heredó la profesión del reconocido abogado Juan José Fernández; y a Marina Mecozzi, hija de la odontóloga Marcela Aguinalde con quien comparte trabajo hoy en el consultorio “Alineo”.

En lo que hace a otros rubros, Julián Casella siguió los pasos de su padre Alfredo: en un inicio en el deporte (Julián en el tenis nacional y Alfredo fue reconocido arquero de la época dorada de Newbery) y luego a cargo del comercio “La Campestre”. 

Y, como último testimonio, el caso de Ariel Castillo, hijo de Ricardo, palabra autorizada en el mundo del boxeo local.  

Génesis de profesión

En todos los casos hubo un momento, generalmente durante la infancia o devenida la adolescencia, en el que los entrevistados ubican como la posible génesis en la inquietud hacia la profesión materna o paterna.

En el caso de Campeni fue a través de su padre y ratifica que fue en su primera etapa de vida al decir que “de chico me gustó siempre la biología y me sentía muy cómodo. En la casa de mi abuela paterna respondía que iba a ser cardiólogo y seguir el camino de mi viejo”.

Precisamente, no solo fue en el discurso donde cobró idea la inquietud, sino también en los hechos. “Miraba los recetarios, el trato casi familiar con la gente, la gente me reconocía por ser su hijo y convivía con el consultorio en casa. Sentí siempre una gran admiración por lo que hacía mi padre”, expresó.

Otro profesional, pero del mundo de la abogacía, es Fernández, quien presentó una génesis similar a Campeni. Al respecto, contó: “Desde chico tuve su influencia al ver su profesión, cómo ejercía con un sentido noble de justicia y el ideal de usar el derecho como herramienta para ayudar a la gente. Por eso me gustó la profesión: para ayudar a la gente a resolver problemas”.

Mecozzi también siguió con la profesión de su madre y eligió la odontología, pero, a diferencia de Campeni y Fernández, ella vivenció otro proceso hasta llegar a la elección.

“Sabía que me gustaban las Ciencias Naturales, que era lo que había elegido en la escuela, y quería estudiar medicina. Hicimos unas prácticas en la escuela en el último año y fuimos con algunos compañeros al Sanatorio. Allí nos tocaron hacer rondas con los médicos”, rememoró. 

Y explicó: “Hubo algunos momentos traumáticos donde vi un chico de mi edad en terapia, en coma, que luego falleció. También entré a una cirugía de mama y me desmayé. A partir de ahí me puse a repensar si era para mí, y me decidí por odontología: algo conocido para mí y relacionado por mi mamá. Fue medio por descarte”.

Yendo al rubro comercial, Casella también se abocó al negocio de la familia como un plan B tras dejar el deporte de alto rendimiento. “Después de 15 años de andar a las vueltas con el tenis, hice un punto y aparte y empecé a trabajar en el comercio. Me gusta lo que hago, estoy cómodo y lo disfruto”.

A diferencia del resto de los casos, Castillo se abocó al deporte y complementó la pasión con la formación. De tal forma, señaló que “soy un agradecido de que mi viejo me haya mostrado este deporte. Él no exigió nunca hacer tal cosa. Él me lo mostró, me adapté y me gustó”. 

“Lo encaré por el lado de la preparación física y técnica. El que me abrió las puertas para conocer el mundo del boxeo profesional fue "Manzana" Farías. Nos preparamos, lo acompañé a Buenos Aires, hicimos un minicampamento de vivir en Valentín Alsina. Ahí conocí la Federación Argentina de Boxeo (FAB) en el pasaje y lo que era un vestuario profesional en una competencia”, detalló. 

Y, en torno a sus estudios, primero como preparador físico y luego como técnico, valoró: “Pude cambiar la didáctica y pedagogía que teníamos en el gimnasio con mi padre. Con el profesorado le di otra cara, y vio que la gente estaba conforme y se duplicaba la matrícula. Me dijo ´hacete cargo´ e hizo un paso al costado. Igual siempre está desde el acompañamiento”, aseguró Castillo.

Aprendizajes

“Hijo, ten cuidado dónde pisas. No, padre, ten cuidado tú. Recuerda que yo sigo tus pasos”, sostiene una metáfora popular que alude a la importancia de la figura de los padres en la formación de sus hijos.

En tal sentido, al abordar los aprendizajes adquiridos a través de su padre, Casella fue conciso y manifestó: “La buena predisposición y el hecho de estar concentrado desde que arranca hasta que termina el día laboral. Todos los días no son iguales y la importancia de estar predispuesto y redondear el día de la mejor forma posible. También quiero resaltar las figuras de mis tíos Daniel y Oscar”.

Mecozzi también aludió a los ideales y expuso que “lo que más me inculcó mi madre fue el valor de estudiar y tener un trabajo, ser una mujer independiente. Para ella era lo más importante y ahora lo es para mí. Lo entendí después”.

Campeni abordó de una manera integral la figura paterna, quien además de cardiólogo supo ser un reconocido dirigente médico a nivel local y provincial. “Muchos colegas dicen que soy parecido. Tengo una impronta que uno hereda y por haber convivido con él. Trato de recordar lo bueno, los consejos y el trato ameno que tuvo con los colegas y pacientes”, comentó. 

