CLUB DE VEHÍCULOS HISTÓRICOS DE JUNÍN

Los juninenses que mantienen viva la pasión por los autos clásicos y antiguos

Cada domingo, un grupo de entusiastas se reúne en la estación de servicio de La Agraria a tomar un café con el principal objetivo de hacer rodar sus preciadas joyas mecánicas. Estos vehículos son testigos de la historia automovilística y representan un vínculo emocional.

En Junín, la pasión por los autos antiguos y clásicos se convierte en un ritual dominical que atrae a decenas de aficionados y curiosos.  Cada domingo, un grupo de entusiastas se reúne en la estación de servicio del paraje La Agraria a tomar un café con el principal objetivo de hacer rodar sus preciadas joyas mecánicas. 

Estos vehículos, cuidadosamente restaurados y mantenidos, son testigos de la historia automovilística y representan un vínculo emocional con épocas pasadas.

Se trata del Club de Vehículos Históricos de Junín que, desde hace más de 20 años, mantiene viva la tradición del gusto por los automóviles que marcaron un momento o hicieron historia alrededor del mundo. 

“Tomábamos café en el Hotel Colón y, como no sacábamos los autos viejos, un día decidimos empezar a ir a La Agraria para sacarlos un tramo lindo. Vamos a tomar café ahí, a la YPF. Salimos a las 11 y allá nos encontramos con moteros y siempre aparece algún conocido”, dijo Bruno Alderisi, uno de los integrantes.

Las reuniones se han convertido en un evento esperado por la comunidad, donde los juninenses y vecinos de la región se congregan para admirar desde imponentes cupés Torino y Fiat hasta Peugeot 404, Ford A y autos alemanes.

Cada auto tiene una historia que contar, y sus dueños no dudan en compartir anécdotas sobre el arduo trabajo de restauración y los momentos especiales vividos al volante.

“Además, nos juntamos los primeros lunes de cada mes a comer algo y somos 20 personas en el club. No sé si es un hobby, pero es un lindo pasatiempo y más que nada es una pasión. Es algo que es un sentimiento hermoso”, expresó Alderisi.

“Este auto es mi vida”

“En la década de 1970, con la familia teníamos tres autos DKW y con uno de ellos me fui a vivir a la Rioja, donde empecé a trabajar en un periódico. Cómo será que lo llevo tan incorporado conmigo que después viajábamos por trabajo a Catamarca todos los días en ese auto. Imaginate por qué me gusta tanto este modelo”, exclamó Alderisi.

“Este que tengo acá en el taller es de origen alemán, modelo 1961. Lo compré en 2003 y se fabricaron hasta 1969. En un momento el mecánico Souto lo transformó con 3 bobinas y 3 platinos, ya que antes caminaba con una sola. Lo ideal es mantenerlo original”, aseguró.

“Este auto es mi vida. Hice muchas cosas, como correr grandes premios, pero hoy prefiero salir con los amigos”, explicó. 

“Salimos como los dioses porque no quiero que nadie me joda, por ejemplo, por la falta de matafuego o por los cinturones, ya que tengo todo. Cuando llevé a verificarlo me entraron a buscar excusas de faltantes de elementos”, informó. 

“Al ingeniero le dije que me trajera la ficha del DKW y no la tenía, por lo que ya no es problema mío. Le dije que se fijara si en la ficha de 1961 venía con baliza, y si tenía espejos en los costados. Después de una hora me lo verificaron”.

“Ahora, en la actualidad, tengo tres, nuevamente al igual que en 1970, de los cuales uno lo estoy restaurando y otro de color amarillo que está en el taller de mi hermano”, comentó.

Isard 300 y 700

“El Isard 300 es un auto modelo 60 que ya lo llevé dos veces a Autoclásica, una muestra en San Isidro, donde me lo quieren sacar de las manos porque en el país quedan cuatro o cinco, ya que en la época de Menem fueron desguazados para meter autos nuevos al mercado. Mientras viva yo, no lo voy a vender”, aseguró Alderisi.

“Yo andaba con la valija visitando un cliente en Carmen de Areco y el pibe dijo de hacer un mandado. Le dije de ir en mi auto y me llevó en ‘esto’. Era la década de 1980 y el pibe subía a la vereda, bajaba, andaba arriba de las plazas y yo le dije: ‘¡Loco!’. Y me contestó: ‘No pasa nada’.  A todo esto, le pregunté de quién era el auto y me dijo que era del papá, a lo que le respondí: ‘El día que lo venda decile a tu papá que yo se lo quiero comprar’. Así fue que en 1983 se lo compré. Es de origen alemán y lo llaman el popular Gogo Móvil”, recordó.

“Además tengo uno más grande que es el modelo 700”, reveló.

De Carlo 700 y Fiat 1600

“Yo ahora le digo a todo el mundo que no es de Carlos sino de Bruno. Siempre quise tener uno y había un cliente, Don Quinto Animendi, que lo tenía debajo de una planta y le pedía que me lo vendiera, pero me expresaba que era recuerdo de su mamá y papá. Un día fui a Ascensión y lo compré. Es modelo 1963”, subrayó Alderisi.

“Después tengo una coupé Fiat 1600 que en este momento la está armando el amigo Cacalo y es la primera que llegó a Junín. Además, tengo una pick up Chevrolet Apache y supe tener un Rambler que lo vendí”, concluyó.

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