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Sobrepeso y obesidad: La base para medir la masa corporal estaría a punto de desaparecer

Se trata de una de las formas para identificar las categorías de peso que pueden llevar a problemas de salud. Habría consenso para abandonarlo y reemplazarlo por métodos sofisticados

La medicina moderna se encuentra al borde de un cambio fundamental en la forma en que conceptualiza y trata la obesidad. El Índice de Masa Corporal (IMC), que durante mucho tiempo ha sido el estándar para evaluar el sobrepeso y la obesidad, está en el punto de ser reemplazado por criterios más sofisticados que podrían transformar significativamente el panorama del diagnóstico y tratamiento de esta condición.

En septiembre, un grupo internacional compuesto por 60 especialistas, la Comisión para la Definición y el Diagnóstico de la Obesidad Clínica, publicará nuevos criterios en la revista The Lancet Diabetes & Endocrinology. Este cambio se anticipa como un hito en la medicina, con la capacidad de ajustar el enfoque global hacia una definición más precisa y equitativa de la obesidad.

El IMC, una fórmula que relaciona el peso con la altura para calcular la cantidad de grasa corporal, ha sido el pilar de las evaluaciones de obesidad durante décadas. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), un IMC superior a 25 indica sobrepeso, mientras que un IMC superior a 30 señala obesidad. Sin embargo, esta medida ha sido criticada por su incapacidad para reflejar la complejidad de la composición corporal y los riesgos asociados con la obesidad.

En lugar de proporcionar una imagen completa de la salud de una persona, el IMC a menudo ignora la distribución de la grasa y la masa muscular, lo que puede llevar a diagnósticos erróneos y a la falta de tratamiento para aquellos que realmente lo necesitan. La creciente disconformidad con el IMC ha llevado a la formación de la mencionada comisión, compuesta por investigadores de renombre, representantes de asociaciones de pacientes y especialistas en salud pública.

El Dr. Ricardo Cohen, coordinador del Centro de Obesidad y Diabetes del Hospital Alemán Oswaldo Cruz de San Pablo, Brasil, es uno de los miembros destacados de este grupo. Cohen explica que la nueva definición de obesidad incluirá una “fase preclínica”, donde las alteraciones en células o tejidos provocan cambios en la estructura de los órganos sin afectar su función. Esta fase puede ser identificada mediante el IMC o el perímetro de la cintura, pero representa solo una parte del espectro completo de la obesidad.

En la fase clínica de la obesidad, los cambios en el cuerpo ya han afectado la funcionalidad de los órganos y tejidos, y pueden manifestarse en problemas como la movilidad reducida. En este punto, la obesidad se considera una enfermedad activa que requiere intervención médica.

La introducción de estos criterios más detallados permitirá a los profesionales de la salud ofrecer un tratamiento más adecuado y personalizado, ajustado a la condición específica de cada paciente. El tratamiento de la obesidad ha evolucionado considerablemente en los últimos años.

Nuevos medicamentos para la pérdida de peso han emergido, mostrando una eficacia significativa no solo en la reducción de peso, sino también en la disminución del riesgo de eventos cardíacos graves. Además, las opciones quirúrgicas, como la cirugía bariátrica, se han convertido en prácticas seguras y efectivas después de décadas de refinamiento.

El Dr. Cohen enfatiza la necesidad de una evaluación detallada para determinar el tratamiento más apropiado, dado que ahora existen múltiples opciones efectivas para los pacientes.

Francesco Rubino, investigador del King’s College de Londres, también destaca la necesidad de un cambio en la forma en que se conceptualiza la obesidad. Según Rubino, durante años se ha tratado a la obesidad como un factor de riesgo modificable, en lugar de reconocerla como una enfermedad en sí misma.

Este enfoque ha llevado a incoherencias en las políticas de salud y ha contribuido a la estigmatización de las personas con obesidad. La falta de reconocimiento de la obesidad como una enfermedad legítima ha obstaculizado la toma de decisiones clínicas adecuadas y ha afectado negativamente la salud pública.

En Argentina, el Dr. Silvio Schraier, miembro de la Sociedad Argentina de Nutrición y vicedirector de la carrera de médico especialista en nutrición de la Fundación Barceló, respalda la necesidad de abandonar el IMC como único criterio para definir la obesidad.

Schraier argumenta que el IMC no toma en cuenta la proporción de tejido adiposo en relación con la masa muscular, lo que puede resultar en diagnósticos erróneos. Muchas personas con un peso normal según el IMC pueden tener un exceso de grasa corporal que no es reflejado por esta medida, y por ende, no recibir el diagnóstico y tratamiento que necesitan.

María del Pilar Quevedo, jefa de la división de nutrición en el Hospital de Clínicas “José de San Martín” de la Universidad de Buenos Aires, también opina que la publicación en The Lancet Diabetes & Endocrinology marcará un antes y un después en el diagnóstico y tratamiento de la obesidad a nivel global.

Quevedo resalta que el IMC por sí solo no proporciona una visión completa del porcentaje de grasa corporal ni de su localización. La nueva metodología propuesta permitirá una evaluación más precisa y contribuirá a eliminar la estigmatización que enfrentan las personas con obesidad, quienes a menudo son culpabilizadas por su condición.

Además, un reciente artículo en la revista Nature Medicine ofrece un nuevo marco para el diagnóstico y tratamiento de la obesidad, subrayando que el IMC ya no puede ser la única medida. Este marco incluye la nueva generación de medicamentos contra la obesidad y aborda las limitaciones del IMC al considerar la inclusión de personas que anteriormente no recibían tratamiento adecuado.

El cambio en los parámetros para definir la obesidad promete una transformación significativa en la forma en que se abordan el diagnóstico y tratamiento de esta condición. Abandonar el IMC como único criterio permitirá una evaluación más holística y precisa, beneficiando a millones de personas que han sido históricamente excluidas del tratamiento adecuado.

La nueva definición de obesidad no solo representará un avance en la medicina, sino también una oportunidad para mejorar la calidad de vida de los pacientes, reducir la estigmatización y promover una atención médica más inclusiva y eficaz. Esta revolución en la definición y tratamiento de la obesidad, marcada por la publicación de la comisión en septiembre, promete redefinir los estándares globales y ofrecer un enfoque más humano y científico hacia esta condición compleja y multifacética.

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