La reserva natural municipal de Paraná "Islote Curupí" combina cultura, ambiente, educación y turismo -y en un futuro también investigación nacional-, y el recorrido por sus paisajes transforma y convoca a tomar conciencia del cuidado de la naturaleza.
Ubicado en el kilómetro 600 del río Paraná y a 400 metros de la costanera de la capital de Entre Ríos, el Islote de unas 18 hectáreas se originó hace unos 100 años de forma artificial: se arrojó una barcaza vieja y chatarra para tener un puerto con mayor calado, ya que los barcos se dañaban contra el muelle.
El correr del tiempo y del río permitió que se junte arena y limo hasta formar un banco; la corriente de agua se desplazó sobre la costa; y se formó un paraíso que conserva las características naturales de la zona, con selvas en galería y una gran flora y fauna acuática.
En 1991 un empresario obtuvo la concesión para establecer un shopping náutico y un hotel con estacionamiento para yates. En 1992 una histórica crecida elevó el nivel del agua a 7,60 metros, y se abandonó el proyecto.
Tres años más tarde, la ciudad le otorgó el poder a la asociación ambientalista "A Ñangarecó Nderejhe" (Cuidemos lo que es de todos, en guaraní), que se dedicó a cuidar y preservar el islote, aunque sin desarrollar nada hasta el 2022.
Tras varios meses de reuniones entre el municipio, asociaciones, ambientalistas y gente con conocimiento del río y la isla, a principios de ese año comenzaron y en abril terminaron las obras.
El paseo no necesita reservas, se puede realizar viernes, sábados y domingos de 9 a 18.
Luego de navegar por poco más de 1 minuto con maravillosas vistas desde el agua, las embarcaciones llegan a las pasarelas que son cuidadas manualmente con aceite de lino, no tienen materiales contaminantes, se adaptan al entorno y cuentan con, por ejemplo, árboles en el medio.
El recorrido está a cargo de la Asociación, que también trabaja para evitar la destrucción del Islote; su limpieza; e investiga el comportamiento del río, flora y fauna.
El paseo y los miradores en puntos estratégicos están orientados para el conocimiento de la ecorregión, su biodiversidad, paisajes y riquezas, y para disfrutar de la tranquilidad natural.
Patos silbadores, yararás y culebras de varios tipos, el lagarto overo, comadrejas, iguanas, tortugas de agua y de laguna, carpinchos, teros reales, pájaros carpinteros, caráus, chajá y biguá, entre otros, conviven en el islote.
También está repleto de sauces, ceibos en flor, sangre de Drago, ortigas gigantes, cambará, timbó blanco, papas de río, con la particularidad de que cada planta fue llevada hasta allí por el río y los animales.
El recorrido actual termina en una laguna que funciona como hogar de peces que dejan sus huevos allí, para que se alimenten durante su crecimiento y estén protegidas de depredadores.
A muy pocos metros, con un gran trípode de madera casero ya se establecieron las columnas de lo que será un centro de interpretación de dos pisos que tendrá un museo interactivo de flora y fauna, otro de culturas originarias, y un espacio de investigación permanente donde participarán universidades y el Conicet.
Siempre con madera, sin usar cemento, con materiales no contaminantes y paneles solares, el edificio irá conectado con otro espacio que tendrá dormis y un aula, que se podrá unificar en un gran espacio para contingentes de investigadores y estudiantes.
De todo el Islote, dividido en zonas roja, amarilla, y verde según la capacidad de intervención, solo el 0,2% se modificará con construcciones.
El proyecto permite poner en valor el paisaje ribereño, concientizar sobre su importancia y cuidado y sumar después de muchos años un nuevo espacio para disfrutar.
No se trata solo de un producto turístico nuevo, sino también de cuidar lo nuestro y tomar conciencia sobre la importancia de lo que tenemos.
Como parte del producto "Río, Naturaleza y Aventura" y de la "Marca Paraná", en la que distintos sectores trabajan para cuidar el ambiente y desarrollar turismo, la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica (AEHG) local apadrina la isla con varios aportes.
Pero la matriz principal es que todos los paranaenses y visitantes formen parte y se involucren en este proyecto, se lanzó el padrinazgo para que todas las personas que quieran puedan aportar una suma pequeña en pesos.
La idea es que mucha gente banque este proyecto más que un gran patrocinador para que esta joya turística natural trascienda gestiones, porque se recuperó algo donde no había nada y tiene que mantenerse, esté quien esté en el Municipio.
Asimismo, en las próximas semanas se habilitará un voluntariado para colaborar en los trabajos de la segunda etapa de obras. Esperan fondos provinciales para continuar la construcción del Centro y seguir las pasarelas hasta llegar a los 800 metros.
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