Los cambios culturales y la esperanza de vida que avanza cada vez más lleva a que muchos digan que “los 30 de ahora son los nuevos 20”. Sin embargo, una vez alcanzada la treintena nuestro cuerpo sabe la edad que tiene y le da un poco igual que mentalmente nos sintamos más jóvenes o que socialmente se los considere una segunda juventud.
Hay cuestiones biológicas que van sucediendo y que no tiene que ver con la cultura, más allá de que nos cuidemos en algunos aspectos. Al llegar los 30 cuesta más perder peso, la recuperación no es breve como antes tras hacer actividad física y, si se lleva tiempo sin hacer ejercicio, cuesta un poco más que antes entrar en ritmo. Por eso, ¿qué se puede hacer si se tiene 30 años y la idea es empezar a cuidarse un poco más? ¿Por dónde empezar?
Al tiempo que se envejece el cuerpo también va sufriendo cambios que influyen de manera importante en el peso, la salud y lo mucho o poco que va a costar empezar a cuidarse si no se lo ha hecho nunca antes.
Entre esos cambios está la pérdida de masa muscular, lo que facilita que el metabolismo se ralentice y que sea más sencillo acumular grasa y más complicado perder peso. Por ello, intentar mantener una masa muscular adecuada es un punto muy importante a partir de los 30.
Además, en esta edad se tiende a ser algo más sedentarios - especialmente si el trabajo implica estar sentado durante ocho horas -, se duerme menos y el estrés juega una mala pasada.
Para evitar que año a año el físico se vaya deteriorando, hay que incorporar nuevos hábitos en el modo de vida, que van desde la alimentación hasta la actividad física, pasando por la meditación.
Uno de los primeros pasos y más importantes que se puede implementar es de cuidar más la alimentación. Posiblemente, hasta pasados los 20 años, cualquier ingesta se digería más o menos bien sin consecuencias evidentes físicamente.
Esto se debe a que el metabolismo es algo más rápido en la juventud. Sin embargo, con la edad y la pérdida de músculo, esa función del organismo se ralentice, acumulando más grasa y con otras consecuencias que no se observan a simple vista.
Es el momento de hacer que las verduras, la fruta y las hortalizas sean la base de la alimentación. También hay que priorizar el consumo de alimentos frescos, legumbres, carnes magras, frutos secos y semillas. Alejarse de los alimentos ultraprocesados y precocinados, así como de productos con azúcar añadido, muy altos en sal o con grasas saturadas o poco saludables es también importante.
MÁS MOVIMIENTO
A esta edad, especialmente dependiendo del tipo de trabajo que cada uno realice, la vida sedentaria comienza a apoderarse de casi todos. Hacer un esfuerzo por tener una vida más activa es un buen paso para comenzar a cuidarse y sentirnos mejor.
Esto no quiere decir únicamente que se haga un rato de deporte al día o a la semana, sino que se trata de ser más activo en el día a día. Ya sea eligiendo las escaleras en vez del ascensor o las escaleras mecánicas o yendo a hacer los mandados a pie.
Dedicar los fines de semana a hacer alguna actividad algo más movida, estirar el cuerpo o salir a dar un paseo con la mascota un buen rato cuando se llega del trabajo son también buenas opciones.
Cuando hay un plan para ponerse en forma, especialmente si se busca perder peso, se tiende a elegir ejercicios aeróbicos y de cardio. Por supuesto, estos son muy importantes y es buena idea que los elijamos.
Sin embargo, se debe recordar que a partir de los 30 el cuerpo comienza a perder masa muscular y cómo esto afecta al metabolismo y a la acumulación de grasa. Por ello, parte del esfuerzo debería estar dirigido a mantener y mejorar la masa muscular.
Por eso es una buena idea combinar los ejercicios de cardio con los ejercicios de fuerza. De esta manera se queman calorías sin descuidar los músculos y favoreciendo la fuerza, la tonificación y la quema de calorías en reposo.
CHAU TABACO Y ALCOHOL
Abandonar el consumo de alcohol y tabaco -o reducirlo al mínimo posible- es una de las mejores opciones para mantener la jovialidad.
Entre otras cosas, fumar y consumir alcohol colaboran enormemente al envejecimiento biológico, afectando directamente al ADN. No sólo eso, sino que fumar, por ejemplo, afecta a los músculos y los hace menos resistentes, perjudicando la movilidad. En definitiva, para mantenerse lo más sanos y jóvenes que se pueda, dejar de fumar y de beber alcohol es de vital importancia.
REDUCIR EL ESTRÉS
El estrés afecta enormemente a la salud y el bienestar. A partir de los 30 estos niveles de estrés suelen aumentar, principalmente porque, en general, se comienza a tener más responsabilidades: trabajo, hijos, casa, entre otras cosas.
Alejarse de este estrés es muy importante. Para ello no solo se pueden realizar prácticas que resulten placenteras y hobbies relajantes y entretenidos, sino que es posible aprender técnicas de respiración o relajación. También puede ser buena idea comenzar a practicar actividades como yoga o pilates.
Además, asegurarse de mantener unos niveles de descanso adecuados también es importante: alejarse de la cafeína por las noches, desconectar los aparatos electrónicos y digitales un rato antes de irse a dormir, generar un ambiente de luz y temperatura adecuado para dormir, así como hacer deporte, tomar infusiones relajantes o escuchar música antes de dormir pueden ser de gran ayuda.
TRABAJAR LA FLEXIBILIDAD
Mantenerse flexible no solo ayudará a que los músculos tengan una mayor movilidad, sino que evitará posibles lesiones y dolores tan habituales como los de espalda. Además, es una excelente forma de que las fibras musculares se mantengan jóvenes por mucho más tiempo.
Para trabajar la flexibilidad se pueden realizar estiramientos por las mañanas antes de comenzar la jornada, practicar yoga o pilates y recordar, siempre, siempre, estirar después de los entrenamientos deportivos, sean los que sean.
Todos los cambios deben comenzar de a poco para que puedan convertirse en hábitos y generar una costumbre. A partir de que se vayan sintiendo los resultados, el bienestar irá aumentando.
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