Las redes sociales, ¿afectan la vida profesional y laboral futura de los jóvenes?
DESAFÍOS DE UN NUEVO PARADIGMA

Las redes sociales, ¿afectan la vida profesional y laboral futura de los jóvenes?

Los nativos digitales no pueden (ni podrán) escapar de su pasado nunca, probablemente. Una foto vergonzosa o un posteo furioso de su adolescencia que cae en el olvido, puede reaparecer en cualquier momento para afectarlos en muchos modos. Aunque esto también hoy aplica para muchos adultos.

Hasta finales del siglo XX, la mayoría de los jóvenes podían dar algo por sentado: cualquier cosa vergonzosa que hicieran se olvidaría con el tiempo. En la era analógica, incluso aunque se tomara una foto de un mal corte de pelo, o de alguien que se emborracha y vomita en una fiesta, la probabilidad de que la imagen se reprodujera y que circulara durante años era mínima. Lo mismo pasaba con los comentarios estúpidos u ofensivos. Al llegar a la universidad nadie creía que sus momentos bochornosos de la secundaria le seguirían persiguiendo. Pero ahora…

Ahora eso cambió de un modo impensado. Con el auge de las redes sociales, hoy en día, las personas entran en la edad adulta con gran parte de su infancia y adolescencia bajo la lupa. Pero a medida que las identidades y los errores del pasado se vuelven más complicados. Y los especialistas aseguran que esto podría afectar incluso la capacidad de cambio y la transformación social.

Es que en un mundo así, los preadolescentes, adolescentes y –ahora- adultos que cometan un error tienen mucho que perder. Un ejemplo: la joven conocida en X (anteriormente Twitter) como @NaomiH, en agosto de 2018, emocionada por la noticia de que había obtenido una deseada beca en la agencia espacial de Estados Unidos (NASA), Naomi tuiteó: "TODOS CIERREN LA P… BOCA. ME ACEPTARON PARA LAS PRÁCTICAS EN LA NASA". Cuando un amigo retuiteó la publicación usando el hashtag de la NASA, un antiguo ingeniero de la NASA la vio y criticó el lenguaje vulgar de Naomi. La NASA finalmente canceló su beca.

Un reclamo que cayó mal

En Argentina, más específicamente en la localidad de Brandsen, una joven llamada Tamara de los Santos en julio del año pasado compartió en Facebook un meme relacionado con el aguinaldo porque le pareció gracioso porque ella no gozaba de ese derecho. Ella era empleada de una panadería y los dueños tomaron muy a mal esa publicación con olor a reclamo y la despidieron y no sólo no le abonaron el sueldo anual complementario sino que tampoco le pagaron la liquidación.

Otro caso: una modelo estadounidense de nombre Breanna Claye, quien vive en Ciudad de México, criticó la música de los organilleros –tradicionales músicos callejeros que suena en las calles de la capital mexicana- y eso le costó su empleo. “Darles dinero a estas personas es como decirles que está bien que contaminen con su ruido, por eso yo no lo hago. Además, ni siquiera suena tan bien”. La agencia de modelos para la que trabajaba en ese país, la despidió.

En 2017, la Universidad de Harvard (EE. UU.) revocó la admisión a 10 estudiantes al descubrir que habían compartido memes ofensivos en un chat privado en Facebook. En 2019, la universidad rechazó otra admisión: se trataba del abiertamente conservador superviviente del tiroteo de la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland (EE. UU., ocurrido en 2018) Kyle Kashuv.

Posiciones políticas inconvenientes

En el caso de Kashuv, no fue una publicación en las redes sociales lo que causó el problema, y no tenía que ver con su edad adulta. En décimo grado, Kashuv usó repetidamente una palabra inapropiada en un documento compartido en Google creado para un trabajo escolar. Cuando Harvard admitió a Kashuv, sus compañeros recuperaron el documento y lo compartieron con los medios.

Cuando Kashuv descubrió que había perdido su plaza en Harvard, hizo lo que cualquier nativo digital haría: compartió su reacción online. En Twitter, escribió: "A lo largo de su historia, la facultad de Harvard ha admitido a propietarios de esclavos, segregacionistas, fanáticos y antisemitas. Si Harvard sugiere que el crecimiento no es posible y que nuestro pasado define nuestro futuro, entonces Harvard resulta una institución inherentemente racista".

“Su argumento puede ser una mala excusa para sus acciones, pero plantea una pregunta inevitable: ¿debería el pasado de alguien definir su futuro para siempre? El riesgo consiste en que los jóvenes con puntos de vista extremos en su adolescencia piensen que no tiene sentido cambiar de opinión si se mantiene una percepción negativa de ellos”, analizó Kate Eichhorn, especialista en Cultura y Análisis de medios y autora del libre “El fin del olvido: Crecer con las redes sociales”.

“En pocas palabras –concluye la especialista que publicó su estudio con el auspicio de la Universidad de Harvard- en el futuro, los niños geek seguirán siendo geek, los deportistas tontos seguirán siéndolo y los fanáticos tampoco cambiarán. Las identidades y las perspectivas políticas se endurecerán, no porque las personas se resistan al cambio sino porque no se les permitirá deshacerse de su pasado. En un mundo donde la política partidista y los extremismos siguen ganando terreno, esta puede ser la consecuencia más peligrosa de la madurez en una era en la que ya no se puede ocultar nada”.

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