Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y una de las Siete Maravillas Naturales de la Argentina, ofrece un espectáculo único para todos los sentidos, con la imponencia de sus rojos cañones de tierra y piedra, la fauna salvaje que puebla su arenoso paisaje, y los maravillosos tesoros ocultos de sus yacimientos paleontológico y arqueológico que atrapan a los casi 100 mil visitantes que año a año recorren el lugar.
Las alturas cordilleranas impactan con sus paisajes de nieve y viento; la Capital ofrece los eventos culturales y religiosos que la identifican en el país; los llanos del sur cobijan gran parte de la lucha federal de la Patria.
El color rojizo de la tierra que le da a este valle un aspecto lunar contrasta con las alturas de la precordillera hacia el oeste y el majestuoso nevado del Famatina hacia el norte, preparando al viajero a vivir una experiencia inolvidable.
El Cañón emerge del río que lo cruza y baña sus costas encajonadas. Los bruscos cambios de temperatura han generado este cincelamiento natural que ha producido la rotura de grandes placas tectónicas durante un período de más de 250 millones de años de evolución.
Dentro del Parque Nacional Talampaya, el sector del Cañón es el atractivo más importante y de mayor belleza escénica, y donde las actividades se desarrollan en horarios y grupos organizados, siempre acompañados de un guía local lo que ha permitido mantener el recurso turístico en excelentes condiciones de conservación.
La gran amplitud térmica predomina tanto en verano como en invierno. Son frecuentes las sensibles variaciones de temperatura durante el día, y con respecto a la noche las diferencias son notorias. Los veranos son cálidos, con máximas que pueden superar los 38º C de sensación térmica al sol, e inviernos con mínimas de 0 º C y en algunas oportunidades bajo cero, mientras que los meses con probabilidad de temperaturas más bajas van de junio a septiembre.
Una vez arriba de los cómodos y modernos vehículos que pone a disposición el concesionario del Parque, se inician los trayectos que tienen paradas en cada una de las estaciones donde se realizan pequeñas caminatas para interactuar con la espectacular naturaleza del lugar.
A través de enormes paredones rojizos de 150 metros de altura, la excursión invita a conocer la irregularidad de las paredes que se abren y cierran a cada paso, brindando una atmósfera de ensueño al viajero.Los Petroglifos, el Jardín Botánico, la Catedral Gótica, el Monje, el Cañón de Shimpa y los Balcones son los atractivos más conocidos del Parque, cada uno un verdadero viaje a los orígenes naturales de nuestro planeta.
Talampaya alberga una amplia gama de antepasados de mamíferos, así como vestigios de dinosaurios y plantas, que ilustran la evolución de los vertebrados y las características de los paleoambientes del período Triásico.
En 1893 el geólogo Alfrid Stasmed realizó en territorio riojano un gran hallazgo: los campos de Talampaya, y más de 70 años después, en la década del '40, el doctor Joaquín Frenguelli aportó valiosa información captando el interés de geólogos y paleontólogos de todo el mundo.
El hallazgo de fósiles animales y de flora, así como los estratos geológicos analizados, responden a los acontecimientos que tuvieron lugar en el período Triásico de la era Mesozoica hace 225 millones de años, dónde los reptiles eran los dueños de estas tierras.
La formación del cordón cordillerano acontecida hace 60 millones de años dejó al descubierto este curioso relieve constituido por arcillitas y areniscas compactadas con una visible presencia de óxido de hierro, que es el que determina la coloración rojiza de los paredones que afloran en el área.
Este ecosistema es uno de los pocos lugares en el mundo donde claramente se pueden observar las distintas capas que componen el terreno y de qué manera los movimientos internos de la tierra fueron acomodando las placas que la constituyen.
El término Talampaya tiene muchas acepciones, pero la mayoría de los autores coinciden en traducirla como "río seco del tala".
En 1975 el gobierno de la provincia de La Rioja crea el Parque Provincial Talampaya, y luego, en 1997, a través de una ley otorga los derechos del lugar a la Administración de Parques Nacionales para que se lo declare Parque Nacional.
Finalmente, el 29 de noviembre de 2000 es declarado por la Unesco Patrimonio Natural de la Humanidad.
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