Quienes eligen Junín y la zona para vivir destacan la seguridad y calidad de vida
TESTIMONIOS DE VIDA

Quienes eligen Junín y la zona para vivir destacan la seguridad y calidad de vida

Impulsados por una oportunidad laboral o una decisión personal, emigraron de sus ciudades de origen y experimentaron una calidad de vida distinta. Pablo Soliard y Miguel Salvador Vecchio, vecinos de Morse; Jhonny Aquino y Lucas Melnik radicados en Junín, dialogaron con Democracia acerca de lo que implica el cambio y cómo es vivir en la región.

Más frecuentemente se escuchan las historias de personas que emigran a grandes ciudades en busca de oportunidades. Pero, ciertamente, también son muy numerosos los casos de familias que deciden cambiar y radicarse en lugares del interior de la provincia de Buenos Aires. 

De tal forma, nuestra Región también es receptora de foráneos que apuestan a experimentar un cambio en sus vidas. Al respecto, Democracia entrevistó a cuatro vecinos que experimentaron dicho cambio: Pablo Soliard y Miguel Salvador Vecchio, ambos en Morse; y Johnny Aquino y Lucas Melnik, radicados en Junín.

Es de destacar que los orígenes de los entrevistados son muy heterogéneos entre sí, por lo que permitirán armar una imagen bastante acabada de lo que representa Junín y la zona como lugar para vivir.

Pablo Soliard nació en Banfield, en el sur de la provincia de Buenos Aires, por lo que, durante gran parte de su vida, Plaza Constitución como centro de trasbordo y los trenes y las líneas de colectivos como medio de transporte eran parte de su cotidianeidad. Fue así hasta que conoció a su mujer, Analía Miranda, cuando decidió dar un primer paso y comenzar una nueva etapa, primero, en la Ciudad de Buenos Aires y, finalmente, el destino sería Morse.

Proveniente de la provincia de Córdoba, precisamente de Río Tercero, Lucas Melnik, de 45 años, inició su carrera profesional en el sector corporativo hasta llegar a la empresa Mercedes-Benz, en la que fue haciéndose de un lugar de reconocimiento, primero en su provincia y luego en la zona. 

Por otra parte, y oriundos de otros países, están los casos de Johnny Aquino (46 años) y Vecchio (78 años), que llegaron al país en búsqueda de oportunidades y lograron su cometido. El primero, destacado futbolista uruguayo, nació en la localidad de Maldonado y con tan solo 17 años decidió emigrar para apostar al deporte y ficharse en River Plate.

Por su lado, Miguel Salvador Vecchio, nacido en la región italiana de Calabria, emigró producto de la Segunda Guerra Mundial y su padre lo condujo, tanto a él como a sus hermanos, a la Argentina. 

Motivo de cambio

Además de los orígenes, lo distintivo se encuentra cuando uno comienza a ahondar en la particularidad y ver los motivos que impulsaron el cambio. 

En el caso de Soliard, está relacionado con la primera vivienda: “Nos salió el Procrear y pensamos en construir algo en Vicente López o Adrogué, por lo que encontrar un lugar fue complejo. Descartamos eso y elegimos Morse porque la familia de mi mujer es de ahí”, dijo.Melnik, por su parte, señaló que fue por un cambio “netamente laboral. Apareció una propuesta, ya que hacía falta un gerente en Junín. Justo estaba en un proceso de separación de mi exmujer y me vine a probar”.

“Conocía la ciudad desde un punto de vista comercial. Fue jugármela un poco por las ganas de salir de allá y crecer”, indicó.

Asimismo, Aquino también se vio motivado, inicialmente, por una oportunidad laboral a través del fútbol. “Me acuerdo que el DT de Sarmiento era Ginart: me llamaron en 2007 y jugué cuatro años. Mis hijos iban al colegio en Buenos Aires y después se vinieron. Siempre me siguieron a todos lados”, manifestó. 

Vecchio, inicialmente escapando de la guerra de Italia, llegó a la Argentina y también fue el destino laboral el que lo condujo a Morse.