Siguiendo con esa perspectiva de valor, Fernández adjudicó una importancia determinante en la figura del padre en lo laboral. “Trabajando con él durante muchos años aprendí todo: cómo ejercer, litigios, los pormenores de ejercer la profesión, y cómo tratar al cliente para lograr el objetivo principal cuando alguien recurre a vos: resolver el problema que traen”, resaltó.

Asimismo, vinculado a lo laboral, Castillo señaló “los valores que me enseñó y cómo trabajar con las personas que van al gimnasio. Él siempre dice que el entrenador tiene que tener voz de mando, y entrenaba a la gente que hace boxeo recreativo como profesionales”.

Análisis

Entre los diversos casos contemplados para esta nota, se puede afirmar que el promedio de edad de los padres y madres de los entrevistados es de 70 años aproximadamente. En torno a ese número, y la diferencia generacional, Democracia consultó sobre las similitudes o cambios percibidos en el tiempo.

Fernández lo tiene en claro y reconoció: “La digitalización del ejercicio. Mi padre arrancó a fines de los 60 cuando no existía la computadora ni máquina de escribir. Hoy está todo digitalizado y prácticamente no existen expedientes en papel”. 

“El segundo punto, por lo pronto en Junín, con el auge de la Unnoba se ha multiplicado la cantidad de abogados. Eso genera una competencia más grande en el mercado laboral”, agregó. 

Y cerró con un tercer aspecto: “Ha cambiado mucho la forma de comunicación entre abogado y cliente, hoy es más directa y fluida que antes: tenés el contacto por WhatsApp o redes sociales con una gran inmediatez; cuando antes era normal que vaya al estudio jurídico, pasar por la sala de espera y encontrar al abogado”.

En lo que hace al mundo de los profesionales de la salud, Campeni opinó que “el médico en épocas anteriores era más ponderado y ha perdido un poco el prestigio. Hoy están cuestionados y, de hecho, el trabajo de casi todas las profesiones lo atraviesan. Quizás yo porque lo veo desde adentro”.

Y profundizó: “Mucho viene de la mano de los mismos médicos, no porque hayan actuado mal, sino porque la medicina se transformó en una profesión que dejó de tener rentabilidad, el ingreso económico que tenía en otra época, dejó de ser el sustento de una familia”. 

Otro ámbito que no sale a la regla de las tendencias marcadas es el deporte. Al respecto, Castillo analizó: “Antes había mucha escuela e hincapié en la técnica, mientras que ahora es mucho más físico y se perdió un poco lo técnico. Al ser otros tiempos, era otro el hambre, y ahora no es lo mismo”. 

“La camada de ahora tiene otro acompañamiento si va a un club o recurre a alguien; antes tenías que mostrarte y era más solitario”, explicó sobre el boxeo moderno.

Por su parte, y a diferencia de todos los testimonios, Casella dio su parecer dando cuenta de un caso diferente ya que no registró cambios en lo referido a su trabajo en La Campestre. “Los problemas a enfrentar o ir solucionando son los mismos que había cuando se abrió el negocio en el 82”.

Mensaje

“Si pudieras encontrarte con tu ´yo´ de 18 años que está a punto de comenzar a estudiar la carrera, ¿qué cosas le dirías con la experiencia de hoy?”: ese fue el ejercicio al que invitó Democracia a cada uno de sus entrevistados, con el las respuestas fueron muy disímiles e interesantes.

En el caso deportivo, el entrenador Castillo manifestó: “Le diría lo que hice y que vaya en busca de lo que desea. Los sueños nos mantienen vigentes. Al día de hoy tengo el mismo que cuando empecé: tener varios campeones mundiales y ser el mejor del país”. 

Además del mensaje citado, compartió una anécdota muy emotiva: “Siempre dije que quería ir a una pelea en el Luna Park y se me dio. Tuve la posibilidad de traer a mis padres y a mi hermano a una pelea de Sol Baumstarh (boxeadora entrenada por Castillo). Ganamos en el primer round, miré adonde estaba mi familia y fue cómo ser campeón del mundo. Me sigo emocionando porque sentí que les cumplí un sueño”.

Por su parte, Campeni respondió: “Que intente vivir la mayor cantidad de experiencias. Le contaría que la profesión es apasionante, que intente conocer cómo se lleva a cabo en otros lugares del mundo y ver cómo se hace. Y que ponga la cabeza en frío para hacerlo. Yo no lo hice, ya sea porque quizás no se estilaba o no se dieron las oportunidades. A veces uno posterga su vida personal por el apremio de tener que trabajar mucho en múltiples lugares”, reflexionó. 

Otro que fue cálido en sus palabras fue Fernández, quien expuso: “Que nunca deje de estudiar y que tome la facultad, es decir, el período de aprendizaje como estudiante, para aprender y no para aprobar. Que sea un proceso de disfrute y aprendizaje más allá de la nota. A veces se aprende más desaprobando que aprobando”.

Por último, Mecozzi, de símil naturaleza a los casos de Campeni y Fernández, consideró que le diría “que se relaje, que esté tranquila y que todo va a llegar. Me costó al comienzo porque tuve un cambio de universidad y todo lo que fue el paso de la escuela a la universidad, cuando estuve un tiempo en la nebulosa y no sabía qué hacer. Fueron tres años de búsqueda de qué hacer, dónde, cómo. Era parte de una búsqueda y un proceso”, explicó.

Finalmente, vale resaltar que en el presente cada uno de los entrevistados atraviesa un gran momento profesional producto de varios años de trabajo y que, aún hoy, no llegaron al techo de sus profesiones.

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