La bolsa de papel era de un tono rosa estridente y apareció en el suelo de la biblioteca de la Universidad de Cambridge, sin que nadie viera quién la dejó. Adentro, estaban los dos cuadernos del naturalista británico Charles Darwin (1809-1882) desaparecidos hace 22 años, con un sobre marrón que contenía una breve nota: “Bibliotecaria, Felices Pascuas”. Lo que podría ser una broma o una sorpresa inesperada es en realidad un misterio del que todo el mundo habla: luego de más de 20 años desaparecidos, los dos cuadernos del influyente científico reaparecieron el 9 de marzo pasado -la noticia se conoció ayer- en el mismo lugar de donde fueron robados y, como se dijo, de una manera enigmática y acaso provocadora: en una bolsa de regalo y con una tarjeta de felicitaciones. ¿Broma? ¿Un ladrón arrepentido? ¿Acaso un justiciero que buscó recuperar ese patrimonio perdido?
“Me siento muy feliz. Están a salvo, en buenas condiciones, están en casa”, dijo con una sonrisa de oreja a oreja la bibliotecaria Jessica Gardner, la destinataria de esa nota de felicitaciones que acompañaba al “regalo”. Pero quién regresó a la biblioteca y quién robó estos dos manuscritos valuados en millones de dólares es algo que para la policía británica, que dio a conocer la noticia recién ahora, continúa siendo un misterio.
Los cuadernos fueron escritos a fines de la década de 1830, cuando Darwin regresó de las Islas Galápagos, un archipiélago volcánico en el océano Pacífico, a unos 1.000 km de la costa de Ecuador. En una de sus páginas el científico dibujó un bosquejo de un árbol, que lo ayudó a crear su teoría de la evolución, y más de 20 años después se convertiría en una teoría central de su innovador trabajo “Sobre el origen de las especies”.
El dibujo en cuestión era el árbol de la vida, esa metáfora que devino como se dijo en símbolo de la teoría de la evolución, plasmada en su emblemático texto “El origen de las especies”, de 1859. El anuncio de la devolución de los dos cuadernos, que desde hacía veinte años estaban incorporados a los datos de la Interpol sobre las obras de artes robadas, lo dio a conocer ayer el departamento de la biblioteca que destacó que los manuscritos “fueron devueltos en buen estado”.
Saldada la tranquilidad de tener de regreso esas dos piezas históricas y valiosas, quizá lo más misterioso y anecdótico es la forma en que fueron devueltos, de manera anónima y, como se dijo, en una bolsa de color rosa y acompañados por una tarjeta de Felices Pascuas.
La historia de su desaparición se remonta a 2001, cuando -durante una inspección rutinaria- se descubrió que la pequeña caja que los contenía, del tamaño de un libro de bolsillo, ya no estaba en su lugar. La sospecha del hurto recayó en una iniciativa que había tenido lugar en el año 2000 por la cual fueron sacados de la sala donde se guardaban para ser fotografiados junto a otros objetos valiosos de la biblioteca.
Durante muchos años, algunos bibliotecarios también apostaban a que los cuadernos habían sido colocados en un lugar equivocado de la inmensa biblioteca, que alberga unos 10 millones de libros, manuscritos y objetos. Con las sospechas a cuestas, en noviembre de 2020, la directora de los servicios bibliotecarios, Jessica Gardner, inició un llamamiento para encontrar los cuadernos “probablemente robados”, cuyo valor se estima en varios millones de libras esterlinas.
Si bien se desconoce el origen y responsable de la sustracción y el lugar en el que permanecieron ocultos durante tantos años, lo importante es que los cuadernos de Darwin volvieron intactos a los estantes de la biblioteca, motivo por el cual Garden dijo sentirse “aliviada de saber que los libros se encuentran en buen estado. Al igual que muchas otras personas en todo el mundo, estaba profundamente triste por su pérdida. La alegría de su regreso es inmensa”.
A mediados de este año, según se informó, ambos cuadernos serán exhibidos al público en una exposición en Cambridge dedicada al científico.
“La teoría de la selección natural y la evolución es probablemente la teoría más importante en las ciencias de la vida y el medioambiente, y estos son los cuadernos en los que se compuso esa teoría”, explica Jim Secord, profesor emérito de historia y filosofía de la ciencia de la Universidad de Cambridge y para quien los cuadernos recuperados “son algunos de los documentos más notables de toda la historia de la ciencia”.
Secord fue uno de los varios académicos y expertos que examinaron los textos y confirmaron que eran auténticos. “Darwin usa diferentes tipos de tinta en los cuadernos. Por ejemplo, en la famosa página del árbol de la vida, hay tanto una tinta marrón como una gris. Ese tipo de cambios son bastante difíciles de falsificar de manera convincente”, explicó el experto.
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