“Anduve por todos lados trabajando con la cosechadora y haciendo de todo: criando chanchos o caballos, llevando bolsas y fardos. Después fui camionero y estuve en Baigorrita.

Finalmente, vine a Morse con mi hermano por el tema de unas máquinas y nos gustó”, recordó.

Si bien ya conocía la zona por haber vivido de más joven en Los Toldos, el visitar Morse lo llevó a volver e innovar en la creación de una herrería en el pueblo que aún sigue vigente.

Valoración 

Los motivos del cambio podrían haberse visto derrumbados en el caso de que no hayan estado conformes con el escenario de insertarse en una nueva localidad. Sin embargo, y lejos de eso, descubrieron un nuevo estilo de vida que dista mucho de las grandes ciudades.

Soliard consideró que irse a vivir a Morse fue un “cambio radical en todos los sentidos”, y justificó: “Antes, vivíamos en un departamento en pleno centro de Recoleta y, si conocíamos a dos vecinos, era mucho. En el pueblo se conocen todos, la sociabilidad es totalmente distinta”.

Además de las relaciones sociales, otro aspecto al que hizo mención fue a la manera de vivir. “El ritmo de la ciudad es distinto al del pueblo. En nuestro caso, hacemos un horario de oficina de 8.30 a 17, pero desde casa. Las nenas andan en Morse con cierta libertad, ya sea para ir a lo de una amiga o a alguna actividad, y eso sería inviable en Buenos Aires”, consideró.

También analizó: “Lo que no conoce la gente del pueblo es que en la ciudad se te va mucho tiempo en trasladarte. El que va a trabajar a Capital suele vivir en provincia y pierde dos o tres horas en ir y volver. Acá eso no lo tenés. La calidad de vida es otra”.

Aquino también abordó el tema de las distancias y comentó: “Cuando jugaba en Ferro, vivía en Belgrano y tenía que irme al predio de Pontevedra para entrenar, y era una hora y media de viaje. Las distancias son largas, la seguridad y, si no tenés plata, es complicado”, valoró el exjugador uruguayo. 

“En Junín te queda todo más cerca y hasta te la podés rebuscar con la bici. La gente es distinta, es más humana. En Capital me cruzaba con vecinos en el ascensor y no te decían ni buen día, son más fríos”, añadió y coincidió en el aspecto señalado por Soliard. 

Sin embargo, el destino de Aquino podría haber sido otro ya que, luego de jugar en Sarmiento, continuó su carrera jugando en Gimnasia de Entre Ríos. Pero fue su familia la que también descubrió el confort de vivir en Junín. “Ellos se quedaron acá, no querían cambiar y ya tenía mi tercera hija que es juninense”, comentó.

De símil andar, Vecchio comenzó a desarrollarse profesionalmente en Morse y, a base de un arduo trabajo, logró comprar un terreno y comparó: “Antes era todo rancho con casas de ladrillos, comercios grandes, la estación de tren y una cooperativa. Hoy no quedaron más ranchos, hay buenas casas y todos viven bien, con trabajo”. 

Y enfatizó: “Dejamos la puerta abierta de la mañana hasta la noche. Los familiares de Buenos Aires no lo podían creer cuando venían y admiraban la paz. Al día de hoy, no hay robos y los vecinos nos cuidamos unos a otros”.

“Siempre dije que Argentina es el jardín del mundo. De este país y de Morse no me voy ni loco”, remató Vecchio. 

Respecto al caso cordobés de los entrevistados, Melnik, reconoció que “son muchísimas las diferencias. Carlos Paz es una ciudad muy abierta, que recibe mucha gente de afuera, y comercialmente muy fuerte. Además, ambas ciudades tienen la misma cantidad de habitantes, pero el movimiento es muy distinto. Junín es una ciudad grande con poco movimiento”.

“Me costó entrar en la comunidad. Como positivo es que, una vez que logré adaptarme, ya tengo mi familia acá, tengo mi lugar, mi casa y mi grupo. Hoy encuentro un lugar donde pretendo quedarme”, compartió. 

