En 1975, la icónica revista Gente publicó una entrevista con Aníbal Troilo, legendario bandoneonista del tango, donde compartió su preocupación por el futuro del instrumento. Troilo lamentaba que los bandoneones, en su mayoría antiguos, estuvieran destinados a desaparecer debido a la destrucción de la fábrica alemana durante la Segunda Guerra Mundial.
Casi medio siglo después, sus palabras siguen resonando con razón. Aunque el bandoneón no ha desaparecido, se ha vuelto cada vez más difícil de conseguir. Los precios superan los 2.000 dólares en internet, y la marca mencionada en el tango "Sur" alcanza los 4.000 dólares.
Esta situación hace que aprender a tocar el bandoneón sea un desafío no solo por su complejidad, sino también por los costos asociados. Es por eso que los músicos Mariano Godoy y Sebastián Barbui crearon Bandólica, un dispositivo electrónico diseñado para democratizar el acceso al instrumento.
Bandólica, inspirada en el bandoneón pero con un enfoque único, ofrece una alternativa más asequible y accesible. Con teclados que imitan la disposición del bandoneón, este dispositivo se conecta a través de USB a una computadora con internet y ofrece sonidos auténticos del instrumento, así como una interfaz MIDI para explorar otras posibilidades sonoras.
El proyecto Bandólica ha distribuido cerca de mil dispositivos desde su inicio en 2021, tanto a través de ventas como de donaciones. Su objetivo es proporcionar acceso a un instrumento que es parte integral de la identidad sonora del tango argentino.
En lugares como la Escuela Provincial de Música y Danzas Tradicionales Argentinas de Cafayate, Bandólica ha facilitado el aprendizaje del instrumento, permitiendo a los estudiantes familiarizarse con su técnica y digitación antes de pasar a un instrumento tradicional.
Además de Bandólica, otras iniciativas también buscan democratizar el acceso al bandoneón, como la Universidad de Lanús, que fabrica el instrumento con materiales reciclados, y el taller-escuela La Casa del Bandoneón.
El tango sigue vivo en Argentina, alimentado por la creatividad y el talento de nuevas generaciones. Proyectos como Bandólica son fundamentales para cultivar este legado, haciendo que el bandoneón sea accesible para futuros músicos y garantizando su supervivencia en el tiempo. En palabras de Aníbal Troilo, quizás el amor y la creatividad por el tango sean el mejor antídoto contra la desaparición de este emblemático instrumento.
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