En la exposición se destacan sus trabajos con productos naturales.
En la exposición se destacan sus trabajos con productos naturales.
“PREEXISTENCIAS”

A 20 años de su muerte, la obra del artista juninense Víctor Grippo se exhibe en Buenos Aires

Se trata de una muestra que recorre el trasfondo social, personal y artístico que engendró al referente, plasmada en el Centro de Arte Contemporáneo de Muntref, Sede Hotel de Inmigrantes. Estará disponible hasta el 9 de octubre, con entrada libre y gratuita de martes a domingos.

Hijo de inmigrantes, nacido y criado en Junín, y formado en La Plata, Víctor Grippo fue un reconocido artista que abandonó este mundo hace 2 décadas, pero aún es protagonista en las salas de museo del mundo. Fue reconocido internacionalmente como una de las figuras más relevantes del arte conceptual, estudió química y farmacia, y trabajó en su taller como obrero, científico y alquimista.

Preexistencias”, la muestra inaugurada el pasado 7 de julio, y que estará disponible hasta el próximo 9 de octubre, se exhibe en el Centro de Arte Contemporáneo de Muntref, Sede Hotel de Inmigrantes, y es una propuesta novedosa que busca abordar al artista desde otra perspectiva. 

Democracia recorrió la muestra, que cuenta con la curaduría de Diana Wechsler y Florencia Battiti, y nació a partir de la iniciativa de Paulina Vera, hija del corazón de Grippo, que compartió con él horas en el taller y conoció, exhaustivamente, las condiciones previas que hicieron a un artista conceptual único. En dicho sentido, la exhibición indaga sobre los trabajos previos, materiales, búsquedas, bocetos e ideas que desarrolló Grippo en su intimidad, como modo de conocer su cosmovisión personal, y vincular sus preexistencias al trabajo que luego realizó.

La muestra

El Museo de la Universidad Nacional Tres de Febrero (Muntref) cumplió dos décadas, y en el segundo semestre de este año inauguró, en su Sede Hotel de Inmigrantes ubicada en Puerto Madero, la muestra “Preexistencias”, en la que se presentan trabajos, bocetos y aspectos inesperados y desconocidos del artista juninense de nivel internacional.

La exhibición cuenta con una sala reservada entre los amplios pasillos del imponente edificio donde se alojaron los primeros inmigrantes que llegaban al puerto y, no casualmente, se trata de un artista hijo de extranjeros que, alguna vez, afirmó: “Mi sensibilidad y mi formación provienen de mi origen, de mi paisaje, de la misma manera que conservo el hecho de ser hijo de inmigrantes” 

Cuadros en las paredes, vitrinas con bocetos, anotaciones, recortes de diarios, experimentos desarrollados con tubérculos, voltímetros y cables, esculturas de yeso, tubos de ensayo y químicos. Todo se presenta a los visitantes como si se tratase de pistas que permiten reconstruir la vida y obra de un artista que se formó en las ciencias naturales, investigó, estudió, experimentó y fue disruptivo. 

La muestra llama a imaginar a Grippo en su espacio de trabajo, en solitario, entre la física, la química, la alquimia y el arte conceptual. Se trata del ejercicio de tomar cierta distancia de los trabajos para poder conocer las condiciones sociales, personales y materiales que le dieron vida.

Además, es destacable la popularidad que cuenta entre los visitantes del museo. Personal de seguridad que recorre las salas explicó a Democracia que muchos allegados sólo anhelan conocer dicha muestra, y se detienen en cada uno de los elementos dispuestos entre las cuatro paredes. 

Sus preexistencias

“Todo acto creativo se apoya en algo preexistente y ordena, construye algo que implica un recorrido, que va más allá”, reza uno de los papeles con anotaciones que Grippo dejó en su taller. Lo cierto es que su obra, indudablemente, ha trascendido el tiempo, los espacios y las fronteras y, de las múltiples lecturas que han tenido sus proyectos, la muestra es innovadora, porque indaga en el trabajo previo y las condiciones que hicieron al artista, sus preexistencias.

En dicho sentido, el aporte de Paulina Vera, hija del corazón de Grippo, testigo, partícipe de experiencias y protagonista en su cotidianidad fue fundamental para desplegar la exhibición, donde se abren los cajones, se vacían las estanterías y se leen los cuadernos para descubrir esas búsquedas íntimas y desconocidas del artista que son parte fundamental de su obra y su pensamiento.

