El 1º de mayo se fijó como el “Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora” durante el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional en el año 1889, en conmemoración a la memoria de aquellos trabajadores que fueron detenidos y ejecutados a raíz de su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieran su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 en la ciudad de Chicago. Desde su establecimiento en la mayoría de países el 1° de Mayo es una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago.
Los mártires
“1º de mayo: los Mártires de Chicago y un presente de lucha” se titula una nota escrita por Sergio A. Chamorro Smircic, docente investigador de la Universidad Nacional de Quilmes, hace un tiempo atrás, pero que sigue vigente más que nunca, porque la situación de los trabajadores es la misma, o peor. La misma se transcribe en parte a continuación:
En estos tiempos que nos tocan vivir, sobrevivir o sufrir en el país, donde las variables de ajuste son los derechos de los que menos tienen, cualquiera puede preguntarse qué sentido puede tener recordar el Primero de mayo como fecha histórica para trabajadoras y trabajadores.
En la ciudad de Chicago (Estados Unidos), el primero de mayo de 1886 obreros sindicalizados (principalmente anarquistas) iniciaron una huelga como parte de la campaña por mejoras laborales. La base de sus reclamos era la reducción de la jornada laboral, desde las 12 a 14 horas impuestas por las fábricas a las 8 horas reclamadas. Ese día se manifestaron por las calles de la localidad decenas de miles de trabajadores, trabajadoras y familias. La represión policial dejó un saldo de dos muertos y varios heridos, lo que generó nuevas manifestaciones. El 4 de mayo, la represión de la protesta fue mucho más violenta y, como consecuencia, se contaron más de ochenta muertos y doscientos heridos, además de presos, torturados y miles de despedidos.
Las autoridades se lanzaron a la caza de culpables y fueron apresados unos treinta ciudadanos, entre los que finalmente quedaron ocho acusados. Luego de un juicio rápido, parcial, irregular y fraguado, cinco de ellos fueron condenados a muerte y cuatro, ejecutados (el más joven se suicidó antes de la sentencia). De los otros tres, dos fueron condenados a cadena perpetua y uno a 15 años de prisión. A finales de mayo, algunos sectores patronales accedieron a reconocer la jornada de 8 horas.
Tres años después, en 1889, se celebró en París una reunión organizada por asociaciones obreras socialistas y laboristas que dieron origen a la llamada Segunda internacional. Allí se declaró la conmemoración del 1º de mayo como el “Día Internacional de los Trabajadores”. El objetivo de la efeméride fue establecer una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a aquellos mártires de Chicago. En Argentina, la primera conmemoración de la fecha data de 1890, de la mano de las primeras organizaciones obreras.
En Argentina
Este primero de mayo, se cumplen 132 años de conmemorarse el Día del Trabajador en Argentina. Miles de trabajadores, conmemorando el Día del Trabajador, el 1 de mayo de 1890 se lanzaron a las calles en la Argentina. Fue la conmemoración inicial en el país tras el establecimiento de esa fecha a nivel internacional.
Bahía Blanca y Chivilcoy en la provincia de Buenos Aires, la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y Rosario, en Santa Fe, vieron desfilar a muchos manifestantes en cada una de ellas. La convocatoria surgió como consecuencia de la pauta fijada un año antes por la Segunda Internacional Socialista, en 1889, durante un encuentro desarrollado en París al que asistiera como único representante latinoamericano el argentino Alejo Peyret.
Desde la Universidad de Quilmes, el investigador Chamorro Smircic se preguntaba (hace tres años) esto: “Ahora bien, ¿cómo articular estos hechos con la historia del país, y en particular con el presente y con los últimos cincuenta años de historia argentina? ¿Cómo no considerar la implementación de políticas que descargan sobre trabajadoras y trabajadores las consecuencias de las restricciones de derechos generados por el aumento de privilegios concentrados? ¿Cómo no relacionarlo con concepciones y actitudes que pretenden colocar en las víctimas la responsabilidad de sus males? ¿Cómo no relacionarlo, en la actual coyuntura, con la estigmatización de los pobres y el fomento a la violencia social, donde las víctimas son siempre las mismas?”
Y continuaba diciendo que “si se recorre la historia del siglo XX en nuestro país, puede verse la forma recurrente en la que sectores conservadores, represivos y neoliberales reprodujeron lógicas semejantes: empobrecimiento, bajas de salarios, avasallamiento y reducción de derechos (laborales o civiles), represiones, secuestros, muertes y desapariciones. Recordemos las masacres en la Patagonia y la Semana trágica, los trabajadores de La Forestal, los golpes de estado, el bombardeo en la plaza, las expresiones de las demandas de trabajadoras y trabajadores, el Cordobazo y las expresiones del terrorismo de estado. A semejanza de 1886, en todos estos episodios estuvo presente la persecución, la represión, la acusación o la deportación de extranjeros indeseables, junto a variadas prensas que justifican, estimulan y promueven esas persecuciones, asesinatos, castigos y estigmatizaciones.
Consideremos que el trabajo es mucho más que asegurar recursos para la sobrevivencia, es uno de los principales elementos que orientan, organizan, modelan y producen identificaciones, imaginarios, subjetividades, prácticas y modos de vida. Por eso es que las disputas que se generan son de un orden muy amplio; más que cuestiones de ingresos son cuestiones morales, ideológicas, existenciales y, obviamente, políticas. Nada más ni nada menos”.
Texto: Sergio A. Chamorro Smircic, docente del Departamento de Ciencias Sociales e integrante del Centro de Investigaciones sobre Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea (Centro IESAC) de la UNQ.
Producción: Programa de Comunicación Pública de la Ciencia "La ciencia por otros medios".
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