Definición

Con el paso de los años, cada uno de los entrevistados fue haciendo propia la localidad donde vive, convirtiéndose en un pseudonativo más del municipio. 

Al momento de definir cómo es vivir en Morse, Soliard eligió a sus vínculos más cercanos al decir que “mis amigos suelen venir. Les gusta esta tranquilidad, la vida de poder andar en el pueblo con los chicos en bicicleta sin grandes preocupaciones, la fiesta del cosechero, el juntarse y compartir un asado. En la ciudad organizar un asado solo puede ser un fin de semana; acá están las peñas o comemos asado en un galpón”.

Para nutrir esa definición, Vecchio, con más de 40 años en la misma localidad, opinó: “Es tranquilo y noble. Acá somos todos amigos, ya sea los de mi edad con los correspondientes hijos y los hijos de sus hijos. No hay mejor pueblo para vivir”. 

Por otro lado, abordando cómo es la vida en Junín, Melnik resaltó la tranquilidad y valoró: “Es una ciudad económicamente fuerte y la empresa donde estoy está creciendo mucho.

Además, al tener la universidad, pensando en la parte formativa de un niño o un joven, lo dejaría acá. Es una ciudad linda para que los chicos crezcan”.

Y Aquino, con más de una década en nuestra ciudad, definió: “Es una ciudad linda que ha crecido mucho. Está cerca de Buenos Aires y es tranquila, pese a que últimamente pasen algunas cosas con el tema seguridad”. 

Añoro 

Más allá de la valoración expuesta, también hay cuestiones que quienes llegan a la región extrañan de su lugar natal, ya sean paisajes, costumbres o familiares.

En el caso de Soliard, no dudó y afirmó que “lo que añoro son las ofertas culturales: tener los recitales, teatro, la oferta de ir a la cancha. Nosotros, en pareja, todos los fines de semana íbamos a algún recital o actividad gratuita del Gobierno de la Ciudad. Los sábados o domingo íbamos a almorzar por los bosques de Palermo”.

Asimismo, Melnik hizo foco en el mismo punto e indicó: “La variedad y cantidad de cosas que hay para hacer. En Carlos Paz estaba siempre ocupado, no te aburrís nunca y siempre hay algo para hacer. Allá, un domingo tenés muchas opciones para hacer cosas; acá es ir a la laguna, el parque o dar una vuelta al centro”.

Otro aspecto fue el señalado por Vecchio, quien hizo referencia a su familia italiana, pese a haber transcurrido casi toda su vida en la Argentina. “Lo que más extraño es a mi abuela, madre de mi papá. Ella vivía en Roma y nos visitaba cada tanto. Recuerdo que teníamos un horno de barro y cocinábamos el pan ahí”. 

También, lejos de su entorno más íntimo, Aquino hizo referencia a su familia uruguaya. “Eso es lo que se puede extrañar. Todo se va renovando y después, cuando volvés, no conocés a nadie. Maldonado es hermoso, una linda ciudad con playa, pero nosotros ya tenemos nuestra vida acá, nuestro trabajo y nuestros hijos con sus circuitos acá”.

Por eso, enfatizó: “El destino me trajo hacia Junín y soy un agradecido a la gente de acá que me ha tratado muy bien y me ha dado trabajo”.

En la actualidad, Aquino acumula más de diez años como empleado en una reconocida semillera; Soliard trabaja a distancia para una agencia de marketing y comunicación ubicada en Buenos Aires; Melnik acumula varios años como gerente comercial en el concesionario Besten Mercedes-Benz; y Vecchio disfruta de la tranquilidad de Morse junto a su esposa e hijos.

Finalmente, más allá de lo que puedan extrañar, experimentar una mejor calidad de vida fundada en la seguridad, las relaciones sociales y las distancias más cortas para trasladarse, los llevó a continuar y desarrollarse en sus respectivas localidades, echando raíces y comenzando a escribir una nueva historia para el devenir de sus familias.

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