Víctor buscó la convergencia entre la ciencia y el arte, y logró obras únicas que recorrieron el mundo. Lo interesante de la exhibición en Muntref es la posibilidad de que, a veinte años del fallecimiento del artista, el público acceda a las condiciones que orientaron su acto creativo y así ver su obra desde una nueva aproximación.

Sus orígenes en la ciudad, sus raíces extranjeras, la elección por la química, el alquimismo, la poesía, los diálogos con otros artistas, y las indagaciones propias.

Al ingresar a la sala, al fondo de un extenso pasillo de luz tenue, el visitante se cuela en un laboratorio, un taller, las entrañas del proceso creativo de Grippo, e invade la intimidad de un artista único en su materia.

En dicho sentido, se exponen herramientas, germinaciones, papas, cables, voltímetros, tornillos y arandelas, carbones, acuarelas, lápices, cuadernos y papeles para notas, panes calcinados, máscaras de yeso, plomadas, restos dorados de oro puro, virutas, porotos, cinceles, cajas aún sin vida y cuerpos geométricos de plomo. Rastros y preexistencias cargados de sentidos históricos, científicos y, quizá también, secretos, para el exponente del arte conceptual que supo alejarse de los esquemas.

El artista

Víctor Grippo nació el 10 de mayo de 1936 y desarrolló su faceta artística y su curiosidad ilimitada en el seno de su hogar. Su padre, italiano, lo acercó al yeso, y su madre, a los alimentos. A sus 17 años, con estudios de dibujo, pintura y escultura, dejó Junín y, en una coyuntura de inestabilidad política, se mudó a La Plata a estudiar química y farmacia. En 1966 realizó su primera exposición personal en la Galería Lirolay de Buenos Aires, donde presentó sus óleos geométricos.

Su trabajo en el taller constó de extensas jornadas que, a menudo, llegaban a su fin con cenas que incluían papas, porotos, tostadas cortadas a cuchillo, queso, pan y vino. Ello también se expresa en la exhibición, a través de “La comida del artista”, una puesta que consta de una mesa larga de madera, con platos de cerámica y elementos orgánicos, como huevos, pan, maíz y berenjenas, intervenidos. 

Específicamente, fueron sus aportes al arte conceptual lo que lo dotaron de fama y reconocimiento a nivel mundial. En sus obras utilizó materiales y medios no convencionales para reflexionar en torno a las condiciones sociales y espirituales, y generar un discurso poético que hace un llamado a la conciencia. Entre su vasta obra, en la exposición se destaca la serie de Analogías, en la que trabaja con la energía contenida en productos naturales como la papa, contrapuestos al mundo cultural construido por el hombre.

Grippo abandonó este mundo el 20 de febrero de 2002. Fue una de las figuras más destacadas del arte argentino de la segunda mitad del siglo XX, y en una de las salas del Centro de Arte Contemporáneo de Muntref, se ofrece la posibilidad de sumergirse en sus proyectos y conocer el trasfondo de su vida y obra.

Reconocimiento internacional

La fama mundial de Grippo se debió a sus trabajos en el campo del arte conceptual, al que impulsó en el país desde el Grupo de los Trece y el Centro de Arte y Comunicación (CAyC). En dicho sentido, participó en innumerables muestras en Argentina y el exterior, y fue merecedor de premios y reconocimientos en el campo. 

En 1975, el Grupo de los Trece ganó la medalla de oro en la muestra Peace 75 en Slovenj Gradec, Yugoslavia, actual Eslovenia. Al año siguiente Grippo inauguró “Algunos oficios” en la Galería Arte Múltiple de Buenos Aires, y en 1977, el conjunto ganó el Gran Premio Itamaraty de la XVI Bienal Internacional de San Pablo con la presentación colectiva “Signos en ecosistemas artificiales”. Allí Grippo armó dos instalaciones conjuntas que llamaron la atención del público y de la crítica: “Analogías con la ciencia” y “Energía vegetal”, dos mesas de siete metros de largo, una cubierta de papas conectadas a un voltímetro y otra con instrumentos de laboratorio.

Representó a la Argentina en varias bienales internacionales, dio numerosas conferencias y seminarios en museos y universidades de Argentina y el exterior, y es el único argentino exhibido en las salas permanentes de la prestigiosa Tate Modern de Londres.

Además, por su destacada trayectoria como artista, fue galardonado por la Fundación Konex con Diploma al Mérito en 1982, Konex de Platino en 1992 y finalmente Konex de Brillante en 2002 como la figura más importante en las artes visuales de la última década en Argentina.

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