El órgano más subestimado que no es tan “descartable”
LA MEDICINA SE RENUEVA

El órgano más subestimado que no es tan “descartable”

Cada vez son más las evidencias de que el apéndice, considerado durante un siglo como resabio evolutivo, cumpliría un propósito dentro del sistema digestivo.

Aunque considerado por generaciones un órgano superfluo y extirpado de manera rutinaria cuando causa problemas, la idea de que el apéndice sólo sirve para infectarse y poner en riesgo nuestras parece hoy más cerca de ser un mito que una realidad.

Cada vez son más las evidencias científicas de que este órgano cumple una importante función dentro del sistema digestivo de nuestro cuerpo. Una de las últimas pruebas en este sentido surgió de un estudio publicado recientemente por el Instituto Nacional de Investigación en Salud y Medicina de Francia (Inserm) según el cual la presencia del apéndice se correlaciona con una mayor longevidad.

Este nuevo hallazgo se basó en un descubrimiento realizado en 2007 por un grupo de inmunólogos y cirujanos de la Universidad de Duke, Estados Unidos, quienes pudieron observar que el apéndice funciona como la fábrica y el reservorio de ciertas bacterias y gérmenes beneficiosos para la flora intestinal. El sistema digestivo humano posee una enorme cantidad de gérmenes y bacterias (incluso más que el número de células en todo el organismo). Y muchos de ellos son necesarios para la digestión de alimentos.

En ocasiones, sin embargo, esos gérmenes y bacterias mueren o son purgados. Enfermedades como el cólera o la disentería pueden diezmar esa flora tan útil en el intestino. Es en estos casos cuando el apéndice cumpliría su rol repoblando el sistema digestivo, según entienden los autores de aquella investigación. El apéndice “actúa como un refugio seguro para las bacterias”, afirma Bill Parker, profesor de la Escuela de Medicina de Duke y coautor del informe.

“Su ubicación -justo debajo en el intestino grueso, en una suerte de callejón sin salidarefuerza la teoría”, agrega el médico. Pero este órgano con forma de gusano que mide entre 5 y 10 centímetros, “no sólo es un reservorio de bacterias, sino también una fábrica que las cultiva”, sostiene Parker.

Si bien en muchas sociedades contemporáneas esta función puede ser reemplazada -existen procedimientos médicos para repoblar fácilmente con bacterias el intestino de una persona-, hace algunas décadas no era así y el apéndice habría cumplido nada menos que este importante papel. De hecho, “en algunos países en vías de desarrollo, donde por falta de recursos médicos el apéndice sigue siendo útil, la tasa de apendicitis es menor a la de Estados Unidos”, señala el investigador.

Tiempo antes ya se había visto el apéndice tenía una alta concentración de tejido linfoide asociado al intestino, pero en ese entonces no se sabía que éste ayuda a estimular el sistema inmunológico en caso de un patógeno invasor. En otras palabras, además de ser un lugar de almacenamiento de bacterias, el apéndice está involucrado en el mecanismo que se dispara cuando el intestino se halla amenazado por cuerpo extraños.

UNA CREENCIA NACIDA CON DARWIN

El hallazgo de que el apéndice humano tendría una función específica cuestiona la concepción clásica de que se trata de un resabio evolutivo, un órgano que antes tenía un tamaño mayor y formaba parte del colon y que, más tarde, al evolucionar el hombre, se fue achicando y volviéndose no funcional.

Esta idea comenzó instalarse con Charles Darwin quien, al plantear la teoría de la evolución en su libro “El origen del hombre” (1871), planteó la hipótesis de que el apéndice en realidad era un órgano vestigial que había perdido su razón de ser “como consecuencia de cambios en la dieta o los hábitos”.

Casi un siglo y medio después de aquella publicación, un equipo de investigadores de la Universidad de Arizona decidieron comparar el apéndice humano con el de 533 especies de mamíferos y lograron recrear un gran árbol genealógico del órgano para analizar su evolución.

De esta forma determinaron que el apéndice ha evolucionado alrededor de treinta veces a lo largo de la evolución de los mamíferos, lo que confirma que cumple una función, ya que de otro modo no seguiría apareciendo en la línea de evolución.

En términos evolutivos, si un órgano aparece, permanece y no desaparece, es un buen indicador de que es útil de alguna manera. Más aún si sucede en varios linajes de mamíferos diferentes. El nuestro apareció en escena hace entre 32 y 20 millones de años, y todavía está, así que este estudio nos dice que el apéndice está haciendo algo importante, aunque aún no sepamos con precisión qué es.

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